Janucá simboliza las guerras y los conflictos del pueblo judío


Siempre que estudio y vuelvo a estudiar la historia de Janucá y los Macabeos, no puedo dejar de ver similitudes y diferencias entre aquellos días y lo que estamos viviendo en estos tiempos. No voy a tratar de sacar conclusiones para nuestros días, eso se lo dejo al criterio de los lectores. Soy una persona a la cual le encanta la historia y trato de aprender de ella; como Seneca el romano dijo: “historia magister vital” (la historia es la maestra de la vida). Aunque muchas veces llego a la conclusión que el hombre se especializa en demostrar lo contrario.
Más no quiero perder la esperanza y ruego siempre al Eterno que aprendamos de la larga historia humana y también de la larga y extraordinaria historia de nuestro pueblo. Y Janucá es tan actual que a veces me asusto de similitudes y posibles consecuencias; mas hoy escribiré sobre la historia y lo demás decidan ustedes.
En el año 167 a.c. estalló la rebelión de los Macabeos contra el gobierno griego seleucida. De acuerdo a la tradición, trató el rey griego Antioco Epifanes de convertir a los judíos en helenistas, profano el Templo de Yerushalaim, prohibió el estudio de la Torá y la circunsición de los varones. La rebelión duro tres años y en el año 164 a.c. triunfaron los judíos, entraron en la Ciudad Santa, purificaron el Templo, renovando el culto sagrado, festejaron ocho días la gran Victoria y constituyeron un estado judío libre y soberano. Hay historiadores que no aceptan a pie juntillas la versión tradicional y ven en la rebelión una Guerra civil entre judíos helenistas pro griegos y judíos tradicionalistas. Los helenistas se adhirieron o tomaron la iniciativa de utilizar al gobierno griego para doblegar a las fuerzas tradicionalistas. Eran un grupo de asimilacionistas que les molestaba la provincialidad de Judea. La mayoría de la población era tradicionalista y no antigriega, tomaban de los griegos lo que creían positivo y lo demás lo descartaban y también había una minoría ultrarreligiosa a la cual no le interesaba un estado judío, sino que querían la libertad religiosa y nada mas. Pero cuando los griegos (con ayuda de los helenistas asimilacionistas) quisieron anular la vida judía; se unieron la mayoría tradicionalista con la minoría ultrarreligiosa y exploto la rebelión. 
En un momento dado de la guerra, los griegos propusieron retornar a un status quo ante y renovar la autonomía religiosa y cultural de los judíos; y gran parte del pueblo abandonó a los Macabeos y en una de las batallas Yehudá Hamacabi salio a luchar con solo ochocientos hombres, perdió la batalla y la vida. Los griegos no cumplieron su palabra y eso reunión nuevamente a los judíos, que lograron triunfar y establecer un Estado soberano, bajo el gobierno de la familia Hashmonea (los Macabeos). El territorio de ese estado era muy pequeño: desde Lud y Ekron en el oeste, hasta las cercanías de Amman en el este, del río Yabok en el norte hasta Bet Tzur en el sur.

Esos eran los límites de la provincia Judea y el comienzo del estado Macabeo. Judíos vivían en otras zonas de Eretz Israel que no fueron parte del nuevo estado.
Griegos y samaritanos vivían también en lo que se considera la tierra de Israel. Los primeros Macabeos, Yehonatan y Shimón se intitularon “Nasí” (patriarca o príncipe), titulo bíblico que tenían los jefes de las tribus hebreas; y también fueron nominados Sumos Sacerdotes (ya que eran Kohanim, pero no descendientes de Tzadok Hacohen) y en esa forma pasaron a ser los dirigentes laicos y religiosos del Nuevo Estado.

Con el tiempo el estado Macabeo o Hashmoneo fue agrandándose en cruentas guerras y conquistas. Yojanan Hircano I (hijo de Shimón) conquistó hasta Bet Sheán en el norte y Beer Sheva en el sur hasta el Mediterráneo en el oeste. A su muerte, su heredero Yehuda Aristobulo I asumió el titulo de rey y su hermano Alejandro Yannai continuo la política de expansión, anexando los territorios del Golán, Gilad y Moab en la franja Oriental del Jordan, la costa oeste hasta la bahía de Haifa, en el Norte hasta Antioquía y en el sur el Neguev hasta Jalutza y Tzohar al sur del Mar Muerto.

Esos fueron los más extensos límites del Estado Hashmoneo (en el 76 a.c.). Dentro del país no había real paz. Los fariseos y saduceos no lograban convivir y ambos grupos se consideraban los verdaderos judíos, hasta que en la época de Alejandro Yanai se llego a una espantosa guerra civil, que terminó recién después de la muerte del rey y durante el gobierno de la reina viuda regente Shlomtzion, y la victoria farisea, aunque los saduceos continuaron existiendo hasta la destrucción del Segundo Templo. Yojanan Hircano I destruyó el templo de los samaritanos en Shjem y sojuzgó a ese pueblo.
En el sur conquistó Edom realizando una gran matanza y obligando al resto de la población a convertirse al judaísmo o expatriarse. Toda la época Hashmonea fue de búsqueda de una identidad judía. ¿Ser judíos de acuerdo a la Torá estrictamente o aceptar la ley oral que acompañaba a la Torá? ¿Tratar de ser griegos y parte de la cultura universal y no segregarse? ¿Aceptar lo positivo del helenismo, filtrándolo por un tamiz judío? 

No eran simples discusiones de salón, sino peleas que hasta derivaron en guerra fraticida. A esto hay que agregar los problemas políticos, relaciones con los vecinos y luchas dinásticas. Todo eso, junto con la expansión del Imperio Romano, (que en tiempos de la rebelión Macabea había firmado un pacto de amistad y ayuda mutua entre Roma y Judea); llevó al fin del Estado Hashmoneo y la conversión de Judea en provincia romana en el año 63 a.c. y cien años después a la destrucción del Segundo Templo, con todas sus espantosas consecuencias.

¿Hemos aprendido algo de ese hermoso y tremendo periodo histórico? ¿Encendemos las velas de Janucá y estudiamos los milagros de aquella época en este tiempo? No sé y me preocupa mucho esto. Veo tantos puntos similares que me preocupa mucho. 
El gran historiador Salo W. Baron (quizás el último de los grandes historiadores judíos que se atrevieron a escribir una historia judía de sus comienzos hasta nuestros días) escribió en 1956: “Como dijo cierto hombre de ingenio, la única lección de la historia es que ninguna generación aprendió algo de la historia. Pero esto es solo cierto porque el hombre no es un ser racional, pese a Aristóteles y Maimónides. Sus impulsos irracionales, sobre todo en problemas sociales, son a menudo mucho más fuertes que todos sus poderes de raciocinio. En consecuencia, la historia y sus lecciones, extraídas después de todo en un plano racional, no pueden hacer que un hombre viva de acuerdo con ellas en esa esfera irracional.-” Deseo confiar que estamos preparados para aprender de la historia y no ser como adolescentes que están seguros que no cometerán los errores de sus padres y los vuelven a repetir. Somos seres maduros y racionales y debemos tratar de no repetir los errores de la historia y hacer que nuestro Estado sobreviva por siempre. Que la luz de Janucá nos ilumine y veamos el real sendero para nuestro pueblo.

*Comunidad Taguel Aravá, Eilat
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Fuente: www.aurora-israel.co.il


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