Breve historia de los Macabeos II: la resistencia armada

Tenemos entonces a Antíoco IV, emperador del Imperio Seléucida, antes Babilonia, siendo fuertemente humillado por un embajador de Roma en las puertas de Alejandría. Quizás por ganas de desquite, quizás por haber escuchado del regocijo de la pequeña Judea ante su bochorno, en el -167 decide que el judaísmo no existirá más: que los judíos se helenicen y sean súbditos leales como la mayoría del Cercano Oriente. Hombres como Josué-Jasón y Onías-Menelao, los sumos sacerdotes, se mostraban muy proclives a asimilarse a la cultura griega, y ellos encabezaban facciones considerables de Jerusalén debido a su cargo, por lo que no sería demasiado difícil. En consecuencia, Antíoco ordenó que se erijan estatuas de Zeus en el Templo, convertido en santuario griego; que se realicen sacrificios a la manera helena; que se prohíban la circuncisión, el shabbat y la kashrut, y que se destruyan las Sagradas Escrituras.Todos aquellos que acepten esas ordenanzas serán dejados en paz y considerados súbditos leales del emperador. Por primera vez en la historia, se comienza una persecución de carácter religioso y no nacional. Resulta sorprendente que esto suceda inicialmente con los judíos, y, como nota al margen, pienso que se articula perfectamente con el concepto de alosemitismo que trabaja Zygmunt Bauman, entre otros..
El horror que sentían los judíos conservadores era indescriptible. Antíoco, con sus estatuas y su carne porcina había golpeado allí donde más duele, en el ideal. Había profanado lo sagrado, y había obtenido apoyo de una parte considerable del pueblo para esa sacrílega empresa. Los conservadores soportaron tortuosos castigos por negarse a comer carne de cerdo, y los relatos que se hallan en Macabeos II van a sentar un precedente en la posterior tradición judeo-cristiana del martirologio.

Sin embargo, en determinado momento se realiza un giro actitudinal y se pasa de la aceptación pasiva del sufrimiento como prueba a soportar o como demostración de fe, a la resistencia activa de responder a la violencia con violencia. Dicho giro comienza con un anciano llamado Matatías (en castellano),un líder comunitario, que decide retirarse con sus 5 hijos a Modín, a 27 km de Jerusalén. (Siguiendo a Flavio Josefo, Matatías descendía de Asmón, por eso a veces a esta familia de la conoce como los Asmoneos.) Lo que desencadenó la revuelta macabea fue, como en otras oportunidades, un asesinato: un oficial de Antíoco le pide a Matatías que realice un sacrificio a Zeus. Matatías se niega, y cuando otro judío se ofrece a realizar el sacrificio en su lugar, el anciano, iracundo, mata al judío y al oficial seléucida.

Se les viene la noche, las noticias corren como la aún no inventada pólvora. Se exilian presurosos en las colinas de Gofna, al noroeste, y en el camino se les unen judíos contrarios a las nuevas leyes y bandos de hassidim, término que se puede traducir como los piadosos, y que se hallaban totalmente comprometidos con la religión, siendo ajenos a la política. Se formó una banda guerrillera, reforzada por el impulso de los hassidim, que luchaban como unos auténticos fanáticos. Matatías murió en la huida, y su tercer hijo, YehudahaMakkabi -Judas el Martillador- quedó como líder. Judas fue más notableguerrero judío desde los tiempos de David, y sus posteriores batallas lo confirmarán como tal.

Las colinas de Gofna estaban en territorio samaritano, gobernado por Apolonio, quien pensó que sería sencillo sofocar la revuelta. Después de todo, los judíos no tenían ni tradición guerrera ni educación militar, por lo que avanzó despreocupadamente. La banda guerrillera lo emboscó, matando a Apolonio, cuya espada quedó en manos de Judas para posteriores enfrentamientos. Como en otros casos, esta victoria inicial alentó a los judíos, y más rebeldes se unieron a sus filas, mientras que en Jerusalén los conservadores comenzaron a causarles problemas a los judíos pro-helenizantes.
Antíoco en el -166 mandó una fuerza mayor para ocupar Jerusalén y lidiar con los Macabeos. Nuevamente, Judas y sus hombres los emboscaron en Betorón, a unos 20 km al noroeste de Jerusalén. Ya iba una segunda fuerza seléucida que caía bajo una banda de guerrilleros sin instrucción militar, pero con decididas ganas de luchar hasta el final.

Sin embargo, la pequeña Judea era lo menos importante para el emperador, ya que todas las provincias del este del Imperio Seléucida se habían declarado independientes, dejando de pagarle impuestos. Por lo tanto, delegó la cuestión de la revuelta judía en manos de su ministro Lisias, mientras él podía dedicarle toda su atención al leitmotiv de esta historia: conseguir dinero de donde pueda y a cualquier costo.

Lisias llevó un fuerte ejército hasta Emaús, 22 km al oeste de Jerusalén. Judas se hallaba en una fortaleza en Mispá, con unos tres mil hombres, realmente poco frente al gran ejército que lo estaba buscando, y se mantuvo a la defensiva, ya que no podía arriesgar un enfrentamiento en batalla campal. Lisias, impaciente, se negó a esperar, y ese fue su error: dividir sus fuerzas y enviar una parte a Mispá. Judas estaba esperando ese error, y llevó a sus hombres al ataque a Emaús, donde se había quedado solo una parte del ejército seléucida, quedando rápidamente derrotada. Cuando el contingente que volvía inútilmente Mispá se encontró con Judas, se halló sorprendido y desorientado, factor que precipitó su capitulación. Por tercera vez consecutiva, un puñado de judíos rebeldes derrotaban al imperio más vasto de la época.

Luego de una cuarta batalla victoriosa para los macabeos, la guerrilla logra entrar a Jerusalén, y si bien los puntos fortificados de la ciudad seguían en manos helenas, los Macabeos se apoderan del Templo, consagrándolo nuevamente, derribando las estatuas e instituyendo un nuevo sacerdocio, que nunca haya aprobado las leyes seléucidas.  Esto fue en el -165, y fue en ese contexto donde tiene lugar el milagro de Januká.
No obstante, para Judas Macabeo reconquistar el Templo no consistía una victoria definitiva, ya que seguían habiendo contingentes seléucidas en los alrededores. Dividiendo sus fuerzas con sus hermano Simón, se dedicaron a limpiar el sur de Siria de tropas que obedezcan a Antíoco, quien murió en -163 en lo que ahora es el Irán central. Su hijo Antíoco V y su ministro Lisias se empeñaron en sofocar la revuelta macabea, y un año después en la batalla de Betzacaría, los macabeos fueron derrotados. Se cuenta que en ella, Eleazar, uno de los hermanos de Judas, se abrió paso hasta un elefante que usaba el contingente seléucida y lo apuñaló, esperando que estuviese portando al rey en persona. No solo que el elefante no llevaba al joven rey, sino que se desplomó y cayó sobre Eleazar, aplastándolo hasta la muerte.

Sin embargo, a pesar de que las fuerzas seléucidas ocuparon Jerusalén, Lisias se cuidó mucho de interferir en los asuntos del Templo, ya que existían otros aspirantes al trono y no quería desperdiciar fuerzas en la pequeña Judea. Por eso ofreció plena autonomía religiosa a los judíos, si aceptaban la soberanía política seléucida. Esto fue suficiente para los hassidim, quienes se apartaron de la lucha, diezmando las tropas macabeas, lo cual constituyó un claro triunfo para Lisias, demostrando una vez más que la softpoliticsresulta mucho más eficaz que la fuerza bruta.
En los años siguientes, Antíoco V y Lisias murieron, y Demetrio I, sobrino del anterior Antíoco IV, ascendió al trono. Éste designó un sumo sacerdote que controlase el judaísmo en interés de su imperio, y nombró a Eliakim, quien prefería llamarse Alcimo, su nombre griego. Como pertenecía al viejo linaje sacerdotal de Sadoc, que se remontaba a los tiempos de Salomón, los hassidim lo aceptaron.

Judas, perseverante, intentó interesar a Roma en la cuestión judía, por lo que Demetrio se apresuró a enviar un fuerte contingente que acabe con el guerrero hebreo. En el año -161, al mando de unos escasos 1000 hombres, encontró la muerte uno de los más grandes guerreros y estrategas de la historia judía. Sus hermanos Jonatán y Simón, ambos sobrevivientes, lo enterraron en la tumba familiar en Modiín. Su resistencia, combinada con los problemas internos del Imperio Seléucida, salvó el judaísmo, teniendo una importancia decisiva para la historia mundial. Cuatro años después su hermano Jonatán ocupó el cargo de gobernador de Judea, y posteriormente vistió los ropajes de sumo sacerdote, luego de nueve siglos de control de dicho cargo por el linaje de Sadoc. Bajo su mando, los Macabeos dominaron a ambos lados del Jordán sobre una superficie de 2000 kilómetros cuadrados.


*Toda la información de este artículo y el anterior procede de Isaac Asimov (2012) La tierra de Canaán. Alianza Editorial.


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