Como ser optimista en el Medio Oriente

playaokRepetidas encuestas muestran que los israelíes son de las personas más felices y optimistas del mundo Occidental. Uno de estos estudios, llevado a cabo por Gallup, puso a Israel dentro de la lista de los 10 países más "felices", junto con Nueva Zelanda. No se sabe que relevancia tiene este tipo de encuesta, pero casi todas las personas que conozco responden a estas estadísticas con pura sorpresa.

Los resultados son contrarios a lo que uno intuiría. Para ser un país con tales amenazas, con riesgos de guerra y terrorismo, y con desafíos internos tan profundos, la felicidad no es la primera emoción que a uno se le ocurre. Los judíos israelíes están orgullosos de ser duros y cínicos. Quizá sea parte de vivir en una región tan peligrosa, o de pertenecer a un pueblo con una historia de persecución, pero la alegría es asociada a la ingenuidad, en lugar de a una actitud positiva hacia la vida.


Este contraste se manifiesta si uno compara el sentimiento de vida y pasión de las calles de Israel con los depresivos títulos de los diarios, o con el análisis negativo de los expertos israelíes sobre el predicamento regional. Es difícil, especialmente para aquellos que visitan Israel, pensar en los peligros que el país enfrenta cuando uno ve el ánimo en la playa de Tel Aviv.

Hay numerosas explicaciones para este misterioso optimismo. Algunos dicen que es el resultado de que después de decadas de conflicto, los israelíes dejaron de sentir miedo. Otros dicen, entre ellos el escritor del New York Times Ethan Bronner en una discutida columna de la semana pasada, que los israelíes se están concentrando más en los asuntos internos, preocupándose más por sus vidas privadas que por el drama nacional; esto indicaría que la ignorancia trae esta felicidad.

Sin embargo, puede que una explicación más profunda sea que hay diferencias concepciones de lo que es el optimismo. Para muchos, el optimista es aquel que puede ver lo positivo de cualquier situación, aquel que se concentra en apreciar lo bueno y prometedor que tiene la realidad. Este tipo de optimismo puede ser peligroso, especialmente en el Medio Oriente. Puede llevar a una distorsión de la realidad y a que uno no comprenda la gravedad de las amenazas que enfrenta Israel. El resultado puede ser una esperanza que crea falsas expectativas, y puede generar miseria en el futuro, en lugar de felicidad.


Hay, sin embargo, otra concepción del optimismo que se aplica mejor a la mentalidad sionista y a la tradición judía. Podemos ser positivos y tener esperanza, no porque la historia actual de Israel este llena de buenas noticias, sino porque sabemos que la historia completa aún no termino de escribirse. Aún podemos trabajar para darle forma al nuevo capítulo de la historia de Israel; las decisiones que tomamos y la integridad con la que las tomamos importan. En esta versión, el optimista no es aquel que ve el vaso lleno, sino que aquel que cree que aún es posible, con paciencia y perseverancia, llenarlo.

La actitud era tan importante para los sionistas que construyeron el Estado como para los ciudadanos de Israel hoy. Es lo que nos permitió concentrarnos en lo que podíamos construir en la tierra de nuestros ancestros que nos ofreció la ONU en la Partición. Es lo que produce la innovación e ingenuidad que caracterizan a los israelíes hoy en día, preguntándonos que podemos crear a partir de lo que tenemos. Es esto lo que debería disparar la búsqueda de paz y seguridad, no debemos creer que hay una paz idílica a nuestro alcance, sino que debemos reconocer que tenemos el poder de hacer nuestras vidas mejores, más seguras y más pacíficas a través de decisiones sabias y acciones efectivas.

Este tipo de optimismo es inspirado por la tradición judía. El Presidente Shimon Peres suele decir que una de las mayores exportaciones judías es la insatisfacción. Quizás otra forma de explicar esta idea es que el imperativo bíblico de ser "un reino de sacerdotes y personas divinas" (Éxodo 19:6) lleva a uno a preguntarse cómo puedo mejorar el día de mañana y a creer que la mejora constante es posible. Para el judaísmo, y la historia judía, lo principal es llegar al último destino, en las manos del mesías, es reconocer nuestra capacidad de movernos en la dirección correcta.

Cualquiera que conozca la historia judía, con el milagro del establecimiento de Israel, con los peligros que superamos, no puede evitar ser optimista. Esto no es porque el resultado sea claro, sino por el poder inherente al creer que aún tenemos el destino, en parte, en nuestras manos.


Fuente: Jerusalem Post

Traductora: Mariel Benedykt

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