Elul y la Conversación Judía
No es casualidad que las porciones de la Torá que leímos la semana pasada y ésta, Ekev y Ree, respectivamente, tengan que ver, básicamente, con opciones. Son textos con una propuesta binaria. “Y por consiguiente, si escucháis estos preceptos y los guardáis,…” dice el texto en Deut. 7:12; “Mira que hoy pongo ante vosotros una bendición y una maldición.” dice en Deut. 11:26. En la primera, el uso del condicional propone una opción implícita; en la segunda, la opción es explícita. Tampoco es casualidad que el próximo domingo 12 de agosto sea Rosh Jodesh Elul, el último mes del “año” hebreo, el tiempo en que comenzamos a escuchar el Shofar, a prepararnos para el intenso mes de Tishrei: Rosh Hashaná, Iom Kipur, Sucot, Simjat Torá.
Cuando llegamos al umbral de las sinagogas en esos días “terribles” muchas veces, a muchos de nosotros, nos asaltan dudas de tipo binario: voy o no voy, me quedo o no me quedo, soy o no soy, creo o no creo. Y aunque sí vaya, aunque sí me quede, aunque sí me sepa judío, aunque creer en dios o no me sea igual, por su complejidad y nivel de abstracción son días “terribles” (si queremos adherir al concepto de Iamim Noraim) porque sentimos que en pocos días, a veces hasta en pocos minutos, todo nuestro judaísmo está en juego.
Por eso tal vez valga la pena tomarse el mes de Elul, los avisos que supone el Shofar, y la recomendación de ir componiendo vínculos (con el prójimo, con nosotros mismos, con dios, “que no es lo mismo pero es igual”…). Aterrizar desde el vacío en una sinagoga diez minutos antes del toque del Shofar en Rosh Hashaná o antes de Izcor en Iom Kipur es más bien un ritual vacío que una experiencia personal. El judaísmo adquiere sentido cuando es más de esto último que de lo primero, aunque en definitiva ambas opciones deberían complementarse: rito devenido experiencia personal.
Elul es entonces un buen mes, una buena razón, si se precisara, para muchos pendientes de nuestro ser judío. Las comunidades y sinagogas nos recuerdan que estarán abiertas, qué servicios dispondrán, nos invitan a tener honores durante los servicios religiosos, y nos invitan a ser generosos en ese esfuerzo colectivo que supone la vida judía. Elul no sólo antecede a Tishrei en la línea de tiempo, sino en nuestra vida espiritual. ¿Qué hacemos con él? Así como Isaías se pregunta acerca de la naturaleza del ayuno en Iom Kipur, cabe preguntarse acerca de la naturaleza de nuestro “Elul” personal. No meramente como mes en un calendario regido por normas sino como experiencia personal, propuesta y elección, acción y consecuencia: Ekev y Ree. “Elul” como texto y como tal, metáfora: lo dicho y lo no dicho, las bendiciones y las no tanto, los círculos virtuosos o viciosos.
Durante las próximas cuatro semanas intentaremos abordar algunos temas que hacen a la conversación judía: la existente, y la posible. Abordaremos Elul como una opción de nuevas propuestas, de “tikún” en un sentido introspectivo, no sólo reparador; eso corre por otros canales. Escuchemos o no el Shofar cada día, podemos ser sensibles al Shofar de la palabra. Leer judío, tener encuentros judíos, escuchar al otro (al que difícilmente escuchemos el resto del año), y sobre todo, tener conversaciones judías. El desafío es la conversación judía que elegimos tener.