Twitter le da a Arabia Saudita su propia revolución

Críticas a la familia real de este país, previamente desconocida, se han convertido en un tema común en los últimos meses. Jueces y abogados destacados han hecho duros comentarios sobre la corrupción gubernamental a gran escala, y la negligencia social. Las mujeres se burlan de los clérigos que limitan su libertad. Hasta el rey ha sido atacado. 

Toda esta disensión se da en el mismo forum: Twitter.
A diferencia de otras redes, Twitter le permite a los saudíes cruzar las fronteras sociales y referirse a temas delicados colectivamente y en tiempo real, a través de frases compartidas como “Corrupción Saudí” y “Prisioneros Políticos,” conocidas en Twitter como hashtags.
Con tanta gente escribiendo bajo sus nombres reales- hay unos 2.9 millones de usuarios en el reino, según un estudio reciente, y es la zona con crecimiento más rápido de Twitter del mundo- las autoridades parecen haberse rendido.

“Twitter para nosotros es como un parlamento, pero no el tipo de parlamento que existe en esta región,” dice Faisal Abdullah, un abogado de 31 años. “Es un verdadero parlamento, donde gente de diferentes opiniones políticas se encuentra y habla libremente.”
Si toda esta charla va a llevar a un cambio real es difícil de saber. Algunos escépticos ven la  inesperada tolerancia del gobierno como un plan intencional para hacer que las personas liberen la tensión, no muy diferente de los billones de dólares que el gobierno gastó en programas de bienestar social el año pasado en el comienzo de los levantamientos árabes: cualquier cosa para calmar una verdadera rebelión. En un país donde el entretenimiento público y vida callejera, por no hablar de las protestas, prácticamente no existen, pocas personas socializan afuera de sus familias, los medios sociales llenan una importante necesidad.

Igualmente, la repentina aparición de temas así en la crítica pública ha sido remarcable. Ha revelado, entre otras cosas, una asombrosa profundidad de enojo hacia la familia real que atraviesa el espectro político y ha llevado a algunos saudíes a preguntarse cuanto más puede sobrevivir esta conservadora y plácida sociedad sin una reforma significativa.
“Twitter ha revelado una gran frustración y la negación popular ante la situación actual,” dijo Salman al-Awd, un destacado clérigo que pasó varios años en la cárcel en los 90 por sus ataques en el gobierno y es ahora visto como un moderado. Tiene más de 1.6 millones de seguidores en Twitter.
“Hay una completa diferencia entre los gobernadores y los gobernados,” dijo. “Incluso aquellos que están a cargo de la seguridad no saben lo que la gente verdaderamente piensa, y esto no es bueno.”

La crítica más escandalosa hacia la familia real es, por lejos, la proveniente de una persona misteriosa llamda Mujtahidd. (La palabra significa “estudioso.”) Empezando al final del año pasado, Mujtahidd publica acusasiones sensacionalista y llenas de detalles sobre tratos corruptos de armas, y acuerdos secretos que involucraban a numerosos miembros de la realeza, incluyendo al rey Abdullah. Él suele escribirle directamente a las cuentas de Twitter de los supuestos malhechores. 

“¿Es verdad que tu cada en Jedda costó $1 billón pero cobraste $6 billones y te quedaste con lo restante?” escribió a principios de años al Príncipe Abdul Aziz bin Fahd, uno de sus blancos favoritos. No hay forma de verificar estos alegatos, pero la familia real claramente se los toma en serio, escribiendo fuertes negaciones. Él ahora tiene más de 660,000 seguidores.

Se dice que la familia real ha puesto un esfuerzo extenuante para revelar la identidad de Mojtahidd, sin ningún éxito. Los rumores dicen que él es un miembro alejado de la familia real, o alguien transmitiendo información de un pariente.
Mientras tanto, Mujtahidd parece haber animado a muchos otros saudíes.
El Día Nacional el mes pasado, por ejemplo, despertó mucha crítica. El día antes de la festividad, el ministro del interior, Príncipe Ahmed bin Abdul Aziz, declaró “nosotros disfrutamos de un modo de vida lujoso.” La declaración era supuestamente patriótica.

Pero en Twitter, muchos saudíes interpretaban el “nosotros” del príncipe como una referencia arrogante a la familia real, no la nación. El ministro, molesto, escribió una defensa. Eso atrajo más denuncias, incluyendo las siguientes: “Recuerda que no tenemos seguro medico, ni trabajos. Príncipe Salman” – Príncipe Salman bin Abdulaziz al-Saud, el aparente heredero- “tiene billones de dólares, y no te olvides de todas las cercadas tierras que le pertenecen a la familia real.”
Las emociones que se ven en Twitter parecen haber llegado a los medios tradicionales, donde columnistas y presentadores de programas de televisión no dudan en criticar al gobierno. Pero Twitter aún maneja la conversación.

Las nuevas voces no parecen estar llamando a una reforma liberal estilo oriente. Quien tiene más seguidores en Twitter es un clérigo, Muhammad al-Arifi, que cuenta con más de 2.7 millones de seguidores, superando a las más destacadas campeonas de los derechos de la mujer, por ejemplo, y a miembros de la familia real.
A principios de este año, cuando un joven saudí poeta y columnista llamado Hamza Kashgari escribió en Twitter comentarios que parecían criticar al profeta Muhammad, la Twittersfera saudí se llenó de denuncias y pedidos de su arresto y prosecución, incluso cuando los liberales orientales pedían clemencia. Volvió a Arabia Saudita tras intentar escapar a Malaysia, y permanece en prisión por cargos de blasfemia.

La crítica religiosa para ser una línea roja para todos los saudíes. Después de la controversia del mes pasado por un video anti-islámico, una etiqueta popular en Twitter era “Cualquier cosa menos el profeta.”

El gobierno tampoco tiene una política no intervencionista. Oficiales del ministerio del interior vigilar Twitter, bajo nombres falsos, calmando las críticas al gobierno y apelando a votos de lealtad al rey y el país.

También ha habido torpes esfuerzos para controlar la situación, incluyendo un decreto real que le prohibía a los jueces saudíes escribir en Twitter.
Ese decreto fue el resultado de meses de acusaciones verbales de los jueces contra el mal manejo del sector judicial. En Setiembre, 45 jueces renunciaron en protesta. “Hay una revolución en los círculos judiciales,” dijo Abdulaziz al-Gasim, un destacado abogado.

Pero Twitter permanece siendo un lugar donde se puede ver las opiniones de la sociedad saudí, lo cual antes era imposible para los extranjeros. El problema de los prisioneros políticos, por ejemplo – una categoría entendida por incluir tanto defensores de una monarquía constitucional e islamistas que se oponen al gobierno por sus creencias religiosas – atrae mucha compasión. 

En una tarde reciente, Abdullah, el abogado, se sentó en un café en la call Tahlia de Riyadh y abrió su laptop para leer diversas críticas en Twitter. Una de ellas, “Diario de la prisión pública,” es de un prisionera que escribe desde su celular que ocasionalmente consigue en su celda. Tiene 85,000 seguidores. Un mensaje: “Si ven a un prisionero durmiendo, no lo despierten. Puede que este soñando con la libertad.”

Un hashtag sobre el cine, que está prohibido en Arabia Saudita, muestra un vivo debate entre liberales que se oponen a la prohibición y conservadores que dicen que de lo contrario, se corrompería a la juventud.

“Esto está aumentando la cultura de los derechos,” dijo Abdullah. “Y esto importa. Ayer, escribí un tweet sobre el sistema de la corte, acusando a los jueces de arrogancia. El ministro de justicia mismo me llamo para hablar al respecto. Así que ya ves, lo leen.”

Fuente: New York Times
Traducido por Mariel Benedykt


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