Se buscan planchas para frentes marchitas

uruguay-boyokDesde Madrid

¡Rrrring! Me despierto. Estoy en España. Prendo el informativo.

Ayer Uruguay perdió 2 a 1 frente a España. Ahora tengo que aguantar que unos payasos que se hacen llamar "Los Manolos" se dediquen a denostar a la celeste y dejarnos bien llenos de su baba autobombo.

 

 Me caliento y les envío un mensaje por el Facebook. Nunca lo van a leer, ya sé, pero igual se los mando.

Tengo un nudo en la garganta.

Debería estar escuchando a Kesman, diciendo que matemáticamente todavía tenemos chance y no a estos gallegos que muestran en todos los ángulos los goles que nos hicieron. (Son madrileños y no gallegos, pero da igual).

Tengo un nudo en la corbata.

Quizás sea porque todavía no terminé el primer café y que la vecina rumana le grita como una descocida a los pobres viejitos que cuida.

Tengo un gudo en la nartanta.

La mañana ibérica me hace pensar en muchas cosas, me hace conectarme a cierto circuito extraño.

Tengo un tugo en targranta.

Lector: ¿De qué hablas morocha?

Autora: Pienso que ya hace casi cinco años que estoy en España y la identidad charrúa saca sus garras para no dejar ir ese pedazo de tierra oriental que vive en mi memoria. Pienso en eso que dice la gente, "que abrís y cerras los ojos y se te fueron diez años. A mí se fueron cinco. Tal vez se trate de no cerrar los ojos, de tenerlos bien abiertos. Quizás para aquellos que el tiempo se va en un abrir y cerrar de ojos, pasan demasiado tiempo dormidos. Pasaron (casi) cinco años y a veces camino en la calle y en la soledad de pensamientos me descubro razonando en gramática gallega, ¡joder tío! Diciendo palabras a viva voz que dichas en tierras yoruguas sonarían a las peores mala palabras. (Entiéndase el equivalente de "agarrar" y de "almeja", por ejemplo).

Así que uno se aferra a esa identidad con uñas y dientes. Uno, porque hay otros que no. Que niegan ese pasado rioplatense y te suavizan las y, las ll, y te dicen: "vamos a la plaia, a comer paeia de poio". Y vos los mirás con cara de "¿Qué me hablas así? Si vos naciste el Barrio Sur, en Canelones y Río Negro, ¡botija!".

El otro día fuimos a ver a los Buitres. Vinieron a tocar en Madrid. Salía 10 euros la entrada pero fuimos igual. (¡Qué un día es un día, tío, joder, coño).

Entonces algo extraño sucedió. Fuera de la Sala Moby Dick era Madrid, pero al pasar por la puerta nos metimos en un agujero negro geográfico. Caímos en una isla uruguaya en el corazón de la capital española. Había gente con remeras de Peñarol, banderas uruguayas colgadas de la barra, y gente hablando muy fuerte, marcando mucho el acento uruguayo, mencionando barrios (Sayago, Buceo, Pocitos, Paso Carrasco, La Blanqueada, La Unión), bebidas (Agua Salus, Patricia o Pilsen y Jugolín que te alegra la vida) y recuerdos colgados como postales en la memoria colectiva de todos los que estábamos ahí. Cuando apareció la banda había una emoción atómica en el ambiente. Sobre el escenario no sólo estaba un grupo de música, estaba nuestra identidad, nuestro pasado, nuestra familia y amigos, lo que dejamos. Lo que fuimos y ya no somos. Porque uno jamás podrás volver a ser aquel que se marchó. Por eso Gardel volvía con la frente marchita y sin plancha para estirarla.

Me gusta vivir aquí. No me quejo. Pero hay días que al mirar para fuera en la ventana del bus, en lugar de la Puerta de Alcalá me gustaría ver a Artigas rodeado de palomas en la Plaza Independencia.


Al menos por allí cuando vuelva y hable con el taxista, no me preguntará si soy argentina, como era ese "tal Gardel".

 

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos