Retornando a la normalidad: el viejo ciclo de violencia

altDespués de semanas en que lo único de lo que se habló fue de “la amenaza existencial de un Irán nuclear, fue hasta un poco reconfortante en un sentido macabro volver a la “normalidad” y al conflicto “habitual” entre Israel y los grupos terroristas que pueblan a Gaza.

Israel asesinó al Secretario General del Comité de Resistencia Popular, General Zuhir al Quisi, el conocido líder terrorista que estuvo involucrado en la planificación de un inminente ataque terrorista desde Sinai. En respuesta, más de 100 cohetes fueron disparados a los centros de población civil israelí.  En respuesta a eso Israel bombardeó fábricas de municiones  y plataformas de lanzamiento de misiles en Gaza.  En la forma de hablar del mundo, lo anterior es a menudo denominado “un ciclo de violencia”, en el cual se alienta a todas las partes a moderarse a sí mismas.

¿Deberíamos ejercer moderación? ¿Deberíamos emprender asesinatos preventivos contra blancos preestablecidos sabiendo muy bien el “ciclo de violencia” que surgirá en consecuencia?  No puedo hablar sobre la eficacia de las acciones de Israel porque no soy un experto militar calificado.  Soy sin embargo, tanto un ciudadano de Israel y también un maestro de ley y pensamiento judíos, y puedo hablar desde estas dos perspectivas.

Permítaseme hablar primero como un israelí.  Una parte esencial de nuestro ethos nacional es estar proactivamente comprometidos en darle forma a nuestro futuro.  Aunque la independencia completa y la autosuficiencia completa son mitos, como un estado soberano, de todos modos aspiramos a determinar nuestro propio destino tan bien como podamos.  Miramos los sucesos y factores que pueden parecer sombríos y decimos: Sí podemos.  Esto puede incomodar a algunos que quieren que se preserve al estatus quo, no necesariamente a cualquier costo, pero a menudo parece que a nuestra costa.  Quieren que el conflicto sea resuelto, y que el problema simplemente se vaya.  Lamentablemente el problema todavía está aquí, y el conflicto está muy vivo.

Como israelí, quiero que mi gobierno haga todo lo que esté en su poder para cambiar el estatus quo.  Esto requiere movimientos valientes, decisiones diplomáticas pero también audacia en el campo de batalla.  Yo no quiero un gobierno que sea tan arrogante como para creer que puede cualquier cosa, y que para todo problema hay una solución militar.  Pero sí quiero un gobierno que esté dispuesto a experimentar con los medios a su disposición para hacer las vidas de aquéllos que me quieren hacer daño a mí y a mis conciudadanos difícil y extremadamente peligrosa.  Como ya dije, no puedo juzgar la eficacia de cada acción militar, pero como un ciudadano de Israel acepto la necesidad de actuar de y de intentar proactivamente darnos la seguridad que merecemos.

Como un maestro de la ley y pensamiento judíos ¿qué pienso de los asesinatos selectivos?  Aunque la tradición judía eleva la santidad de la vida como uno de los valores más altos y considera a toda la humanidad de igual valor, porque fueron todos creados a imagen de Dios, no sólo permite sino que obliga a actos de autodefensa.  Como seres humanos estamos dotados de poder para completar la reparación del mundo.  Hay veces que esto requiere de nosotros generosidad de espíritu y responsabilidad y acción social.  Otras veces, sin embargo, requiere que usemos ese poder para arrancar de raíz al mal.  Cuando actuamos de esta forma, no estamos actuando inmoralmente ni amoralmente, sino más bien cumpliendo con nuestra más importante responsabilidad   No podemos estar comprometidos con la santidad de la vida en general sin estar comprometidos con valorar la santidad de nuestra propia vida.  La autodefensa es una expresión moral más elevada que el autosacrificio.  Nuestra tradición nos enseña “haba lehorgja hashkem lehorgo (“Cuando alguien viene a matarte, adelántate a él y mátalo primero) y al así enseñarnos les da legitimidad moral a actos de autodefensa.  La prevención sin embargo, es una palabra resbaladiza y puede echar a rodar una bola de nieve y transformarse en agresión.  Aunque el poder puede ser un poderoso vehículo  para una profunda expresión moral, también puede corromper. Los asesinatos selectivos de líderes terroristas conocidos, aquéllos que tienen sangre en las manos y un auto expresado deseo  de derramar más sangre y la capacidad de hacerlo no son moralmente ambiguos, sino más bien actos de tikun olam, reparar al mundo.  

Detesto ver al 20 por ciento de Israel viviendo bajo la amenaza de misiles. Y me apena el hecho de que deben soportar lo más fuerte y duro de nuestras acciones.  Estoy agradecida que la cúpula de hierro,  el sistema de defensa contra misiles sea capaz de mitigar algo el precio que es exigido de ellos.  

Al mismo tiempo reconozco que el mal existe, y que es nuestra responsabilidad como israelíes y nuestro deber moral como judíos ver este mal, y aún si no podemos destruirlo completamente, hacer todo lo que está en nuestras manos  para limitarlo y no permitir su intento terrorista de regir nuestra vecindad.  Al hacer esto no estamos incitando a un ciclo de violencia, sino más bien estamos dando expresión el valor que le damos a la vida y a nuestro derecho como un pueblo soberano de tratar de proveer un futuro más seguro para nuestros ciudadanos.  

Rezo y espero que las innovaciones en el campo de batalla no nos conduzcan a la arrogancia y que el uso proactivo del poder siempre este acompañado por intentos proactivos de hacer innecesario el uso de este poder.  Cuando hagamos esto estaremos cumpliendo nuestra misión como israelíes y judíos.


Fuente: http://www.hartman.org.il/
Traducido por Ría Okret

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