La crisis con Irán y las lecciones para aprender de ella

Como muchos de nosotros en el Medio Oriente, yo también estoy preocupado acerca del Irán nuclear.  Aunque me parece que la afirmación de que es una “amenaza existencial” es una exageración y contraproducente para la realidad y los intereses de Israel, lo cierto es que sigue subsistiendo el hecho de que Irán nuclear le plantea muchos peligros a Israel, a los Estados sunitas del Golfo y a los intereses Occidentales en la región. Es innecesario elaborar más la naturaleza de estos peligros puesto que parece,  que por lo menos dentro de la comunidad no hacemos más que analizar sus múltiples facetas.

Al igual que la mayoría de la gente en Israel, yo también no tengo la menor idea de si Israel tiene la intención de atacar, o si tiene la capacidad de neutralizar efectivamente la capacidad nuclear de Irán.  Como la mayoría de los israelíes, yo también quisiera que la amenaza desapareciera y que el mundo actuara en una forma que reflejara un reconocimiento que un Irán nuclear no es primordialmente un problema israelí sino un peligro para el mundo entero que hace necesaria la consistencia.  Más allá de afirmar esto, que es obvio ¿hay algo más que haya que decir? ¿Hay algo más que todos aquéllos que no tenemos el suficiente conocimiento o no participamos en la toma de decisiones deberíamos hacer?

La primera cosa que creo que es necesario decir es que estamos hablando demasiado y demasiado extensivamente acerca de aquello que ninguno de nosotros sabe.  Lo primero que hay que hacer es detener la casi obsesiva concentración en esta cuestión.  Casi ninguno de nosotros, incluyendo y a menudo especialmente a los más elocuentes tenemos el conocimiento requerido ni para dar una opinión, no sólo acerca de que hará Israel sino tampoco acerca de lo que debería hacer.  Además, si el gobierno de los Estados Unidos todavía no reconoce los peligros que presenta un Irán nuclear a sus intereses y su seguridad y necesita ser convencido por grupos de presión para tomar la decisión “correcta,” eso en sí mismo significa una amenaza existencial mucho más grave.  Además , cuando nuestra  presión inadvertidamente causa que este problema sea percibido como una cuestión israelí o judía estamos plantando las semillas para una divergencia entre los intereses norteamericanos y los israelíes que por lo menos en este caso es claramente falsa.   
Es hora de que reconozcamos que hemos dicho lo que era necesario decir.  El gobierno israelí, los militares y las agencias de inteligencia están hablando con sus contrapartes norteamericanas y más obsesión y conversación dentro de la comunidad judía y sus instituciones en este momento es tanto innecesaria como contraproducente en mi opinión.  Es hora de que no estorbemos más.


Sin embargo, hay algo más que es necesario decir y aún más importante que es necesario hacer.  Dadas las realidades de nuestra historia, nosotros los judíos a menudo sentimos, haciendo eco del profeta Balaam, que somos una nación que mora aparte.  Que cuando llega la hora de la verdad estamos solos.  Sólo podemos contar con nosotros mismos.  De hecho, esta idea sirve como un ethos fundacional del Estado de Israel y de las Fuerzas de Defensa.  Una razón de existir del Estado de Israel es ser la red de seguridad para la supervivencia judía, el lugar que tiene el poder de proveer una solución para cualquier peligro con el que el pueblo judío e Israel puedan toparse.

Si hemos aprendido algo de la crisis con Irán es que no estamos solos.  Francia, Gran Bretaña, Alemania y especialmente los Estados Unidos y Canadá dieron un paso al frente y comenzaron a implementar sanciones importantes contra el gobierno iraní.  Podemos debatir la efectividad de las actuales medidas y si fueron tomadas en su debido momento pero no la seriedad con que muchos en el mundo occidental están tomando los peligros planteados por un Irán nuclear.  

 
Lo que es aún más aparente debido a las conversaciones que el gobierno israelí está manteniendo con estos aliados es que Israel siente que los necesitamos.  Estamos tratando de unir a la comunidad internacional para que actúe, sea por medio de sanciones o una respuesta militar, y al hacerlo estamos demostrando nuestro deseo de trabajar dentro del seno de la comunidad internacional así como también nuestra dependencia de ella.  Creo que esto es una lección crítica de la que necesitamos hablar más y que nos debe servir como una base para nuestras políticas actuales y las del futuro.  No podemos descartar la opinión internacional ni los deseos de nuestros aliados y amigos el domingo y esperar cooperación y coordinación de ellos el lunes.

Es hora de que nos demos cuenta de que debemos internalizar una verdad aún más importante y profunda.  No sólo no estamos solos, pero también es muy posible que no podamos lograrlo solos.  La precariedad de nuestra existencia ha causado que creemos un mito de estabilidad basado en la idea que cuando llegue el momento de la verdad siempre hay una solución militar para los peligros que enfrentamos y que tenemos el poder de activar una solución de ese tipo solos.  Somos realmente un pueblo poderoso y nuestra capacidad militar excede cualquier cosa que hayamos jamás esperado.  Sin embargo, a medida que los peligros se vuelven más extensos y con ellos nuestro sentimiento de inseguridad más agudo, creo que es hora que renunciemos al mito.  Ha llegado la hora de reconocer que nosotros al igual que cualquier otro país en el mundo, incluyendo al más poderoso como los Estados Unidos, no necesariamente tenemos una opción militar viable para todo problema y peligro.  En esta nueva realidad, nuestra fuerza y la estabilidad de nuestra existencia estará basada en una coalición, una coalición forjada por una amalgama de nuestra propia capacidad de ayudarnos, asociada con la asistencia de nuestros amigos y aliados.

¿Qué debemos hacer? Debemos comenzar a actuar en una forma que reconozca y apoye esta realidad.  Es cuando comencemos junto con nuestro poder militar a forjar fuertes lazos con nuestros amigos en la comunidad internacional que nuestra seguridad a largo plazo será lo más adecuadamente servida.  Debemos reconocer que estas relaciones se construyen no sólo a causa de intereses convergentes, sino también a causa de la vitalidad de nuestra democracia, la fuerza de nuestros compromisos morales y nuestra dedicación no solamente a darle una oportunidad a la paz sino también a tomar el liderazgo para intentar traer la paz a nuestro vecindario.  

 Estamos en un mundo nuevo, con nuevos peligros y desafíos, pero también con nuevas oportunidades.  Llegó la hora de que hablemos no solamente de los peligros y los desafíos sino también de esas oportunidades.  Es hora de que creemos políticas consistentes que nos permitan maximizar esas oportunidades.  No sé si deberíamos atacar a Irán o si tenemos la capacidad de neutralizar su capacidad nuclear, pero sí sé que no estamos solos y que debemos comenzar a pensar y a actuar en una forma que acepte esta nueva verdad

Fuente: http://www.hartman.org.il/Blogs_View.asp?Article_Id=897&Cat_Id=273&Cat_Type=Blogs
Traducido por Ría Okret

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