Nuestro Hereje Favorito

Citando, representando y usando incorrectamente a Baruch Spinoza.

Las reinstauraciones románticas del hereje más notorio de la historia judía, Baruch Spinoza, parecen – como Deus sive Natura (Dios o Naturaleza) de Spinoza — no tener fin. Los románticos alemanes coronaron a este no creyente radical como un “hombre intoxicado por Dios”. Los sionistas alegaron que este excomulgado fue un ancestro ideológico del nacionalismo judío moderno. El despliegue de usos y mal usos de Spinoza por parte de aquellos que quieren encontrar en él un antepasado es testimonio de lo ilimitada que es la imaginación humana, irónicamente aquello que Spinoza veía como el enemigo cardinal de la razón y felicidad humana.

Habiendo pasado más de una década investigando las muchas reinvenciones judías modernas de Spinoza, creía que ya no era capaz de sorprenderme por lo descabelladas que eran. Hasta que, leí un artículo reciente del gran rabino británico Sir Jonathan Sacks, expresando su postura en contra de la decisión de una corte en Koln, Alemania, de prohibir la circuncisión.  
“¡Es difícil pensar una decisión más espantosa!” escribió Sacks. “¿Sabe la corte que la circuncisión es el ritual más antiguo en la historia del judaísmo, estando vigente desde hace casi cuatro mil años, en los tiempos de Abraham? ¿Sabe que Spinoza escribió que el brit milá tuvo el poder de mantener la identidad judía con el paso de los siglos?”

¿Se puede pensar en una decisión más espantosa? ¡Es difícil pensar una distorsión más asombrosa!
El Spinoza (quien consideraba las prácticas rituales del judaísmo completamente arcaicas y usualmente barbáricas) aludido por un rabino ortodoxo en defensa de cualquier ritual judío es bastante increíble, considerando especialmente lo que de hecho Spinoza pensaba sobre la circuncisión.

“Actualmente no hay nada que los judíos puedan atribuirse a sí mismos sobre otras naciones,” Spinoza escribió en el tercer capítulo de su “Tratado teológico-político.” “Con respecto a su permanencia por tantos años estando dispersos y sin un estado, no es de ninguna manera sorprendente, dado que se han separado de otras naciones a tal grado que son odiados por todos, no solo por los rituales que los diferencian de las demás naciones, sino por el acto de la circuncisión que observan religiosamente y…por sí mismo puede preservar su nación para siempre.”

Spinoza no está defendiendo en lo más mínimo esta  ni ninguna forma de observancia religiosa judía. Está describiendo fríamente su poder primitivo como un factor crucial en la supervivencia del pueblo, luego de haber culpado a sus víctimas de siglos de antisemitismo. De hecho, el capítulo entero es una desagradable polémica contra la doctrina de la elección de Israel, más acorde con un argumento a favor de la abolición de cualquier alojamiento especial acordado para los judíos por el estado moderno. Los tribunales en Koln podrían haber usado persuasivamente a Spinoza como apoyo a su decisión de prohibir la circuncisión.

La de Sacks puede ser la más sorprendente, pero no es la primera mala interpretación de Spinoza, como se hace evidente ampliamente en el nuevo libro de Daniel Schwartz que documenta cómo una imagen idealizada de Spinoza sirvió de inspiración para los judíos modernos. “El primer judío moderno: Spinoza, y la historia de una imagen” es una visión académica de una criteriosa –quizás limitada- selección de reclamaciones de Spinoza hechas por los judíos modernos, desde los maskilim del siglo 19, los defensores del Iluminismo judío, de Alemania y la Galicia autríaca, a los estudios académicos contemporáneos que tan a menudo presentan a Spinoza como el patriarca de los judíos laicos de hoy en día.
Como marra Shwartz, un comentario ligero de Spinoza inspiró a muchos pensadores sionistas a coronar a Spinoza como el profeta del estado judío moderno: “En efecto”, Spinoza escribió, “si no fuera por el hecho de que los principios centrales de su religión los han debilitado, no dudaría en creer que ellos (los judíos) podrían algún día…restablecer su estado independiente, y que Dios los volvería a elegir”. David Ben-Gurion se inspiró tanto en su lectura literal del comentario cínico de Spinoza que le pidió consejo al gran rabino israelí Isaac Halevy Herzog, sobre cómo revocar su excomulgación.

Lo que parece haber sido obviado por Ben-Gurion y otros prominentes sionistas es el profundo sarcasmo de Spinoza en su especulación de que Dios podría elegir nuevamente a los judíos. Según Spinoza, en primer lugar Dios nunca los eligió. Además Dios, como fue definido en “Ética” de Spinoza, está totalmente ligado a las leyes de la naturaleza, y por lo tanto no puede tomar ningún tipo de decisión.

Este gran entusiasmo por restaurar a Spinoza al seno de su gente no se limitó a los maskilim y los sionistas tratados por Schwartz en su libro. Había muchos más entusiastas de Spinoza en el lado opuesto del espectro político judío. Un anfitrión de ideólogos del Ydish anti o no sionistas, desde bundistas a comunistas adoptaron a Spinoza, a quien consideraban al primer “judío sin Dios”así como el fundador del determinismo materialista. Schwartz limita su tratamiento de la literatura judía de Europa del Este a un análisis de la imagen de Spinoza en la obra escrita de Isaac Bashevis Singer, pero varios escritores en yidish menos famosos se embelezaron con Spinoza. La lista de spinozistas yiddish parece un “quién es quién” de la literatura y cultura yidish del siglo 20.

El amor ciego de los judíos por Spinoza no estaba limitado a Europa o a intelectuales hebreos e yiddish. El mayor escritor judío canadiense, A.M. Klein, escribió “Out of the Pulver and the Polished Lens,” uno de sus más poderosos poemas, como tributo a Spinoza. El Lower East Side de la ciudad de Nueva York era un verdadero centro de la manía de Spinoza. Era dirigido por el historiador Jacob Shatsky nacido en Varsovia, quien manejaba la División Yiddish del Instituto Spinoza de América, una rama de Societas Spinozana, basada en La Haya. Shatsky coordinó un deslumbrante número de clases de Spinoza, todas en yiddish. Spinoza incluso se convirtió en una estrella en el escenario tanto en los teatros hebreos como los yiddish.
Para no pensar que solo los judíos laicos estaban involucrados en esta obsesión amorosa por Spinoza, y que Sacks fue el primer rabino en manifestar su apoyo, es importante notar que numerosos rabinos lo celebraron también. En 1891, como parte de una serie titulada “Judíos conversos, pervertidos y disidentes,” Joseph Krauskopf, rabino radical de la Kneseth Israel de Philadelphia, sacó a Spinoza de cualquier sospecha de ser un pervertido, y proclamó: “Toda la historia de Israel muestra que no hay un judío más verdadero, puro y noble”. Más de 40 años después, el rabino Samuel Schulman del templo Emanu-El de Manhattan le dio a Spinoza la bienvenida de vuelta al judaísmo, declarando: “La sinagoga lo ama…Amamos y veneramos su memoria. Sea Baruch bendecido”.
En 1956, en la conmemoración del yahrzeit de Spinoza en La Haya, un monumento fue consagrado en su honor, con la simple inscripción “Amcha”. Fue así tallado en granito el sentimiento compartido por los judíos modernos  de que Spinoza merece el reconocimiento como un honrado miembro de su tribu, sin importar su desprecio por las tribus judías.
Incluso hoy, muchos afirman pasionalmente el sentimiento puesto en piedra en La Haya. El pasado diciembre, en una conferencia internacional de Spinoza en Jerusalém, presidida por el eminente historiador y spinozista Yirmiyahu Yovel, fui regañado públicamente por Yovel por haber llamado a Spinoza “el judío no judío por excelencia”, en lugar de “el primer judío moderno”. Por lo que, argumentos pasionales, del estilo que están ahora documentados por Schwartz, sobre el judaísmo de Spinoza y su relevancia en nuestros tiempos, todavía enriquecen y enfurecen a los judíos, y probablemente seguirán haciéndolo – sin fin.


Fuente: Haaretz
Traducido por Mariel Benedykt



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