Pie de página

altA veces parece que las discusiones intelectuales son tan apasionadas precisamente porque los asuntos son tan minúsculos. "Pie de página", una pelicula maravillosa del director israelí Joseph Cedar, por un lado confirma este argumento y por otro lo cuestiona de manera profunda. El mismo título de la pelicula sugiere que sus temas son marginados, esotéricos, hasta irrelevantes. El resumen de la historia apenas si parece una anécdota. Un premio prestigioso, que se dirige a un erudito, termina en manos del otro. De ahí empiezan los problemas.

Quizás este tipo de papelón provoque alguna reacción en una facultad, sorpresa o risa, pero seguro que a la mayoría le preocupan cosas más importantes que la vanidad herida de unos intelectuales. La ingenuidad de "Pie de página" es que se trata también de esas cosas importantes. Dándole vuelta a la ley de proporciones inversas, el Sr. Cedar hace que la discusión entre un comité intelectual se convierta en algo verdaderamente grande: una sátira aguda, un drama familiar profundo que investiga los reclamos conflictivos de la sinceridad, lealtad, ambición y amor. En realidad, los asuntos en juego no pueden ser más grandes.

Pero el director, cuyas obras anteriores incluyen la pelicula de guerra "Beaufort" (nominada para el premio Oscar de mejor pelicula extranjera, así como "Pie de página") maneja temas pesados con un toque ligero. Utiliza musica alegre (de Amit Poznansky), títulos de capítulos escritos y viajes a la memoria y a la fantasia para enfatizar lo absurdo de este relato, lo cual permite revelar la gravedad del momento a través de la precisión del guión y la disciplina de los protagonistas.

Los eruditos rivales, los dos expertos en el área sumamente especializada y competitiva de estudios talmudicos, resultan ser padre e hijo. El padre Eliezer Shkolnik es filólogo de la ‘escuela vieja’ –es decir, se dedica a analizar minuciosamente a los textos y manuscritos antiguos y se aferra a una idea rigurosamente científica respecto a sus interpretaciones-. En la biblioteca de la Universidad Hebrea de Jerusalem y en su estudio de casa –donde se pone auriculares para asegurarse un silencio total apartado del mundo ajeno– estudia los textos sagrados hasta el grano más finito, a fin que salgan a luz las pequeñas, y por ende sólidas, verdades. Todo lo demás es peor que mero comentario: superstición, chisme, teoria, estética –la antitesis de la verdadera investigación intelectual.

Lo que considera Eliezer irresponsable y especulativo, es la especialidad de su hijo Uriel, una estrella academica con un currículum lleno de libros y artículos y una agenda llena de seminarios públicos. Mientras que Eliezer trabaja en la oscuridad, Uriel es un profesor eminente en la misma universidad y disfruta de todos sus éxitos y reconocimientos: una situación incómoda, agravada porque Eliezer se siente ignorado y menospreciado en la institución. En los principios de su carrera podía hacerse reconocido con un descubrimiento importante. Pero su enemigo, Professor Grossman lo publicó antes y se llevó todo lo que se debía a Eliezer, quien ahora cree que su rival impide su progreso en cada oportunidad. Tiene un solo logro: un crédito en el pie de página del libro de su mentor difunto que, salvo por él, permanece olvidado.

Eliezer, como buen padre judío, se tiene que sentir orgulloso del éxito del hijo, cosa que le lastima más que la gloria en sí. Y cuando anuncian los ganadores del premio más prestigioso de israel en artes y ciencias, la relación tensa entre padre e hijo se convierte en un conflicto que parece provenido de un cuento de Shakespeare, Freud o los rincones más dramaticos de la biblia hebrea. Tiene aspectos de farsa, pero detrás de la risa hay acordes resonantes de una tragedia familiar.

Aunque el choque del ego masculino domina la pelicula, tambien tiene en cuenta el papel de la madre de Uriel, Yehudit, y su esposa, Dikla. A "Pie de página" le interesa tanto la vida junto a un intelectual como la vida del propio intelectual, y si uno mira de cerca se puede descifrar cómo el Sr. Cedar le da vuelta de forma muy inteligente al énfasis de la historia.

Con respecto a sus leyes y tradiciones, el Judaismo puede ser profundamente patriarcal –durantes miles de años solo a los hombre le permitían leer los textos fundamentales– pero a la vez es matrilineal, la identidad judía sea lo que sea, se pasa por las madres. Esta crónica de padre e hijo igualmente, quizá más, es una historia acerca de las madres.

También presenta muy precisamente las tradiciones y particularidades del ámbito intelectual. Entre las escenas más destacadas –las cuales incluyen momentos de farsa, conflictos e investigación lingüística– me impactó más una tensa reunión en una oficina universitaria. Los participantes están apretados alrededor de una mesa que es claramente muy pequeña, rodeados de libros y papeles que amenazan con enterrarlos vivos. La tensión crece hasta que la situación parece un renglón de William Yeats: “Gran odio, pequeña sala”.

Yeats pensaba en Irlanda, pero sería dificil encontrar cuatro palabras que  describan mejor a Israel y sus alrededores. Y si bien "Pie de página" no se trata de las agotadoras cuestiones políticas que dominan muchas peliculas de Israel (como "Beaufort"), tampoco las ignora. Los conflictos y contradichos que sufre el estado de Israel están, de alguna manera, también presentes en la familia dividida Shkolnik. 

Es poco probable que encuentren una solución, que tal vez da optimismo. La vida intelectual igual que la familiar se construye del amor –el amor para el aprendizaje, el amor a las personas– pero sobreviven del conflicto, renovando y ampliando querrellas de una generación a la próxima. De una interpretación nace otra, y los errores de un padre se pueden rectificar por los de los hijos. No cabe suponer, ni esperar, que vaya a terminar. La sustancia de la existencia humana es conflicto, y cada uno puede contribuir su propio pie de página.

Fuente: New York Times




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