«Rebe: El Más Liberal entre los Ultras»

Lic. Martín Kalenberg (*), especial para TuMeser

Un intransigente para el judaísmo reformista y un liberal para la línea dura del judaísmo ultraortodoxo. A pesar de ello, el último rebe de la dinastía jasídica Jabad Lubavitch, Menajem Mendel Schneerson (1902-1994), se convirtió en un líder para la judería norteamericana y en un referente de peso para el judaísmo mundial.

El libro Rebe. Vida y enseñanzas de Menachem M. Schneerson, el más influyente rabino de la historia moderna (titulado así en su traducción al español), escrito por el rabino ortodoxo moderno Joseph Telushkin, un prolífico autor estadounidense sobre ética judía así como sobre las tradiciones religiosas y culturales del judaísmo, es un profundo estudio sobre la vida (pública y privada) y obra del rebe, denominación que se aplica a los principales líderes jasídicos de los distintos grupos jasídicos hoy vigentes, pero que se asocia íntimamente —en la calle judía— con el último rebe de Lubavitch.

Telushkin elabora un relato muy completo que abarca desde la niñez del rebe hasta su legado postmortem. Schneerson fue un niño genio cuyos conocimientos impactaron a todo quien lo conocía en su Rusia zarista natal, lo cual hace recordar al gaón (genio) de Vilna, de quien se decía que a los cuatro años ya conocía toda la Biblia judía de memoria.

Aún cuando en su infancia, juventud y hasta en los primeros años de adultez el rebe era una persona tímida, finalmente cedió a la presión de Lubavitch para acceder a este cargo un año después del fallecimiento del anterior rebe (quien era su suegro) y quien fuera conocido en el dialecto judío idish como el frierdiker rebe (“el rebe anterior”). A partir de ese momento su timidez fue sustituida por un fuerte e incansable liderazgo que durante más de cuatro décadas (1951-1994) se ocupó de aconsejar a miles de personas, así como debatir, proponer, impulsar y lograr que lo que era un pequeño grupo jasídico se convirtiera en el más conocido a escala mundial, incluso por cierto sector del público no judío.

Más allá que no era un profesional universitario, estudió en la Universidad de Berlín, compartiendo el aula con Joseph Ber Soloveitchik, líder indiscutido del judaísmo ortodoxo moderno en Estados Unidos y uno de los principales filósofos judeoreligiosos del siglo XX, junto a Yeshayahu Leibowitz, incluso admirado desde nuestro Río de la Plata por el filósofo judeoargentino Santiago Kovadloff. El rebe siempre destacó su pasión por las clases de física que recibió en la universidad berlinesa por parte del profesor austríaco-irlandés Erwin Schrödinger, ganador del Premio Nobel de Física del año 1933. Sin embargo, su filosofía respecto a la importancia de los estudios universitarios para sus seguidores fue ambigua, incentivando a ciertos hombres y mujeres que lo consultaban a graduarse e incluso postgraduarse, mientras que a sus shlujim (enviados para encargarse de  los centros de Jabad en todo el mundo) les recomendaba enfocarse en sus estudios religiosos, pero no así en los seculares.

Su vínculo con los líderes del judaísmo conservador y reformista fue mixto. Con algunos rabinos cosechó un vínculo personal e intelectual y los instó a seguir en el púlpito o enseñando en las instituciones madres de estos movimientos liberales, porque consideró que podrían volcarlos a un acercamiento hacia el judaísmo normativo. Pero con otros (los menos legalistas) mantuvo fuertes polémicas (por ejemplo sobre la conveniencia o no del encendido público de las velas de Januca) e incluso se opuso a formar parte de organizaciones rabínicas que reunían a líderes de las distintas corrientes religiosas judías, así —como al igual que Soloveitchik— al diálogo interreligioso. De todas formas, siempre mantuvo una buena relación con Zalman Schachter-Shalomi, quien había sido uno de los dos primeros shlujim del frierdiker rebe.

Reb Zalman, como se lo conoció, fue quien inauguró el concepto de la presencia religiosa judía en los campus universitarios estadounidenses, atrayendo a jóvenes de Brandeis University a colocarse los tefilin (filacterias). Schachter-Shalomi abandonó Jabad y fundó el movimiento Jewish Renewal, una corriente New Age y neojasídica que se alejó notablemente del juidaísmo normativo.

Es interesante el hecho de que cuando tuvo que supervisar una publicación de un allegado a Lubavitch en la que figuraban artículos de Abraham Joshua Heschel y Martin Buber, el rebe no mencionó nada acerca del texto de Heschel, filósofo y teólogo judeoestadounidense, profesor del Jewish Theological Seminary (judaísmo conservador) e integrante del movimiento de derechos humanos junto a Martin Luther King. Empero, la publicación de Buber fue vetada. El rebe consideraba que este filósofo judeoalemán, conocido por introducir la filosofía del diálogo, y autor de la obra Cuentos jasídicos, porque consideraba que no había logrado transmitir cabalmente la profundidad de la filosofía jasídica, dejando en sus lectores una visión superficial, y por ende incorrecta, sobre el jasidismo.

El rebe, aún cuando uno lo asocia con la derecha política israelí por su oposición de la cesión de tierras a cambio de paz, sorprendió con declaraciones positivas acerca de Iosi Sarid o Shulamit Aloni, dos referentes históricos de Meretz, el partido socialista sionista de Israel. Su relación con el resto con los distintos grupos ultraortodoxos fue conflictiva, en especial con el rebe de Satmer (grupo jasídico antisionista) Yoel Teitelbaum por la visión inclusivista del rebe hacia los judíos laicos, por su respeto y apoyo al Estado de Israel y a sus fuerzas armadas (aun sin ser un sionista) y por conisderar que no había una forma racional de explicar a la Shoá (solo Dios lo sabe, diría el rebe) y la explícita afirmación del rebe de que no había sido un castigo divino.

En cuanto a si el rebe fue/es o no el mesías, Telushkin señala —con acierto— que no es relevante, puesto que no afecta en nada al liderazgo y a la obra de Schneerson. De hecho cuando el rebe murió en 1994 solo una pequeña porción de sus jasidim bailó, cantó y brindó en las calles de Crown Heights como si la revelación mesiánica se estuviera consumando.

Asimismo, el rebe fue un gran defensor de la causa de los judíos soviéticos cuando a estos se les prohíbia salir de su país, pero a diferencia de otro grupos judíos él optó por trabajar en la clandestinidad dentro de la Unión Soviética, en lugar de realizar manifestaciones públicas, tal como sí lo hizo la comunidad judía uruguaya previo a la caída del régimen comunista en la década del ´80 del siglo pasado.

En definitiva, se trata de una biografía muy completa, amable con la figura del rebe, pero que no deja de incursionar en las polémicas en las que se vio involucrado él y su liderazgo.

 

(*) Martín Kalenberg es graduado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad ORT Uruguay. Integra el Consejo Editor de la revista Coloquio del Congreso Judío Latinoamericano. Fue cofundador de la rama joven de la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay. Artículos y notas suyas sobre judaísmo e Israel han sido traducidos al inglés y al ruso.