Israel mediático y cotidiano


Año tras año, terminada la época de "los jaguim" (las fiestas) de septiembre – octubre, en Israel nos despedimos del último jamsín (viento cálido y seco), a la vez que nos sumergimos en lo que todos esperamos que sea un año sin sobresaltos.  Los padres ansían que ¡por fin! los chicos vayan a la escuela durante dos meses seguidos (hasta que lleguen las vacaciones por la festividad de Janucá).

Los que trabajan, se reincorporan (con algunos kilitos de más) a sus puestos, y los que no lo tienen, se aferran a la esperanza, de que concluída la parálisis nacional (que posterga todo para "después de las fiestas"), lo consigan. Los estudiantes vuelven a hacer malabarismo con las bandejas que cargan en bares y restaurantes, en donde muchos de ellos trabajan. Los políticos retoman la rutina de visitar sus despachos, los canales de televisión, o viajar al exterior, cada uno según su preferencia.

Pero hay una instancia que tiembla si se nos cumple al pie de la letra nuestro sueño. Los Medios. Porque, si no hay guerra ni huelgas, ni ningún drama ¿con qué van a llenar sus respectivos espacios? Esto no es un problema menor en un país en el que las estaciones de radio transmiten boletines informativos cada media hora y numerosos noticieros televisivos, a diario.

Por suerte, además de magnificar temas intranscendentes (como el contenido antisionista de una telenovela turca de muy bajo rating), o pormenizar de manera macabra detalles de algún crimen, esta sed mediática también da lugar a que un tema álgico, como la polémica amenaza de deportar hijos de trabajadores extranjeros ilegales, ocupe su merecido lugar protagónico en los titulares. También temas positivos, como el premio Novel de Química, que recibió la Profesora Ada Yonat, logran acaparar la atención por un buen rato.

Pero hay un tema que uno no sabe qué es preferible: que esté o no presente. Me refiero al soldado israelí Guilad Shalit, que permanece secuestrado desde hace más de tres años. Cuando hablan de él, temblamos de que algo de lo que se dice pudiese perjudicarlo. Si su nombre no se menciona, tememos que "los de arriba" se olviden de él. Pero al mismo tiempo queremos creer que el silencio tal vez sea buen síntoma y que su liberación se está "cocinando" sigilosamente. Amén.


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