La tortilla kosher de Cristobal Colón

Hoy es 12 de octubre, y en mi memoria resuena el mismo grito que lanza mi suegra cuando ve los muebles del comedor: “Tierra, tierra a la vista”.  Entonces voy a buscar el plumero que mucho tiene que ver en su estética con aquellos pobres indios tercermundistas que recibieron a Colón hace 520 años.  (Por las plumas, claro).

Una de las cosas que llama la atención es que un hombre se embarque en una carabela del tamaño de una nuez y cruce todo el océano para encontrar especies… o sea… si nos ponemos a analizar en profundidad, el tipo se cruzó todo el océano para conseguir ¿orégano? ¿nuez moscada? ¿pimentón dulce?  Muy raro. 

Dicen que le mostró un huevo para convencer a la Reina Isabel que la tierra era redonda, y está claro que el huevo de redondo tiene poco.  Quizás era una sugerencia de lo que le iba a costar la expedición, y era una forma sutil de decirle a Isabelita que fuera largando las joyas.

Por aquella época en España no comían tortilla porque la papa todavía no la habían traído de América. Así que quizás el huevo era una premonición de lo que hoy es uno de los platos más típicos del suelo ibérico.  Pero me estoy yendo por las ramas como un mono colgado del árbol genealógico charrúa. 

 Porque todas estas reflexiones comenzaron cuando me encontré con que hoy es 12 de octubre, y hace 520 años, un día después de TISHA BE AV, Colón salió del puerto de Palos, en el mismo año que expulsaron a los judíos de España.  Además en su tripulación predominaban presos que optaron por salir a lo desconocido antes que permanecer en el cadalso de por vida. Muchos sospechan que esos reos eran judíos conversos acusados por la Inquisición de judaizar.  Porque no hay casualidades en la historia, y que mucho hay de cierto en eso de que Cristóbal era de origen judío y catalán.  Una combinación que supone un gran amor por la aventura del conocimiento y por el brillo de los maravedíes (moneda medieval).  Registros históricos han convencido a los científicos de este origen hebreo del navegante.

En la lista de compra de Colón para llevar a las Indias se encuentran cosas como:  5 bolsas de pretzel, 3 kilos de humus, 4 kilos de falafel, 9 toneladas de pan de pitas.  Además un cuaderno  en la que se lee “RECETAS DE LA BOBE”. Esto nos hace sospechar que además de judío era ashkenazi. Cosa rara por aquellos tiempos que el concepto aún ni existía.  

Otras pistas se hallan en las cartas que Colón escribe a la Reina Isabel, en la cual se detectan en su caligrafía vestigios del formato hebreo en la redacción. Y también algunas frases que son sumamente sospechosas como por ejemplo se detecta en las siguiente carta escrita a bordo de la carabela y enviada posteriormente por los emisarios del genovés :

“Querida Isabel. Seguimos con la tripulación navegando por este océano infinito. Hoy pescamos con Abrahamernandez, Isaacerez y Moishogomez  varios kilos de pescado para cocinar unas ricas bolas que nos gusta comer por estas fechas.  Por suerte somos más de diez para cantar nuestras canciones favoritas que repetimos tres veces por día. El delegado de la inquisición nos mira con sospechas, por lo que te pido calmes sus ánimos y le pidas que deje de despertarnos con agua bendita todas las mañanas.  Es una pena que sistemáticamente todos los viernes se sienta mal del estómago y deba quedarse en su recamara mientras nosotros celebramos nuestro banquete semanal, con vino y pan trenzado que nada tiene que ver con el Shabat de los judíos, como maliciosamente ha querido sugerir el Inquisidor entre la fiebre que sufre semanalmente. Hemos detectado cierta tendencia al suicidio, por lo que no te extrañe que cualquier día de estos el Inquisidor salte por la borda al océano. Con afecto, Colón”

O esta otra carta ya escrita en tierras americanas.
“Querida Isabel: Hemos conquistado las Indias. Aquí la industria textil carece de sentido ya que contradictoriamente, todos andan en cuero. Hemos construido una preciosa Iglesia en tu honor, con un gran armario para guardar unos rollos antiguos que trajimos desde España y que van muy bien con la decoración.  Ahora podemos cantar nuestras canciones en esta preciosa Iglesia a la que preferimos dejar en un estilo sobrio, sin figuras humanas y mirando a Jerusalén.  Los cerdos y jabalíes de estas tierras son sagrados por lo que hemos decidido no comerlos por respeto a las tradiciones del lugar. Con afecto Colón”.

Quizás muchos pensarán que con esta columna nos hemos ido al mismo lugar (*) desde  donde Rodrigo de Triana grito lo mismo que mi suegra cuando viene a mi casa.  Pero todo lo que hemos dicho está basado en personajes reales excepto yo, que soy ficticia.

(*) Carajo: Canastilla de vigía en el palo de las embarcaciones al que se ataba a los marinos como castigo a malas acciones.  


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