Un Mensaje de Pésaj: la conciencia de pertenecer al pueblo judío viene primero

Pésaj es el Día de Independencia del pueblo judío.  Es cuando la promesa de Dios a Abraham de convertir a sus descendientes en una gran nación fructifica.  Dos ideas centrales caracterizan o han llegado a caracterizar este día, ideas que han definido la esencia de nuestra identidad nacional y que deben seguir haciéndolo.  

Lo primero es que esta identidad precede a nuestra fe religiosa.  Pésaj precede a Shavuot.  En un mundo judío donde demasiado a menudo la denominación a la que pertenecemos o la práctica religiosa que observamos sirve como un muro entre nosotros y nuestros hermanos judíos, donde la pregunta central es a menudo en casa de quién podemos comer o no comer, o en que sinagoga no debemos rezar, el ethos de Pésaj nos llama y nos recuerda que nuestra identidad nacional como un pueblo viene primero.  Aunque el judaísmo no se detiene en la identidad nacional como pueblo y Sinai es un momento definitorio que moldea nuestros valores y el contenido de nuestra identidad nacional, el lugar que ocupa Pésaj en nuestro calendario, creo que le da primacía.  Con esto quiero decir que nuestros valores y prácticas no deben solamente moldear nuestra identidad colectiva sino que ésta debe ser moldeada por ellos.  

 La religión por naturaleza crea una intoxicación de Dios en la cual pugnamos por ir en el camino de Dios, sin importarnos las consecuencias para nosotros mismos ni para otros.  La “figura heroica” de Abraham en Génesis 22 modela esa clase de pathos religioso.

Pésaj, creo yo, requiere de nosotros una intoxicación con la identidad esencial de nuestro pueblo, un compromiso no sólo con la lealtad y el amor al pueblo judío sino también filtrar nuestros compromisos religiosos individuales por un prisma que nos haga ver que es lo que le servirá a todo nuestro pueblo.  En la Ética de nuestros Padres, según Rabi Natan, Capítulo 2, se nos enseña que Moisés rompió las Tablas de los Diez Mandamientos sin la aprobación Divina, porque temía que darle la Torá al pueblo judío en ese momento lo condenaría como trasgresor idólatra y en consecuencia justificaría su destrucción.

Las declaraciones de unidad judía no son suficientes.  Como Moisés debemos preguntarnos: ¿A cuál parte de la Torá estamos dispuestos a renunciar por el bien del pueblo judío; cuál verdad o compromiso personal aunque nos sea caro es demasiado caro y causa heridas y alienación? Cuando hacemos esto no es compromiso religioso sino más bien un valor religioso, un cumplimiento de los dictados de nuestra tradición que celebra a Pésaj primero y lo convierte en la fundación de Sinai y no lo opuesto. 

Lo segundo es la idea de la redención, nuestro camino de la esclavitud a la libertad.  No es la especifica redención de Egipto per se que continuamos celebrando por casi 3.000 años, sino el eterno ideal de redención.  La base de la identidad judía es la creencia que la historia cambia y que nuestro destino puede ser radicalmente cambiado.  El pesimismo es el jametz que Pésaj trata de expurgar de nuestras almas.  Terminamos el Seder con las palabras, “El año que viene en Jerusalem,” palabras que han simbolizado por casi 2.000 años el compromiso del pueblo judío de evitar la desesperanza y de definir nuestras vidas por medio de nuestras aspiraciones.

Gracias al lente de Pésaj aprendemos por un lado a decir, “daienu,” a ver lo positivo en lo que parece que fuera una desgracia, pero también aprendemos a agregar versos a la canción, para ir de daienu en daienu hasta que estemos no sólo libres sino que también todas nuestras aspiraciones hayan sido colmadas.  Aunque ahora somos un pueblo libre necesitamos continuamente agregar nuevos versos a la canción “Daienu.”  Todavía necesitamos aspirar por más, para ser más.
Mientras celebramos Pésaj este año y estamos sentados alrededor del Seder una pregunta digna de plantear es: ¿Cómo podemos hacer este año diferente a todos los otros años? ¿Cómo podemos aseguras que el judaísmo se transforme de un muro que nos divide en un puente que nos une? ¿Cómo podemos incorporar la esperanza y la aspiración en el ADN de nuestra conciencia nacional?  

Mientras celebramos nuestro nacimiento como pueblo, esperemos que nuestro compromiso sea un catalizador para la bondad, y que pueda nuestro pueblo ser una nueva fuerza para la esperanza. Jag Sameaj.

Fuente: www.hartman.org.il/Opinion_C_View_Eng.asp?Article_Id=621

Traducido por Ría Okret

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