Táctica y estrategia en la guerra contra la deslegitimación de Israel

Dos fueron los eventos cubiertos por los medios internacionales en relación a Israel en los últimos días: el arribo de la “flytilla” europea pro-palestina al aeropuerto Ben Gurión y la violenta reacción de un teniente coronel contra un activista danés que era parte de la manifestación “Bienvenidos a Palestina”.

El primer evento estaba previsto e Israel se venía preparando desde hacía semanas. A través de la coordinación con las aerolíneas y sus colegas europeos, el Ministerio de Relaciones Exteriores consiguió evitar que el grueso de los activistas despegue hacia Israel. Aquellos que igualmente viajaron fueron en su mayoría detenidos por las autoridades de frontera, y solamente unos pocos penetraron y se reunieron en Beit Lejem (Belén), sin generar efecto mayor.

Una pesquisa en Internet basada en los principales diarios de países americanos, europeos y asiáticos, reveló que el evento en su generalidad no tomó un espacio central en la sección Internacionales. La carencia de fotos con multitudes congregadas y heridos, de informes sobre violencia ejercida y de continuidad del evento evitó en casi todos los casos la profundización en la cobertura. Los artículos de opinión fueron escasos, así como las reacciones de los lectores. Las publicaciones desaparecieron de los medios con rapidez. Cabe destacar que en muchos países sucedieron otros eventos de importancia que opacaron quizás la cobertura, pero dudo que el resultado hubiese sido distinto.

De las conclusiones de dicha pesquisa se extrae que el resultado de la “flytilla“ implicó un daño mediático menor para Israel. Dejando a un lado asuntos normativos y analizando el resultado del evento a la luz de su objetivo - evitar un efecto mediático negativo - entiendo que este a grandes rasgos se consiguió.

De todos modos, en mi opinión, el daño pudo haberse reducido aún más. Demasiado fue el “ruido” que se generó en la operación vía la gran presencia de policías, la irónica carta del Primer Ministro a los activistas y la exageración de la amenaza que suponían los mismos (probablemente pretendiendo obtener apoyo político-doméstico). Imaginemos qué hubiese pasado si el gobierno israelí se limitaba a impulsar las acciones iniciales, minimizaba el hecho a través de sus mensajes y cerraba el aeropuerto a la prensa durante ese día.
¿Qué material hubiesen obtenido los medios para publicar? Si hubo aquí un error, este fue primordialmente táctico. Actuar en silencio es, en ocasiones, una poderosa arma mediática en la guerra contra la deslegitimación.

La “flytilla” desapareció de la agenda, asimismo, porque surgió un día después un evento más “jugoso” para la prensa: el golpe con el arma de un teniente coronel israelí a un activista danés en el marco de una manifestación pro-palestina en el Valle del Jordán (recordemos que
esta zona se encuentra bajo administración militar israelí). El video de la agresión circuló con velocidad por las redes sociales y los medios, derivando inmediatamente en cuestionamientos, declaraciones de testigos, opiniones a favor y en contra (estas últimas en su mayoría) e hipótesis sobre el futuro del oficial. El hecho se mantuvo presente varios días en la prensa, generó mayores análisis y reacciones en la opinión pública y derivó en reprimendas diplomáticas.

Que no se malentienda: no pretendo juzgar al oficial puesto que no cuento con potestad para hacerlo y no sabemos con certeza a qué agresión se debió enfrentar (el video de los activistas consta de una edición de unos pocos segundos). Tampoco intento con este artículo manifestarme a favor o en contra de la presencia israelí en dichos territorios. Es decir, mi análisis no es normativo sino operacional. Pretendo reflejar como un evento inesperado, pero atractivo desde el punto de vista mediático, se transformó en una pequeña derrota en la legitimidad de la acción israelí.

Planteo nuevamente la pregunta del caso anterior: ¿se hubiese podido hacer algo para evitar dicha derrota mediática? Mi respuesta en un principio es negativa, se trata de otro error táctico pero esta vez en el propio “campo de batalla”, lejos del alcance del ejército o del gobierno el poder evitarlo.

Así lo creí hasta leer en el periódico “Maariv” una declaración del teniente coronel, en cuyo título cuestiona su eventual alejamiento del cargo argumentando “¿Es más importante cumplir con la tarea que ser bien filmado?”. De inmediato entiendo que mi respuesta estaba errada.

Si un Teniente Coronel no comprende que, en las batallas que pelea Israel hoy, parte esencial de cumplir bien con su tarea es evitar generar dichos videos, el asunto es aun más complejo. Si luego de pasar meses de cursos y entrenamientos, soldados y oficiales no internalizan que la Guerra contra la Deslegitimación es parte intrínseca de la guerra contra la violencia, el radicalismo y la negación del derecho de Israel a existir, quizás entonces el problema es de orden institucional. En ese caso, la falla israelí no sólo es táctica, también lo es estratégica.

La Guerra contra la Deslegitimación se pelea con armas distintas (cámaras, celulares, computadoras), se basa en reglas distintas (entre ellas, prohibido agredir las libertades básicas del otro a menos que se haya registrado una clara agresión previa), y propone objetivos distintos (“conquista la cumbre” quien genera mayor daño mediático-jurídico al enemigo). Luego de superponerse Israel a poderosos ejércitos, guerrillas y terroristas a lo largo de sus 64 años de historia, ¿sabrá también superponerse a este nuevo desafío?


 


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