Judaísmo Secular: una nueva lectura.
Anshel Pfeffer, Haaretz ,19 de enero de 2018
Ayer le pregunté a un oficial de alto rango del ejército israelí – casualmente también un retoño de una famosa dinastía rabínica – qué pensaba acerca de la discusión de esta semana entre un cierto número de líderes rabínicos nacionales-religiosos y el estado mayor del ejército sobre la integración de mujeres a las unidades de combate. “Creo que es excelente que estas cosas queden explícitas a la vista de todos”, respondió con una sonrisa burlona. Ambos comprendimos por qué sonreía. Ésta es una batalla que las FDI ganaron incluso antes de disparar un solo tiro.
Quienquiera que sea consciente de la situación imperante tanto en el ejército como en la comunidad nacional-religiosa, sabe que los rabinos ya han perdido. Sus reclamaciones contra el Comandante en Jefe Gadi Eisenkot por haber “arruinado el espíritu de las FDI” permitiendo que las mujeres sirvan como oficiales de combate y comandantes de escuadrón, son básicamente una excusa por el hecho de que sus propios seguidores, los jóvenes religiosos de ambos sexos, los han abandonado y están acudiendo en manada para servir en esas unidades mixtas. Apenas el año pasado, más de un tercio de las mujeres graduadas del sistema educativo nacional-religioso optó por desafiar a los rabinos y, en lugar de servir en el “servicio nacional” civil supervisado rabínicamente, se alistó en las FDI. Eso es tres veces la proporción de tan sólo siete años atrás. Lo mismo pasa con los hombres.
Los rabinos pensaban que habían obtenido un compromiso por parte de Eisenkot el año pasado, cuando les aseguró que ningún recluta se vería obligado a servir en una unidad junto a mujeres. Creían que una estampida de conscriptos religiosos hacia el pequeño número de unidades que han sido segregadas para los soldados haredíes, obligaría a las FDI a revertir su política de abrir más unidades y asignar más roles para las mujeres. No ocurrió. Los egresados de las ieshivot secundarias nacional-religiosas no parecen demasiado molestos por la presencia de las mujeres al seleccionar en qué unidad prefieren servir.
Esto no es un fenómeno nuevo. A pesar de todo lo que se habla de un ejército más religioso, la abrumadora mayoría de los soldados religiosos, cuando recibieron órdenes contradictorias en el pasado, optaron por obedecer a sus comandantes en lugar de a los rabinos. Ese fue el caso en el año 2005, cuando sólo un puñado de soldados desobedecieron las órdenes de participar en el desmantelamiento de los asentamientos en Gaza y el norte de Samaria, a pesar de que docenas de rabinos prominentes dijeron que obedecer esas órdenes estaba prohibido por la Torá. De hecho, cada vez que el gobierno ha desalojado a colonos en los últimos cincuenta años, ha habido más hombres religiosos entre las fuerzas de seguridad que realizaban el desalojo que colonos religiosos siendo desalojados.
A pesar de todo el poder del establishment religioso en la política israelí, las FDI sigue siendo más poderosas que la religión organizada. Esta semana, un grupo de miembros de la Knesset fundaron el “lobby secular” de la Knesset para tratar de luchar contra la legislación y coacción religiosas. Naturalmente estoy de su parte, pero no pude discernir en las declaraciones de los fundadores del lobby ninguna idea clara acerca de lo que significa ser un secular israelí en el año 2018. Hace algunas décadas, todavía se podía hablar de lo que el filósofo sionista temprano A.D. Gordon llamó “la religión del trabajo”: el espíritu socialista sionista de los inicios que consagró labrar la tierra como el ideal moral más elevado al cual aspirar y con el cual vivir. No en el Israel materialista y de alta tecnología de hoy. El judaísmo verdaderamente secular, tanto en Israel como en la Diáspora, sigue siendo una cantidad efímera, y eso es lo que tiene de especial: puedes escoger y elegir, y nadie puede imponerte su propia versión del judaísmo. Pero en lo que se refiere a cualquier forma de secularismo o de religión en Israel, las FDI son lo más poderoso que Israel tiene hoy en día. Es lo más cercano que tenemos a una religión oficial del estado. Es, sin duda, la corriente más fuerte del judaísmo.
Las FDI tienen sus propias costumbres y rituales, su lenguaje interno, sus sacerdotes, acólitos y tabúes. Y como cualquier religión fuerte, frecuentemente choca tanto con el establishment político como con otras religiones que compiten con ella. Tomer Persico, un investigador del Instituto Hartman y una de las principales autoridades en religión en el Israel actual, está de acuerdo. “Los rabinos religiosos nacionales consideraban a las FDI como una santa manifestación de la voluntad de la nación”, dice. “Pero ahora, de repente, se han dado cuenta de que el ejército es una religión rival que está convirtiendo a sus propios estudiantes. De ahí su furia”.
En los últimos años, los sumos sacerdotes del ejército, o generales, se han enfrentado repetidamente con los rabinos por el rol de las mujeres en la vida militar, así como por el control del Cuerpo de Educación de las FDI. Y los rabinos se vieron obligados a ceder. Lucharon también con los políticos nacionalistas, predicando contra las políticas de disparar a matar y el vigilantismo que se estaba extendiendo durante la efímera “intifada de apuñalamientos” que alcanzó su apogeo cuando el Sargento Elor Azaria ejecutó sumariamente a un atacante palestino herido en Hebrón. Aquí los generales tuvieron menos éxito, ya que los políticos parecen más en sintonía con la xenofobia populista imperante en gran parte de la sociedad israelí. Pero es fascinante que Eisenkot y sus colegas pensaran que podían salirse con la suya presentando su propio código moral, divergiendo de la de sus amos políticos.
No estoy sugiriendo, ni por un momento, que el ejército sea un bastión de valores liberales y derechos humanos. No lo es. Y los generales no son feministas recién nacidos: su afán por integrar a las mujeres en más roles es, en gran medida, resultado de la necesidad. Tampoco creo que sea saludable para una sociedad civil que los militares desempeñen un papel tan central en la definición de su identidad. Pero en un período en el que los políticos, de todos los colores, han fallado miserablemente en proyectar una visión del futuro de Israel, y los rabinos son tan carentes de autoridad, es natural que una organización como el ejército esté llenando el vacío moral. Para bien o para mal, las FDI son ahora la forma más visible y potente de judaísmo secular.
Traducción: Daniel Rosenthal