Todo Terrorismo es Abominable

Roberto Cyjon, Carta Abierta, 27 de febrero de 2023

Hechos. Ayer dos terroristas palestinos de la aldea Hawara en Cisjordania sobre la carretera principal a Nablus asesinaron vilmente a los hermanos judíos Hallel y Yagel Yaniv. La reacción de los colonos israelíes donde vivían los hermanos Yaniv fue igualmente vil. Atacaron la aldea, incendiaron autos, casas y aparentemente también asesinaron a algún lugareño.

Comentarios: condenamos visceralmente a todo tipo de terror. No los hay buenos o malos. Son todos abominables. A los judíos sionistas socialistas esos colonos israelíes no nos representan. A los judíos liberales y demócratas no nos representan. A los judíos uruguayos educados y forjados en la pluralidad, no nos representan. A los humanistas de todos los credos e ideologías, ni los terroristas palestinos ni los colonos involucrados nos deberían representar.

Análisis. Restringiendo el Medio Oriente a Israel y los territorios palestinos, ningún análisis podría ser concluyente dada la enorme complejidad del conflicto entre ambos pueblos. Aspiramos tan solo a aproximarnos a él. Dicha zona configura un pasaje entre dos continentes y comparte un enorme mar entre múltiples países. Estudios antropológicos consideran que, desde los comienzos de la evolución humana esa zona podría haber sido un punto de encuentro de las primeras migraciones terrestres entre las actuales África y Europa. Aun para los neófitos de la disciplina, parecería ser una hipótesis científica respetable y, probablemente, haya indicios que la justifiquen. No cabe duda, históricamente, que esas latitudes fueron cuna de pueblos y civilizaciones desde tiempos milenarios. En dicho escenario surgieron religiones revolucionarias para la época, la principal de ellas fue el monoteísmo. Primero judío, luego cristiano y posteriormente islámico, vigentes hasta nuestros días. Ello conlleva una carga de acontecimientos que acarrean múltiples y contrastantes verdades, leyendas y mitologías. Lamentablemente, radicalizadas por minorías que las expresan mediante el terrorismo. La peor forma para mantener el conflicto al rojo vivo y no conducir a su reconciliación. Más aún, garantiza su empantanamiento y cercena o aleja las posibilidades de solucionarlo. Nuestra postura es otra.

Freud le explicaba a Einstein en su famoso cruce epistolar sobre el porqué de la guerra en el año 1932: “los hombres son tan capaces de amar y construir como de odiar y destruir”.[1] Ya en el año 1795, Immanuel Kant sostenía:

La naturaleza se sirve de dos medios para soslayar la confusión de los pueblos y diferenciarlos: la diferencia de lenguas y religiones; éstas llevan consigo, en verdad, la tendencia al odio mutuo y a excusas para la guerra, pero con el aumento de la cultura y la paulatina aproximación de los hombres a un más amplio acuerdo en los principios, estas diferencias llevan a coincidir en la paz, que se genera y garantiza en una viva competencia y no con la destrucción de todas las energías. (Kant, 2011, pp. 60-61, 66). [2]

Nos posicionamos entre los que amamos y somos capaces de construir. En nuestro círculo no admitimos los discursos de odio y la pulsión de destruir. No es ni ilusorio ni utópico. Es como vivimos los que pretendemos “amplios acuerdos en los principios” y tendemos puentes entre opciones de acercamiento. Los que elevamos un libro como arma y defensa, los criados en el cariño de un hogar, en la inquieta curiosidad y alegría de un aula, los que convivimos armoniosamente en fraguas laborales, quienes aceptamos al otro. Respetar al prójimo como exigimos ser respetados, no es utópico, es vivencial. En nuestro colectivo tienen lugar los que se nutren de libros de escrituras sagradas de todas las creencias, ensayos de todos los saberes o ficciones inspiradoras de enriquecedoras pasiones y valores de vida. El terrorismo no encuadra en esta categorización, solo genera y amplifica la violencia.

A modo de conclusión. Esta breve nota está dirigida a quienes comulgan nuestros principios. No concebimos odios justificables ante otros condenables. La presente síntesis excluye a los fanáticos y dogmáticos, discriminadores por naturaleza. No los consideramos en esta oportunidad. Los seguiremos confrontando cuando lo entendamos pertinente con la energía de siempre. La ilusión de una convivencia pacífica entre los pueblos no infiere ingenuidad ni indiferencia, por el contrario, requiere coraje y fortaleza permanentes; requisitos imprescindibles para bregar por un mundo mejor.

[1]Correspondencia entre Sigmund Freud y Albert Einstein”. [Disponible en: udelar.edu.uy https://eva.fder.udelar.edu.uy › resource › view PDF]

 

 

[2] Kant, I. ({1795} 2011). Por la paz perpetua y ¿cómo orientarse en el pensamiento? Barcelona: Fontana.