"El humor es lo opuesto al mandato femenino"

gabrielaokbordeEn una entrevista con Tumeser, la actriz, escritora y humorista uruguaya Gabriela Acher reflexiona sobre el humor judío, cuenta qué implica ser una ídishe mame y revela anécdotas sobre su unipersonal "El amor en los tiempos del colesterol", en el que desde una mirada desprejuiciada se ríe y hace reír acerca de las relaciones entre hombres y mujeres.

 Gabriela Acher recibe al cronista de Tumeser en su antigua y pintoresca casa de Palermo, cerca del Polo Tecnológico de Buenos Aires. Mientras ofrece café descafeinado, valga el oxímoron, este cronista observa sobre la mesa ratona un libro referido a Woody Allen. El detalle no es menor: en palabras de nuestra anfitriona, el director de Zelig es "un gurú" y una influencia central en su carrera. Hija de la TV -sus primeros pasos los dio en la pantalla uruguaya de los años 60, más precisamente en Telecataplúm-, Acher escribió cuatro libros. Uno de ellos, "El amor en los tiempos del colesterol" actualmente lo está llevando como unipersonal en teatros argentinos y en otros países de Latinoamérica.

"Durante 1962, el primer año de Telecataplúm, empecé a ir al canal a presenciar las grabaciones. Yo ya había empezado a hacer locución comercial para TV (en esa época se hacían los avisos en vivo) y en una fiesta lo conocí a (Eduardo) D'Angelo. Me dijo que Telecataplúm estaba buscando a una chica joven que cante, baile y actúe. Me presentó a Jorge y a Daniel Scheck, que eran los guionistas y productores del programa. A ellos los leía en la revista Lunes. Les recité su obra completa y me tomaron. Ese año Telecataplúm se vendió a Buenos Aires y empecé a grabar simultáneamente acá y allá", cuenta la autora de "Algo sobre mi madre (todo sería demasiado)". Luego vino Jaujarana y Hupumorpo, también con algunos actores argentinos, en donde escribían (Juan Carlos) Mesa y (Carlos) Basurto. "Pero los actores participaban muchísimo de los libretos", aclara. En 1982 se sumó a Comicolor y a partir de ahí empezó a producir sus propios libretos. Por esos tiempos creó a la célebre "Chochi, la dicharachera", un personaje que surgió a partir de un juego con Antonio Gasalla: "En la obra Abajo Gasalla, había un sketch que era una escuelita: Antonio era la maestra y Cecilia Rosetto, Mirta Busnelli, Nené Malbrán y yo éramos sus alumnos. Yo le estaba diciendo un parlamento algo así: la muchacha de la casucha está pasándola mal. Entonces él se enganchó y dice: "¿La muchacha morocha de la casucha? Al otro día arranqué: La muchacha morocha de la casucha... retrechera... Así empezamos, hasta que hicimos un sketch adentro del sketch, largo, con "ch", cada noche era más largo. Eso nos divertía" recuerda. En España, Chochi se convirtió en "Charito, mucha marcha" ("porque Chochi sonaba a chocho que es mala palabra"). Al año siguiente, en Comicolor, el canal la llamó para contratarla por un año más. Pero le dijeron que no podía escribir sus libretos.

¿Eso creés que respondía a una cuestión de género o a un tema de recelo?

-De todo eso, de todo junto. De machismo entre mis compañeros, imaginate que yo empecé a trabajar con ellos de muy jovencita, siendo inexperta. Verme crecer y capaz de escribir libretos que a la gente le gustan, tendría que ser algo que se agrega, no algo que se quita. El canal qué más quiere que un personaje pegue y tenga rating. Al canal no le podía molestar en nada que yo siguiera escribiendo mis libretos.

-Treinta años después, ¿vos notás que esos resquemores, o ese machismo prevalecen en el ambiente, en lo que tiene que ver con lo artístico y en la sociedad en general? ¿Notás algunos cambios?

-Noto cambios a favor en la sociedad, por suerte, que me va acompañando a mí, que escribo sobre esto desde el principio. Me acuerdo cuando hice el primer unipersonal, donde contaba que mi marido me llamaba Pinocho porque decía que cada vez que yo tenía un orgasmo me crecía la nariz, la gente se quedaba medio dura. Y ahora se matan de la risa, ¡ahora puedo decir cualquier cosa! Al principio yo no sé si se inhibían porque yo era una mujer o por los temas, porque hablo del orgasmo femenino, de la sexualidad femenina, era como medio incómodo para ellos, yo lo notaba. En El amor en los tiempos del colesterol hablo del viagra, el público se mata de la risa.

PRODUCTO DE LA TV

Acher se considera un "producto de la televisión, donde trabajé por 40 años. El teatro no era lo mío. Y cada vez que hice teatro, con elencos como el de El último de los amantes, me acuerdo que todos los actores hablaban de la magia del teatro. Y yo pensaba qué magia, todas las noches decir lo mismo. Hasta que hice un unipersonal, donde el otro actor es la gente y donde existe una comunicación que no se parece a nada, es muy gratificante".

UNA FAMILIA MUY MUSICAL

La infancia y adolescencia de Gabriela estuvieron signadas por la música. "Mi papá era tenor y cantor de la sinagoga de los sefaradíes en Uruguay, cantaba divino. Toda mi familia cantaba, mi mamá, mi hermana, dos tíos que vivían con nosotros. Yo soy la que peor canta. Interpretábamos el romancero español, canciones españolas como Granada, tierra soñada por mí. Porque éramos sefaradíes, mi papá hablaba ladino, con una nostalgia de España que no se le fue nunca. Mi familia no abandonó el idioma, aunque vivían en Turquía".

-Circulaba mucho humor.

-¡Por supuesto! Mis tíos también eran muy graciosos, uno de ellos formaba parte de un grupo que se llamó La Troupe Ateniense, que eran del Club Atlético Atenas. Tenían un grupo de hombres que hacían humor, El Loro Collazo, gente que en el Uruguay suena muchísimo, con unos espectáculos extraordinarios. eran todos hombres disfrazados de mujeres. Las primeras cosas de teatro que yo vi, que fueron ellos, resultaron impactantes en el humor. Muy bien hechas y con libretos propios. Mi tío también era apuntador del teatro, entonces eso fue una gran influencia para mí. Mis dos tíos tenían mucho humor.

-¿Hay algún estilo de humor sefaradí?

-Sí, el idioma ladino es gracioso en sí mismo, porque propone como verdades unos disparates que no se pueden creer: por ejemplo, "el cagadón se burla del piyador". Otro: "Ajarva culo que no pedó", significa que acusás a un inocente, le pegás al culo que no se tiró el pedo. Esos son dichos de la sabiduría sefaradí.

-Voy a hacer la única pregunta cerrada de esta entrevista: ¿te considerás una idishe mame? (risas)

-Sí, por supuesto. No con la comida, como digo en el libreto, yo cocino tan mal que a mi hijo le digo: "si te portás bien, te vas a la cama sin comer". (risas). Para mí la cocina es como el Triángulo de las Bermudas, porque mi mamá no cocinaba. Mi abuela lo hacía maravillosamente, se pasaba todo el tiempo en la cocina. No nos dejaba entrar allí, ni a mi hermana ni a mí. Cocinaba bollos, burrecas, dulces, mostachudos, berenjenas... En mi casa se comía rico. Pero soy de comprar comida y tratar de que te la comas, aunque no la haya hecho yo (risas). Sacando la comida, en todo lo demás soy una idishe mame.

-¿Por ejemplo?

-Soy muy pegote con mi hijo, que ahora está viviendo en Dubai. Recién estábamos chateando, porque me muero si por un día no sé algo de mi hijito querido, al que siempre le advierto que hace frío, que se abrigue, cosa que no hace.

-No necesita abrigarse en Dubai (risas).

-Para nada... ¡acá que iba en moto! Una madre judía es como una madre con aumento, que lo ves con una lupa (risas), es mucha madre. En eso me identifico. No en lo que me hicieron a mí de la represión, claro, era otra época. Aparte yo era mujer y mi hijo es hombre.

-¿Qué sería esa represión?

-A la mujer siempre tenés que cuidarle mucho más su sexualidad de lo que se la cuidás al varón. Porque el cuerpo femenino es mucho más complejo y además, porque el sexo tiene consecuencias en las mujeres que no las tiene en los varones. Como mujer vas a tener que pasar por una serie de etapas en tu vida como la menstruación, el embarazo, la menopausia... También es más compleja la información que le das a una hija que a un hijo. Nací en una época en la que a una mujer no se le hablaba de determinados temas. Había mucha represión con la sexualidad. Ni te preparaban para que un día te encuentres con "eso" en tu bombacha y no te creas que te estás muriendo, por desconocer lo que te está pasando.

-¿Y cómo fue que tomaste esos temas para tu trabajo? Hiciste una inversión...

-Totalmente, hice una "contrafobia". Quise de muy jovencita entrar a Telecataplúm, nunca hice otra cosa en mi vida que programas de humor. Fue como un camino para mí, hasta que yo pude empezar a hacer el propio humor, cuando empecé a liberar los fantasmas y decir "ya no soy una víctima". Si yo logro poner la cámara en el lugar de dolor, ponerla un poco más acá, alejarme emocionalmente, puedo ver otra película. Entonces cuando me di cuenta de eso, la vida me cambió. En ese sentido digo que dejé de ser una víctima (NdR: se le preguntó en relación a una frase suya que dio título a una entrevista en el diario La Nación, "El humor me sacó del lugar de Víctima", 04/11/07) , porque sino yo me pongo obsesivamente con el dolor, con la angustia, con las dificultades, con lo que te falta, con lo que te sobra (risas). Porque además, todo el humor está basado en un sufrimiento de los demás.

-De LAS demás.

-Exacto, de todas nosotras. Y creo que es lo que yo propongo, que puedan reírse...

-A propósito, a tus espectáculos asisten mujeres y hombres. Y por los temas que vos abordás, hay una identificación con ellas. ¿Qué pasa con los hombres?

-Se matan de la risa, yo he visto a uno romper el asiento y caerse en el teatro, de tanto que se reía. Disfrutan como locos, porque además yo critico a las mujeres también, ¿eh?

-¿En qué las criticás?

-"El amor en los tiempos del colesterol" yo lo presento como un consultorio sentimental donde recibo cartas de las mujeres con sus distintas insatisfacciones amorosas y sexuales, y yo les contesto los disparates habituales. Y hago como de mí misma que tengo un consultorio y todas las consultas son patéticas, pero muy graciosas: las solteras, deprimidas, las casadas, aburridas, las menopáusicas trastornadas, las que esperan un llamado que no llega, las que son carne de quirófano. Así que yo también tomo la parte jodida de las mujeres para que nos riamos todas juntas de nuestro propio patetismo, generalmente con el tema de querer ser jóvenes hasta el día de la muerte y convertirnos en mutante, y todas esas cosas que hacemos... ¡por ustedes! (risas)

-¿Y nosotros? Por ejemplo, hace unos años que surgió el hombre metrosexual, que es bastante histérico... ¿Cómo te surgió ese prototipo? ¿Son bienvenidos entre las mujeres?

-Me parece que lo masculino y lo femenino están empezando a mezclarse en un punto, y veo que, en esta evolución que ha hecho la mujer hacia lo masculino, digamos, hablo de trabajar y ganar dinero, y ser exitosa, que está aceptado como masculino, me parece que los varones están como imitando lo peor de lo femenino que es este culto al cuerpo y el maquillaje... ¡No les va a los varones! A mí personalmente no me gustan, pero yo soy antigua, a lo mejor a las modernas, sí. Que se afeiten, que por ahí no tengan pelos en el pecho... A mí no me gusta, pero sí veo una tendencia de la sociedad, de la cultura que se va como "androginizando".

JUDAÍSMO

-¿Cuál es tu vínculo con el judaísmo en la actualidad?

-Actualmente no tengo vínculo con el judaísmo, no voy a la sinagoga. Al mismo tiempo, tengo como una sensación de pérdida, de no haber sido capaz de haberle pasado a mi hijo, aunque sea los rituales. A lo mejor por mi incapacidad en la cocina, no pude reproducir aquellas cosas y ahora me da pena. No se pudo, mi hijo es ateo completamente...

-¿El judaísmo es solamente la religión?

-No, pero para mí forma parte de un recuerdo muy querido. Mi papá me hacía prender las velas en Jánuca. Todo eso ahora lo pienso y me parece una cosa divina, hermosa, ese ambiente de... que a cada rato había alguna festividad y en casa se festejaba con todos los ritos. En la Pascua mi papá decía: "todo el que tenga hambre, venga y coma, todo el que tenga sed, venga y pascue". Son cosas hermosas que no pude transmitirle a mi hijo, convertir a esa familia que yo tenía de chica que éramos muchos, que se vivía con los abuelos, los tíos, familias grandes. Ahora, a mí hoy en día no me da para curtir el judaísmo en ese sentido, pero sigo sintiéndome una representante del judaísmo en algo.

-En tu trabajo me decías que te sentís identificada con el humor judío...

-Sí, totalmente, porque sin quererlo, es algo que me sale, que se fue conformando en mí a través de mis influencias.

-¿Y en qué lo notás?

-Al humor judío yo lo asocio, primero y principal, con reírse de sí mismo. El pueblo judío es el único que se ríe de sí mismo, de su propia condición. No conozco que eso suceda con otras culturas. Hay mucho psicoanálisis en el humor judío, mucha interpretación, que es una manera judía de pensar. Un chiste que me encanta (nunca me acuerdo de los chistes): un judío toma un taxi, y le dice: "lléveme hasta el centro". Entonces el tipo le dice: "son 100 pesos". Y el judío le da $50. "Son CIEN pesos". "¿Por qué? ¿Vos no viajaste?" (risas). Es un típico pensamiento judío, tiene una lógica dentro de la locura. Me parece que hay como una estructura en el humor judío que es inconsciente. Lo asocio con el psicoanálisis.

-¿Por qué con el psicoanálisis?

-He tenido mucha terapia a lo largo de mi vida y leí sobre psicología. Me he peleado con Freud, me sigo peleando. Woody Allen que ha sido uno de mis gurúes también hace mucho hincapié en el psicoanálisis y tiene muchos chistes de psicoanalizado, que dice que tenía un analista tan ortodoxo que hacía dos años que se había muerto y todavía no se había dado cuenta...

-Me decías que Woody Allen es uno de tus gurúes, ¿hay otros gurúes más?

-No, pero sí influencias. Gurú él sólo, porque es lo más parecido a lo que yo quisiera hacer: los temas de los que habla, cómo los habla, ese tipo de humor me encanta, me divierte más que nadie. Ahora pasó una época negra en su creatividad, después de Soon Yi. Pero ahora está recuperando, se sostiene haciendo una película por año, puede que a veces le salgan bien y a veces, mal, pero ya tiene una producción con la que estar tranquilo. Porque tiene muchas películas extraordinarias como Crímenes y pecados, que habla de la culpa, de un tema denso. También me gustaron La rosa púrpura del Cairo y Zelig, que es la esencia misma del judío: tratar de parecerse dónde te toque, porque estamos todos perdidos en la diáspora, tratar de asimilarse.

-¿Qué cosas te gustan del humor actual?

-El humor americano y el inglés siguen siendo los que más me gustan en el mundo, algunas sitcoms me han hecho morir de risa como Two and a half men, la versión con Charlie Sheen, con extraordinarios libretos; Will & Grace; La Niñera original y Louis C. Kay, un zarpado que no lo detiene nada, que no tiene la menor autocensura. Habla de sus hijas, bebas, habla de la caca... También Wanda Sipes. De acá, me he reído mucho con Gasalla, en otra época. Él y Carlitos (Perciavalle) cuando estaban juntos eran impresionantes. También me encantan los Les Luthiers y humoristas gráficos como Quino; Maitena, con quien trabajé en Hagamos el Humor; Tute; algunas cosas de Nik; y Fontanarrosa. Juana Molina me encantaba, todavía la veo en las publicidades y me parece una genia. Y Capusotto, con su personaje de Kosher Waters, me mató. Casi no existen programas humorísticos, a la televisión no le interesa más, le debe resultar mucho más barato lo que hace ahora: realities, programas de chismes... porque lo otro te lleva una producción, hay que pagar actores. Yo laburé en "La Tuerca" y éramos un montón.

-Hay una pregunta que siempre les hacen a las mujeres humoristas y es por qué creen que hay pocas mujeres haciendo humor...

-Yo tengo una teoría (risas).

-Yo leí que decís que a los hombres no nos gusta que ustedes se rían de nosotros, pero en tus espectáculos hay hombres...

-Sí, y se matan de la risa, yo los cuido un montón, como loca...

-Menos al que se cayó de la silla (risas)

-En el teatro los cuido mucho, en los libros me he dado cuenta que escribo cosas que yo no puedo creer, te juro, pareciera que yo misma crucé una línea que ahora no me atrevería a cruzar, pero en su momento...

- ¿Qué línea?

-Con respecto a cosas que digo, en El amor en tiempos de colesterol, cuento cosas que la mitad está inventado, porque yo inventé ese estilo que la mitad es mentira y la mitad, verdad, entonces ahora ya no tengo escapatoria, y me parece que he dicho de más. Mi teoría es que a los hombres les gusta la humorista arriba del escenario, no les gusta para ellos, como mujer, y a las mujeres nos interesa, me incluyo, el hombre aparte del escenario. Creo que eso frena mucho a las mujeres. Se hizo un estudio en una universidad y se les preguntó a hombres y mujeres qué era lo que más temían del sexo opuesto. Las mujeres dijeron que lo que más temían era la violencia física y los varones, que lo que más temían era que se rieran de ellos.

-¿Y vos creés que hay pocas mujeres haciendo humor?

-Yo creo que cada vez hay más por suerte, por ejemplo, la mujer de (Sebastián) Wainraich, Dalia Gutman; hay una que es genial que la tengo en Facebook, Flora Alcorta, muy graciosa. Pero sí hay muchas menos en comparación Y son muchas las cosas por las cuales para la mujer es más difícil. Primero porque el humor es completamente lo opuesto al mandato femenino. Tiene que ser irreverente, impulsivo, sin censura, atrevido, desprejuiciado, tiene que escapar... y a las mujeres se nos pide que seamos discretas, humildes, dulces, respetuosas, obedientes y en lo posible, mudas (risas). Es un poco antiguo como pensamiento, pero básicamente me parece que estas cosas siguen funcionando.

-A pesar de que, como dijimos antes, hubo avances...

-Hubo avances, pero otra cosa que me parece importantísimo es que para hacer humor tenés que tener una libertad interior, el coraje de decir en voz alta lo que pensás y no todas las mujeres lo tienen.

-¿Y creés que responde a esto del mandato?

-Sí, a algo que va a llevar tiempo... Hay nuevas generaciones de chicas que están haciendo humor que son irreverentes, que no están tan atadas como las generaciones anteriores.

AGENDA. Próximas funciones.

27 de septiembre: El amor en tiempos del colesterol, en el Teatro del Hipódromo (Ciudad de Buenos Aires)
19 de octubre: Algo sobre mi madre (todo sería demasiado), en la Sinagoga Beth Torah Miami.

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