Irán: Teshuva por los pecados aún no cometidos

Al llegar el Año Nuevo, se me hace difícil concentrarme en mis propios fracasos y deficiencias, las cuales han sido ampliamente demostradas durante el último año. Esto no es resultado ni de hipocresía ni de falta de voluntad. Mi dificultad surge del hecho de que me veo envuelto en el temor por el año que empieza. Particularmente, siento ansiedad por un potencial ataque israelí a objetivos nucleares iraníes. 
 
Como la mayoría de nosotros, no tengo conocimiento interno sobre la capacidad de Israel de llevar a cabo tal ataque, ni de si el éxito del mismo podría retrasar u obstaculizar permanentemente a un Irán nuclear.  No tengo mi posesión los papeles secretos que analizan las consecuencias a corto y largo plazo de un ataque exitoso o de un Irán nuclear. Ni siquiera sé si el consiguiente bombardeo de las ciudades israelíes resultará en “solo” 500 civiles atacados, como el Ministro de Defensa Ehud Barak ha establecido según reportes, o si las consecuencias en vidas y bienestar serán mucho más significativas. Dado el hecho de que no sé mucho, he dudado por meses si escribir sobre Irán, dejándole el lugar a otros- que tampoco saben.
 
Al llegar el Año Nuevo, sin embargo, me han recordado que el objetivo de la teshuvah no es solo arrepentirse de los errores del pasado, sino también reflexionar sobre el futuro y comprometerse a no cometer nuevos errores. En este contexto el silencio también es una posición, una con la que estoy cada vez más incómodo. 
 
Hay mucho que yo no sé, pero también hay mucho que sé. Sé que un Irán nuclear presenta un grave peligro para gran parte del mundo, para sus intereses en el Medio Oriente, sean políticos, morales o económicos. Sé que un Irán nuclear es peligroso para Israel y aumenta significativamente las amenazas que debemos enfrentar. Sé que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y los ministros de su gobierno son personas serias que al final siempre van a priorizar el bienestar de Israel por sobre sus futuros políticos e intereses personales. Sé que Israel solo elegirá atacar cuando se sienta suficientemente amenazada y tras la confirmación militar de que tal ataque tendría éxito.  
 
Mientras que sé todo lo anterior, no solo aumenta el miedo, sino también las preguntas sobre la legitimidad de tal ataque, porque hay otras cosas que también sé. Sé que la fe ciega y la confianza en cualquier institución humana es un error, un error al que los israelíes nos hemos inclinado en el pasado, en particular cuando se trata de la institución militar y de nuestro gobierno, cuando la seguridad está en riesgo. Hemos descubierto ya que nuestro ejército tiene fallas y que los individuos al liderar pueden tomar decisiones incorrectas, a pesar de tener buenas intenciones. La sangre de los miembros de nuestra familia nos ha enseñado que somos más leales y cariñosos cuando desafiamos nuestro liderazgo y tenemos una sana dosis de escepticismo con respecto al ejército israelí.  

También sé que hay múltiples obligaciones si uno solo busca complacer el bienestar. Solo la teoría de guerra limita la acción militar a instancias de auto-defensa. Permite una medida de ataques preventivos cuando la amenaza se acerca y otras medidas han sido tomadas. Como la mayoría de los israelíes, no me preocupa el daño que les causaría a los iraníes un ataque. Su engañosa búsqueda de armas nucleares, continua participación y apoyo al terrorismo y asesinatos a israelíes y judíos, y las continuas declaraciones de su liderazgo para la destrucción de Israel, han creado, creo yo, fundamentos suficientes para clasificar un ataque preventivo como auto-defensa y por lo tanto, legítimo y justo.
 
Las condiciones de guerra justa, sin embargo, no se aplican solo a los iraníes, sino también a la sociedad israelí, quienes pondrían a sus familias en peligro, tanto en el ataque como en la represalia. El pacto que los israelíes tenemos con el ejército es que este no solo se subordina al gobierno, sino también a los ciudadanos que son sirven en él. Nosotros conscientemente nos ponemos a nosotros mismos y a nuestros hijos en peligro, solo con la condición de que el ejército cumpla con su misión, que está contenida en su nombre, las Fuerzas de Defensa de Israel. El estándar de guerra justa para la sociedad israelí requiere no solo de la existencia de una amenaza, sino también el conocimiento de que la fuerza militar va a ser usada solo como un último recurso, solo cuando toda otra medida posible ha sido tomada, y solo cuando hay un nivel alto de certeza de que la nueva amenaza que será causada no es más grande que la amenaza que se quiere eliminar.
 
Mientras que no sé con certeza la respuesta a si llegamos a estas condiciones, sí sé que hay demasiadas de las personas más serias dentro de nuestro establecimiento de defensa en el pasado inmediato y en el presente que creen que no llegamos a estas condiciones. No está claro que las sanciones económicas hayan fracasado. No está claro que un ataque hará más que simplemente retrasar el progreso nuclear de Irán. No está claro que Israel tiene la capacidad militar para atacar Irán por su cuenta y tener éxito. No está claro que las consecuencias de tal ataque sobre las vidas israelíes no serán catastróficas. Con tantas cosas que no están claras no siento que los criterios de guerra justa se han reunido.
 
Sé que como regla general cuando uno piensa que uno es el único que “lo entiende”, con toda probabilidad uno no lo entiende. Aquellos que lo piensan, bastante seguido han sido víctimas del pecado de la arrogancia e hipocresía. Sé que Israel tiene amigos verdaderos en el mundo y que un Irán nuclear no nos preocupa sólo a nosotros, sino también a muchos de nuestros aliados. Consecuentemente creo que, si debemos actuar solos, probablemente no debamos hacerlo. 
 
No envidio a nuestro Primer Ministro, quien como líder elegido democráticamente no solo tiene la responsabilidad, sino el derecho legal de tomar decisiones que ponen a la supervivencia  de Israel en riesgo. En una democracia, nosotros los ciudadanos, sin embargo, somos los verdaderos soberanos, y nuestro liderazgo sirve a nuestro bienestar, y la mayoría de israelíes se han opuesto a un ataque solitario de Israel. Nuestras voces no cuentan solo en las votaciones, sino todos los días. 
 
Al llegar Rosh Hashana y el Año Nuevo, yo que sé muy poco, creo que ahora sé suficiente para decir: No. No nos arrepintamos solo de errores del pasado, sino que debemos aprender de ellos y emplear opciones militares solo como último recurso, e incluso así con gran vacilación, escepticismo y humildad. Solo así nuestras Fuerzas de Defensa merecerán su nombre y los estándares de justicia serán cumplidos no solo para los iraníes, sino también para los israelíes.


Traducido por Mariel Benedykt

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