Bienvenidos de regreso
Yair Lapid, The Times of Israel, 15 de Agosto de 2017
Palabras de bienvenida a grupo de inmigrantes (Olim)
Hace setenta años, mi padre llegó a Israel. Era un joven superviviente del Holocausto. A diferencia de ustedes, vino en barco. Pero al igual que para ustedes, todo era nuevo y confuso. Los colores, los ruidos, el ritmo. Se paró en el muelle del puerto de Haifa y el empleado gritó: “Los niños menores de 17 años irán al centro de absorción. Los mayores de 18, al ejército”. Mi padre levantó la mano y dijo: “Tengo 17 años y medio, ¿a dónde debo ir?” El empleado lo miró y dijo: “Donde quieras”. La gente toma decisiones que definen sus vidas en una fracción de segundo. Mi padre miró a su madre. Mi abuela. Luego tomó su bolso, se lo colgó del hombro y dijo: “Me voy al ejército”. Y se fue a servir en el ejército de un país cuyo idioma no hablaba. Cuyo himno no sabía cantar. De cuya geografía sabía muy poco. Cuya historia apenas conocía. Pero sí sabía una cosa, algo que todo inmigrante sabe. Algo que cada uno de ustedes sabe: que había tomado una decisión.
Una persona que hace Aliá es una persona que toma una decisión: cuya vida no es aleatoria. Que es el arquitecto de su destino. En ese sentido, todos ustedes, en su primera hora como ciudadanos israelíes, son una profunda expresión del alma de nuestra nación. Porque su decisión de venir a Israel significa que Israel no es sólo un lugar, es una idea. Es una elección. Somos “el pueblo elegido”. La gente piensa equivocadamente que eso es un privilegio. De hecho, es un deber. Fuimos elegidos para servir a una idea particular, a un propósito particular. Creo que un Israel fuerte y libre es el fundamento de esa idea.
Les deseo a todos una vida normal en Israel. Espero – y estoy seguro de que será el caso – que se integrarán, trabajarán, se enamorarán, bailarán en bodas y celebrarán bnei mitzvot y brit milot. Que serán ciudadanos alegres de un país alegre. E Israel es una nación alegre. Un poco ruidosa como lo descubrirán. A veces incluso un poco agresiva. Pero todo eso proviene de la alegría. Pero habrá algo más. Habrá otro elemento en sus vidas. Sabrán que sus vidas tienen significado. Sabrán que no sólo están viviendo su vida cotidiana, sino que también son parte de algo más grande. Parte de algo maravilloso. Parte de algo que no es posible sin ustedes.
La idea sionista, de un pueblo libre en un país libre, fue construida desde su primer día sobre la base de gente como ustedes. La gente que se despertó un día en un país lejano y dijo: “Soy parte de algo. Pertenezco. Pertenezco a algo y quiero vivirlo cada momento de cada día”. Israel los necesita. En la mayoría de los otros países, los inmigrantes son recibidos por policías de inmigración que buscan una razón para rechazarlos. Israel les da la bienvenida con alegría. Los miramos y les decimos: “Los necesitamos. Su amor, su cerebro, su energía. Los necesitamos porque sin ustedes, nuestra familia no está completa”. Sólo en Israel la gente puede aterrizar en el aeropuerto y lo primero que escucha es “Bienvenido de regreso. Bienvenido a casa”.
Entonces, bienvenidos de regreso. Y bienvenidos a casa.
Traducción: Daniel Rosenthal