Llenar el vacío: Una película que habla en jaredí, con un acento laico

peliculafillokLa película de Rama Burshtein muestra una imagen autentica de la sociedad ultra ortodoxa, pero el pasado laico de la directora, y el hecho de que la sociedad jaredí no la silenció, lo que la empuja a expresarse. Mientras miro la película "Llenar el vacío" de Rama Burshtein, no pensé en nada. Simplemente lloré. Lloré, me sorprendí y me emocioné.

 Solo unos minutos después de salir del cine, que se estrenó en Nueva York el fin de semana pasado, se me ocurrió algo preocupante. La primer película que viene desde dentro del mundo ultra ortodoxo, que aspira ser una respuesta auténtica hacia la forma folclórica y humillante en la que fueron mostrados los jaredim en el pasado en la pantalla grande, ¿podría haber sido hecha por alguien que no se convirtió en observador de adulto, como la directora Rama Burshtein, sino que nació y creció dentro del gueto jaredí?

Para aquellos que se perdieron los primeros capítulos de esta saga, la película israelí más exitosa del 2012, "Llenar el vacío" cuenta la historia de Shira, una chica jaredí de 18 años, a quien le llegó el momento de encontrar un estudiante de yeshiva para casarse, apropiado a su status y temperamento. Los planes se ven interrumpidos, sin embargo, cuando su hermana muere en el parto de su primer hijo, dejando atrás a su viudo y a un bebé.

Aquellos que rodean a Shira esperan que se ponga en los zapatos de su hermana y se case con su cuñado, lo cual la coloca en el medio de una tormenta familiar. Puede parecer la clásica historia de una telenovela, pero como se lleva a cabo en el mundo jaredí, la audiencia se sumerge en un mundo de emociones contenidas y profundas.
Entre otras cosas, el logro de la película es que nos da una vista introspectiva del mundo jaredí. No están los prejuicios ni nociones románticas que uno suele encontrar en las películas con personajes jaredim, sino que las observaciones con complejas y honestas. Y funciona. A pesar de que la película contiene mucho amor de los personajes, al igual que música y estética jaredí, y muestra la solidaridad de la comunidad, también trata los desafíos que impone el modo de vida jaredí – por ejemplo, el encontrar pareja a través de una casamentera o la actitud hacia las mujeres solteras.

A pesar de que la película muestra una visión desde adentro, la mayoría de la audiencia observa desde afuera. Como uno de esos observadores, me pregunto cuál es la disonancia que existe en una película escrita y dirija por una mujer que describe una sociedad donde las mujeres no tienen voz. En la película hay escenas donde los hombres cantan alrededor de una mesa o en un casamiento (y cantan con melodía), mientras que las mujeres están al otro lado del cuarto, mirando en silencio. Detrás del silencio hay una memoria diluida del anhelo, contenida por todos los años de ser educadas al silencio.

Esto es particularmente obvio en una escena en la que Shira toca el acordeón para que su sobrino logre dormirse, mientras su padre escucha. Ella no puede cantar, pero puede tocar. Su voz está prohibida, pero sus dedos en el acordeón hablan por ella en una forma que engloba las restricciones de la halajá, la ley judía. Quizá se aplica lo mismo para la dirección de Burshtein de la película. Ella no aparece, ni lo hubiera hecho, si le gustara actuar. Un papel así no sería considerado modesto, según su comunidad. Aún así, su voz se escucha a través de sus instrumentos: los actores laicos que son libres de expresarse públicamente.

Puede que Burshtein pueda vivir en paz con el silencio que se les impone a las mujeres jaredí, porque encontró una forma de expresarse, dentro de las líneas y límites. Sin embargo, ¿es este modo de expresarse también accesible para las mujeres que nacieron en el mundo jaredí? ¿Habría Burshtein reunido la fuerza emocional necesaria para hacer una película si no hubiera nacido en el mundo laico donde le enseñaron a expresarse? ¿A crear? ¿Es coincidencia que las mejores películas sobre la sociedad jaredí fueron hechas por personas que fueron observadores en su adultez (como Burshtein y Shuli Rand, que hizo "Ushpizin"), o por aquellos que abandonaron la observancia, como David Volach ("Mi padre Mi Lord")?

La sociedad del kibutz tiene la misma disonancia. Por años había florecido por revolucionaron que abandonaron el antiguo mundo en el que crecieron y eligieron una vida con límites ideológicos. Estos miembros tenían creatividad e inspiración (por ejemplo, los escritores Natan Shaham y Amos Oz, o el artista Moshe Kupferman), en parte porque llegaron al kibutz empapados de una cultura rica de la cual eligieron alejarse.

¿La libertad de su elección se perdió en las próximas generaciones que nacieron y fueron criados en la doctrina? ¿Es coincidencia que la creatividad de los kibutz surgió en aquellos que llegaron allí por elección, o en aquellos que lo dejaron por enojo o falta de interés (como Meir Ariel, Ayin Hillen y Matti Caspi)?

Parece que lo que genera obras creativas significativas en las sociedades cerradas es la tensión y fricción entre ellos y el mundo exterior. Tanto si es por aquellos que recientemente ingresaron, o por aquellos que recientemente lo abandonaron, el camino hacia la creatividad parece pasar por el espacio entre los dos mundos. La esencia de la inspiración deriva de esta tensión.


Eso es lo que hizo Burshtein en "Llenar el vacío". Ese es su poder. Significa que la primer película que habla "jaredí" con fluidez, la película que finalmente le da a la audiencia una imagen autentica de la sociedad jaredí, es en realidad una película bilingüe – o una que habla con una voz fusionada – jaredí y laica al mismo tiempo. Tiene elementos de ambos mundos, mezclando la sensibilidad laica con el punto de vista jaredí que usualmente rechaza el marco de referencia del mundo laico.

 Fuente: Haaretz.com

Traductora: Mariel Benedykt

 

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