Sueño sin cuentas de una noche de Omer

Nota: El que busque aquí coherencia sólo encontrará delirio. Pero quizás con suerte, y si sabe leer entre líneas, logre hallar migajas de sabiduría.

Jim Morrison canta “C´mon baby light my fire” desde una anónima estación radial.

El sonido llega desde el bosque que arde en llamas junto a mi ventana. Llamo a los bomberos que al llegar junto a la llamarada bailan como jasidicos de Centro Europa.

El vecino argentino prende un fuego para su asadito familiar en la terraza y en el aire se huele un sabroso chamuscado parrillero. Morrison y el porteño ignoran que han lanzado en el viento señales certeras de una festividad judía que involucra el fuego y a los Simpson: Lag Ba Omer, o la cuenta de Omer (o Homero para los amigos). Por el campo corre Diana la Cazadora con arco y flecha tratando de darle en el blanco a una diana, lo cual me parece un gesto un tanto antropofágico.

Si me quedaba alguna duda, me termino de dar cuenta que estoy soñando cuando de una cueva sale Rabi Shimón Bar Iojai, “ Uffff…. 12 años ahí adentro, me duelen todos los huesos, che. Me explica que "ómer" significa "pequeño manojo de espigas".

Rabi Akiva se suma a la charla y dice: “aquí va mi explicación de Akiva, aquí va” dice Akiva: “El manojo de espigas es lo que cada Hijo de Israel debía ofrendar en el Templo el primer día de Pesaj . “Levítico XXIII, 10-11”, aclara mostrándome la tablet de Ipad en el que efectivamente se lee dicho pasaje bíblico. “Tengo una aplicación para cada festividad”, me dice.

¿Entonces la Cuenta de Omer no tiene nada que ver con Homero Simpson? Le pregunto.

Nada que ver, pero para nada, para nada… aunque con gusto me tomaría una cerveza “Duff”.

A nuestro lado se enciende un cartel luminoso en un establecimiento. En él reza de forma intermitente “BAR KOJBA”.

¿El dueño de ese bar venderá cerveza? Le pregunto.

Akiva se pasa la mano por la frente como diciendo “por dios a esta ignorante de done la sacaron”. Me observa de forma “sorprendida-desaprobadora” y me muestra la información en su Ipad. Allí puedo leer en la Hebreopedia: “ Bar Kojba fue un líder judío, que luchó junto a su ejército hebreo durante tres años contra los romanos. En el día 33 de la cuenta del Omer fue un punto decisivo de las luchas a su favor “.

Akiva guarda su Ipad en un morral de corderito y se despide: “Ahora te dejo que tengo que ver como una gota de agua puede hacer un agujero en una roca. Eso es constancia constante y sonante. Sobre todo sonante, porque el agua cuando cae, hace plic, plic, plic…

Akiva se marcha y veo en él un hombre capaz de inspirar 24.000 alumnos. Diana sigue corriendo por ahí con el arco y la flecha. Detrás la siguen unos niños que la imitan, llevando sendos artefactos de caza. Delante de ella un árbol con una diana dibujada corre como si se le fuera la vida en ello. Los relojes se han detenido. El almanaque señala el día 33. Con el silencio del contador, el duelo de las hojas del calendario se toma un respiro. Hay lugar para la fiesta. Sobrevuelo Israel y veo la cientos de llamaradas que arden en todos los rincones de la Tierra Prometida. Fuegos grandes y pequeños, que elevan el delicioso sabor chamuscado de la carne asada. Un fuego que aleja el dolor. Que ilumina rostros infantiles. Que cuentan historias de un pueblo que vive y celebra las rebeldías de un hebreo que no se conformó con lo que quisieron imponerle.

Me despierto y en el calendario hebreo que tengo pegado con un imán a la heladera veo que es Lag Baomer. Jim Morrison canta “c´mon baby light my fire” en la radio de mi vecino argentino. Al verme abrir la ventana me exclama desde su balcón: “ Che uruguaya, ¿se vienen hoy a comer un asadito?”

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