David Fremd Z’L: una año después.
Conocí a David Fremd Z’L hace diez años. Ninguno de los dos sabía entonces cómo el destino entrecruzaría nuestras vidas, cómo pocos años más adelante tendríamos breves charlas, compartiríamos momentos, y nos empezaríamos a conocer en forma más personal. Lo que nos unió por entonces fue una vocación de servicio comunitario que cada uno ejercía, a su manera, en su ámbito, al mismo tiempo que se coló en el encuentro la expectativa por los hijos que por entonces iban tomando sus caminos, haciendo sus pequeñas elecciones. Fue un cruce circunstancial, pero acaso no: porque nadie que es padre y además judío puede estar muy ajeno de los desvelos que nos ocupaban a David y a mí.
Hace un año ya compartí con nuestros lectores el encuentro que el Rab Ariel Kleiner y yo tuvimos con literalmente toda la comunidad judía sanducera en su famoso “salón”, aprendiendo de ellos cómo se construye comunidad entre tan pocos judíos, sin casi infraestructura, y con los recursos que ellos mismos podían aportar. Poco importa a diez años cuál fue el contenido de la actividad; recuerdo una larga mesa dónde toda la comunidad se congregó a escuchar al rab que había venido de Montevideo. Conocimos su sinagoga, su espacio juvenil, y los hijos que correteaban por allí. Alguno se preparaba para viajar a Israel el año siguiente en el marco del Majón de Habonim Dror.
En esa oportunidad supe que David era quién se ocupaba de organizar los Iamim Noraim en Paysandú: desde su bajo perfil se aseguraba el oficiante, el minián, y tal como lo había hecho ese día, también se aseguraba de sumar significado y significación al calendario hebreo. David no ocupaba cargo, o al menos no lo declaraba. David no salía en la foto. Pero supe en forma directa de su llaneza para convocar, de su ejecutividad, de sus modos amables, y de su esencial cualidad sanducera: la aproximación campechana e informal de la que se jacta la gente del interior.
En vísperas de la colocación de la lápida (matzeva) en su tumba, cuando se cierra el ciclo del duelo anual, rescatar el primer y recurrente recuerdo de mi vínculo con él no pretende ser un epitafio sino una oportunidad de significar. David no quería elogios en vida, menos razón para hacerlos ahora. Lo que sé, lo que supe entonces, es que ese hombre de rutinas previsibles, de hábitos profundos, de inquietudes movilizadoras, era un judío profundamente conmovido por su propia historia y tradición. Como tal, fue un hombre de acción más que de palabra, y cómo actor, prefirió siempre el segundo plano. Difícilmente se entienda la pujanza, la adhesión y cohesión de la comunidad judía sanducera sin hombres como David.
Con David y Susy tuvimos alguna oportunidad de charlar en forma distendida y amigable en una de esas veladas que uno dedica a compartir y recordar. Compartimos inquietudes, incógnitas, preocupaciones y aspiraciones como hacen los buenos padres judíos. Con toda la confianza y certeza hacia nuestros hijos, probablemente pesaban sobre el ambiente los siglos de inseguridad e infortunio de nuestro pueblo, a la vez que sonreíamos ante su promisorio futuro. Fue una velada llena de emoción en la que todos nos sentimos conmovidos. Haber compartido el momento fue casi catártico y selló un afecto y una forma de compartir no muy asidua pero sí muy honesta, no tanto social sino filial. Parafraseando a Borges, no nos unía el espanto sino el amor.
Es tristemente irónico que David Fremd Z’L haya muerto asesinado por un antisemita. Nunca lo escuché hablar de antisemitismo ni de persecución. No era ingenuo, pero creía en el espíritu democrático de su país y su ciudad, donde él y todos los judíos han vivido como tales con las puertas abiertas, con el vecino saludando, con el cliente deseando felicidad. David creía en construir judaísmo desde dentro: sobre todo vivencia, acción, acceso, contacto. Familia, comunidad, sociedad: David atravesaba todos los niveles con su actitud y su acción. No en vano tanta gente, judía y sobre todo no judía, dan testimonio de su activo interés en sus semejantes.
No hay mejor legado que un recuerdo. Quedaron muchas conversaciones pendientes, muchos proyectos para crear, y muchas vivencias para compartir. Estoy seguro que, como yo, todos, desde Susy y sus hijos, pasando por toda su familia, y todos quienes lo conocimos, nos aseguraremos que David esté presente en todo momento. Porque David Fremd Z’L fue un hacedor de momentos: entrañables, hondos, significativos.
Que su alma se entrelace con el flujo de la vida.