No tengo Rabino Jefe

chiefrabbiokLos dos nuevos Rabinos Jefes del Rabinato, David Lau y Yizhak Yosef, han prometido ser los representantes espirituales de todos los judíos israelíes. No puedo hablar por los demás, pero le puedo decir a los honorables rabinos: Ustedes no me representan. No tengo Rabino Jefe.

 Marcado en los últimos años por los escándalos financieros y el fundamentalismo religioso, el Rabinato se ha convertido en un hilul Hashem, una profanación del nombre de Dios, y del buen nombre del judaísmo y el Estado de Israel. Después de su elección como Rabino Jefe Ashkenazí, Lau cometió su primer hilul Hashem, un comentario racista que fue reportado en la prensa. Lo absurdo de que un rabino xenofóbico represente al Estado de Israel moderno marca una incongruencia de valores y percepciones entre la mayoría israelí y sus supuestos líderes espirituales.

Las encuestas confirman que, para un creciente número de israelíes, incluyendo a muchos judíos tradicionalistas como yo, la institución del Rabino Jefe es irrelevante. Lo que es peor, un Rabinato que es dominado por una corriente del judaísmo, y la versión más rigurosa de esa corriente, es una ofensa al sionismo.

El sionismo es la ideología del pueblo judío, el movimiento que busca unir comunidades fragmentadas en un pueblo. El Estado creado por el sionismo debe acomodar varias corrientes religiosas y distintos valores culturales que hemos traído de nuestros distintos orígenes. Para que Israel siga siendo el centro del judaísmo en todo el mundo, debe reflejar la diversidad que caracteriza al judaísmo.

El continuo rechazo al derecho de los rabinos liberales a presidir sobre asuntos de status personal envía un mensaje devastador de exclusión a la mayoría de los judíos de la diáspora.

Esta exclusión tiene consecuencias prácticas. Esto está intensificando la desconexión que sienten muchos judíos de la diáspora con respecto a Israel. Esto potencialmente puede ser una amenaza al estado judío, dada la importancia de que los judíos de Estados Unidos defiendan a Israel.

Una de las razones para la creación de un rabinato ortodoxo era preservar la unidad judía en la tierra de Israel. Dándole a una corriente el monopolio sobre los asuntos de status personal, se aseguraba que los judíos israelíes podían casarse entre ellos.

Quizá esto tenía sentido en el antiguo Israel, donde la mayoría de los ciudadanos eran judíos que respetaban la halajá. Desde ese entonces, la lógica detrás de este argumento colapsó. El rabinato ortodoxo presidió sobre el fracaso espiritual de esta generación: la incapacidad de incorporar al pueblo judío a cientos de miles de inmigrantes de la entonces Unión Soviética que no son ortodoxos. Con la insistencia de que únicamente aquellos dispuestos a ser ortodoxos podían ser convertidos, el rabinato impuso una severa interpretación de la halajá sobre el pueblo judío.

Muchos valientes rabinos ortodoxos lo han desafiado, pero fueron marginados. El resultado es una amenaza a la unión del pueblo. Los hijos de los rabinos Lau y Yosef probablemente no se enamorarán de una rusa israelí de status judío cuestionable, pero no pasa lo mismo con hijos de israelíes pertenecientes a otras corrientes. En la situación actual, el rabinato pone en peligro la continuidad judía de muchas familias israelíes.

Algunos defensores del pluralismo religioso creen que la elección de Lau y Yosef fue una bendición. Dicen que si el candidato moderado para Rabino ashkenazí, David Stav, hubiera sido electo en lugar de Lau, sus cambios modestos podrían haber hecho que crezca el resentimiento que el público siente hacia el Rabinato.

Ese argumento está equivocado. La salud de la sociedad israelí depende de darle poder a elementos moderados en cada campo. En el doloroso proceso de aprender a vivir juntos como un pueblo soberano, necesitamos ahorrarnos rupturas dramáticas. Moderados dentro de la comunidad religiosa sionista son potencialmente aliados para los israelíes que quieren vivir su propio judaísmo.

Por los próximos diez años vamos a vivir con la frustración y humillación de que el sector más exclusivo del pueblo judío representa al nombre del judaísmo y al Estado de Israel.

Al final, sin embargo, el futuro del pluralismo religioso va a ser determinado fuera del establecimiento, en la periferia spiritual, donde el verdadero cambio religioso ocurre.
El cambio ya se está dando. En los últimos años miles de israelíes laicos han empezado a crear nuevas expresiones de judaísmo. Grupos de rezo igualitarios, donde leen canciones y poesías israelíes, junto con los rezos tradicionales, han surgido por todo el país. El más exitoso de estos es el Beit Tefilah Tisraeli (Casa de Rezo Israelí), que se junta en los meses de verano en el puerto de Tel Aviv. Cientos de personas se juntan todos los viernes de noche para recibir al Shabat con rezos y canciones. El municipio de Tel Aviv ha patrocinado la sinagoga al aire libre. Incluso hay carteles que invitan a quienes pasan por allí que se unan a los servicios. Otras municipalidades están también dando fondos para crear sinagogas liberales.

El cambio también se ve en las autoridades. El gobierno parece interesado en implementar el Plan Sharansky (hecho por el Presidente de la Agencia Judía, Natan Sharansky) que permitiría los rezos igualitarios en una parte del Muro de los Lamentos. Esto marcaría la primera vez que el Estado de Israel oficialmente patrocina una sinagoga liberal – y en el lugar más sagrado para los judíos.

De hecho, el pluralismo religioso hace tiempo que es parte del sistema educativo, donde escuelas patrocinadas por los movimientos conservador y reformista son reconocidas y apoyadas. Este cambio revolucionario fue implementado por el ministro de educación Zevulun Hammer, líder del antiguo partido Religioso Nacional. Hammer entendía que permitiendo el pluralismo religioso en cierta medida era saludable para la sociedad israelí. La política visionaria de Hammer muestra un ejemplo de cómo hay miembros de la comunidad sionista religiosa que están dispuestos a apoyar a los pluralistas en su lucha contra los fundamentalistas.


Como siempre en el Estado judío, hay tendencias paradójicas sucediendo simultáneamente. Mientras que en una parte de Israel se da el fundamentalismo, en otra florece el pluralismo. En lugar de despreciar las victorias fundamentalistas, los pluralistas necesitan concentrarse en profundizar la vitalidad espiritual de las nuevas formas de judaísmo israelí. Un día nos daremos cuenta de que la balanza de autoridad religiosa ha cambiado, y la revolución ya pasó.

Traductora: Mariel Benedykt

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos