¿Dónde está el Jametz?

Rabino Alejandro Bloch

Así comenzaremos nuestra preparación para Pesaj.  Preguntándonos si queda Jametz en algún lado de nuestra casa. Con una luz única buscaremos en los cuartos, en la biblioteca, en la cocina. Y luego de hacer una búsqueda exhaustiva y minuciosa declararemos que el Jametz que tenemos en nuestra posesión y no hemos podido encontrar que sea nulo como el polvo de la tierra.

A diferencia de otras reglas vinculada a los alimentos permitidos y prohibidos, en donde si hay una 60 va parte prohibida se puede consumir, en Pesaj  el Jamtez, cualquiera sea su cantidad,  está prohibido. Es por eso la necesidad del Bitul Jametz, anularlo con nuestras palabras y con nuestras intenciones.

¿Por qué nuestra y tradición nos exige esto? ¿Por qué no nos exige buscar y rebuscar hasta el infinito? Si no nos indicara la manera de anular el Jametz, posiblemente seguiríamos hasta el límite de perder la cordura en pos de cumplir todos los detalles de la ley.

Anular el Jametz es un agente de humildad. Es decir: también hay un límite para la búsqueda. Hay un límite en el esfuerzo de cumplir con la voluntad de Ds, no nos exige Ds torturarnos, no nos exige torturar a la familia, nos pide diligencia y kavana, intención en el cumplimiento de las Mitzvot. Anular el Jametz es reconocer que aunque hayamos hecho todo con el mayor de los esfuerzos, siempre queda algo, siempre falta algo , y debemos aprender a convivir con ello. No significa que seamos descuidados, no significa que seamos indiferentes, inclusive poniendo lo mejor de nosotros, hay algo que no podremos hacer.

Si eso es verdad en el mundo de los fermentos de los 5 granos prohibidos, cuanto lo es en el mundo de los fermentos de las emociones negativas. Deshacernos de nuestros temores, de nuestras frustraciones, de nuestra ira, de nuestro egoísmo, de nuestras pasiones oscuras y ocultas, de nuestras compasiones fingidas, de nuestra cortesía que esconde rencor, de nuestra rectitud actuada, es mucho más difícil. Anularlos es en primera instancia reconocer que existen.

Es pedirle al Mekor Jaim, la fuente de la vida, que nos ayude a deshacernos de ella, sabiendo que debemos trabajar a lo largo de toda la vida para que no ocupen el lugar que no les corresponde, y que sean las otras emociones las que fermenten: la gratitud, la sencillez, el asombro, la humildad, el respeto al otro, el reconocimiento de la belleza y de lo bueno que hay a nuestro alrededor y dentro nuestro.

Es por eso que nuestros preparativos comienzan con la pregunta ¿Donde esta el jametz?

Terminaremos con un Anhelo: Lashaba Habaa Birushalaim, el año próximo en Ierushalaim.

En medio de ambas cosas, cantaremos las mismas melodías de nuestra infancia, buscaremos los rostros de los que ya no están, probaremos de lo amargo y de lo dulce, reiremos a carcajadas, contaremos historias propias y ajenas y recordaremos que fuimos esclavos del Faraon en Mitzraim, insistiendo que este año,  sí, este año, sí seremos libres.

Pesaj Kasher Vesaeaj.