Es muktsa: Construir un cerco alrededor de un cerco alrededor de los asentamientos

Durante semanas ya, nuestro Primer Ministro, el gobierno, el sistema judicial y la prensa han estado dedicándole un tiempo desmesurado a discutir el futuro de seis construcciones, llamadas Ulpana Hill, en Beit El.  La Suprema Corte después de años durante las cuales la cuestión pasó por los juzgados, dictaminó que deben ser quitadas, porque fueron construidas en propiedad privada, un hecho que viola tanto la ley internacional como la propia política de Israel concerniente a asentamientos en Judea y Samaria, una política que sólo considera legales a los asentamientos en tierras públicas.  El Primer Ministro Netanyahu, como lo ha hecho desde que asumió el poder, y con el apoyo de un número de ministros, se ha negado a ceder a la política populista y la presión, apoyando a la Suprema Corte y a la ley, ha ordenado que las casas sean quitadas y que cualquier proceso legislativo que intente circunvenir la decisión de la Corte debe ser derrotado.  A pesar del desenlace una cosa está clara el movimiento de los colonos, sus líderes y los que los apoyan han ganado la batalla de hoy.  La cuestión estriba en si también han ganado la guerra.  

Una de las brillantes estrategias incorporadas regularmente dentro de la ley judía es el principio de muktsa, literalmente de apartar, un principio que le enseña a un individuo que no debe ni tocar aquello que no debería usar.  Este principio es parte de una estrategia halájica más grande de construir cercos alrededor de la Torá para asegurarse que nadie se aproxime a la posibilidad de violarla.  Cercos alrededor de cercos alrededor de cercos es una política conductista que moldea la práctica a un nivel subconsciente, haciendo que algunas acciones o violaciones sean incomprensibles.  Construyendo sobre esta estrategia judía, que guía a muchos aspectos de sus propias vidas religiosas y de su crianza, los líderes de los colonos están lenta pero seguramente entrenando a los políticos y a la sociedad israelíes a aceptar que la evacuación de los asentamientos es muktsa.  Si seis casas consumen la vida y el proceso político por semanas, no podemos ni siquiera imaginarnos que sucedería cuando esté sobre la mesa la evacuación de todos los asentamientos que no estén en uno de los bloques de asentamientos de Gush Etzion, Jerusalem, Maale Adumim y Ariel.  Pero eses es el propósito.  Los líderes de los colonos quieren entrenarnos a ni siquiera imaginarlo. Están imbuyendo nuestra conciencia con el sentimiento de que será imposible.

El Primer Ministro Netanyahu, al decidir desmantelar las seis casas y cortar y pegarlas a una colina adyacente y construir diez casas por cada una que es movida ha caído en la trampa muktsa tendida para él por los líderes de los colonos y para ser objetivos, por aspectos de la ideología que es ampliamente compartida dentro de la sociedad israelí.  El verdadero problema no son las seis casas dentro de Beit El mismo y otros asentamientos similares que están fuera de los bloques.


Como sociedad seguimos funcionando como avestruces políticos cuyas cabezas están firmemente metidas en la tierra y que han comenzado a creer que la vista desde ahí es la realidad.  Debemos conceder que una solución política con el pueblo palestino no está todavía en el horizonte y en consecuencia no hay apuro en expender capital político para discutir hoy acerca del futuro de asentamientos específicos.  Sin embargo como un pueblo que siempre se ha preciado de prever los sucesos, de ser sabio y tener aspiraciones, debemos dejar de engañarnos pensando que las definiciones maximalistas de las fronteras de Eretz Israel y  de los derechos de los judíos de asentarse dentro de ellas son sustentables a largo plazo.  Llegará un día, Dios mediante en que una propuesta de paz significativa estará sobre la mesa y la cuestión será si la vemos como muktsa o como una oportunidad para realizar nuestros más profundos valores judíos.  

Para prepararnos para ese día no necesitamos desmantelar asentamientos ahora.  Pero, necesitamos sin embargo, comenzar a sacar los cercos que están  alrededor de los cercos que están alrededor de los cercos.  Necesitamos una acción decisiva siempre que un asentamiento definido como ilegal por los mismísimos estatutos israelíes o un puesto de avanzada deban ser quitados.  Debemos comenzar a tratar a esto como imaginable, como un tikun, una reparación de décadas de descuido por parte de la sociedad israelí, que se engañó a sí misma creyendo que no habría consecuencias a nuestras políticas de asentamientos.  Debemos comenzar una intervención conductista cuya meta sea ayudar a los colonos que están afuera de los bloques a adaptarse a la precariedad de su futuro con la confianza que la sociedad israelí como un todo estará ahí para cuidar sus legítimos intereses cuando su reubicación se convierta en una realidad necesaria.


Uno de los peligros de erigir un cerco alrededor de un cerco alrededor de un cerco es que no sólo no podemos llegar a ninguna parte, tampoco sabemos donde estamos y mucho menos adonde queremos ir.  La meta del liderazgo de los colonos fue precisamente lograr anestesiarnos de este modo.  Como sociedad debemos recobrar nuestro lugar, y más importante aún nuestro rumbo.

Fuente:  http://www.hartman.org.il/
Traducido por Ría Okret.  


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