Ocupación & Asentamientos
Einat Wilf, Haaretz, 31 de diciembre de 2016
Los acontecimientos han sido muchos: la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU declarando que los asentamientos “no tienen validez legal”, el colapso del mundo árabe, el ascenso de la derecha en Europa y la elección de Donald Trump en los Estados Unidos, hecho ocuque ha estimulado al ala derecha de los colonos de Israel. Como resultado, ha sido creada una oportunidad única para asegurar los logros del sionismo por generaciones. Esto se puede hacer a través de una política del “sí a la ocupación, no a los asentamientos”, y también con un poco de anexión.
Éste es el momento para cualquiera que quiera que Israel, ahora o en el futuro, trace un mapa y no siga murmurando algo acerca de “dos estados”, “bloques de asentamientos”, “muro de separación” o “las líneas de 1967 con ajustes”. Necesitamos más bien un mapa claro que muestre la frontera oriental de Israel y los límites de sus demandas territoriales. Al oeste de la frontera estarán las tierras anexadas en las que se concederá la ciudadanía integral con plenos derechos. Al este, necesitamos una política de “sí a la ocupación, no a los asentamientos”.
La frontera oriental deberá basarse en el mínimo necesario para permitir que un número significativo de colonos se integren a Israel, pero no más que lo necesario. Deberemos renunciar a Ariel y corregir el gran error de anexar docenas de pueblos palestinos a Jerusalem Este después de 1967. Sólo se incluirían los barrios judíos. Esto abarca tan sólo el 2 a 4 por ciento de Cisjordania.
Cualquiera que publique un mapa así deberá declarar que el pueblo judío y el Estado de Israel tienen un derecho histórico, legal y emocional a toda la tierra entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, pero que este derecho no es supremo y exclusivo.
Deberá quedar claro que el movimiento sionista reconoce la existencia de otro pueblo que también considera la tierra como su patria. Tiene derecho a esta tierra, por lo que estamos dispuestos a limitar nuestro derecho a este territorio. Habrá que enfatizar que el movimiento sionista espera que en algún momento el otro lado también limitará su derecho a la tierra, y que este derecho tampoco es supremo ni exclusivo.
El pueblo árabe palestino deberá finalmente deponer las armas contra el movimiento sionista, y, al hacerlo, reconocer que el pueblo judío tiene derecho a una patria en la Tierra de Israel. Por lo tanto, los palestinos deberán poner límites a sus demandas para la devolución o cualquier otra demanda cuyo significado sea “Gran Palestina”. Hasta que se llegue a esta etapa, Israel seguirá ocupando militarmente el territorio al este de la frontera.
Israel aceptará a cualquier entidad palestina que surja al este de la frontera, ya sea un estado o una “autonomía a base de esteroides” (como lo propuso el ministro de educación, Naftali Bennett). Sin embargo, sólo el ejército israelí estará presente en el terreno. La ocupación continuará.
La ocupación militar es un sistema esencial de gobierno en los territorios que no están destinados a ser anexados, hasta el final de una guerra. Siempre y cuando Israel adopte una política clara que demuestre su voluntad de dividir la tierra, la ocupación militar de estos territorios se justificará hasta que el otro lado demuestre una voluntad similar.
De modo que junto con el “sí a la ocupación”, se declarará una política de “no a los asentamientos”. La ocupación militar al este de la frontera puede justificarse, la continuación de los asentamientos no. No hay necesidad de que la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad lo exprese. La voluntad de dividir la tierra y reconocer el derecho de otro pueblo a la tierra no puede existir conjuntamente con el emprendimiento de los asentamientos.
El “no” a los asentamientos deberá ser inequívoco. No hay necesidad de evacuarlos y no hay necesidad de un plan de compensación para los que se vayan. Se debería dejar que los asentamientos más allá de la frontera se marchiten económicamente y privarlos de apoyo. Cualquiera que quiera vivir en estas áreas lo hará sin el apoyo o la protección de la soberanía judía dentro de sus fronteras.
El resultado de esta política de “sí a la ocupación, no a los asentamientos” será la ocupación militar del territorio que tendrá un único sistema legal y una sola población sometida a estas normas legales, sin exigencias territoriales por parte de Israel y con una clara declaración de los requisitos para poner fin a la ocupación militar. Una política así logrará la máxima separación entre los dos pueblos y la mínima fricción.
Al oeste de la frontera se deberá declarar una política de anexión total y ciudadanía con plenos derechos para todos. El resultado será un único sistema de justicia, israelí e igual para todos. Estará claro quién estará dentro y quién afuera, quién pertenecerá y quién no.
Una política que establezca una frontera justa con derechos de ciudadanía dentro de esta frontera es la alternativa política a la derecha mesiánica. Esta política reconoce la existencia de otro pueblo entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, pero también reconoce que pasará mucho tiempo hasta que este pueblo esté de acuerdo en dividir la tierra con el pueblo judío.
Esta política comprende que la tierra deberá ser entregada al otro lado, pero que Israel deberá permanecer militarmente en el territorio hasta que sus adversarios depongan las armas. Se trata de una política sionista clásica de explotación de las oportunidades geopolíticas para forjar logros importantes, sin el peligro de la avaricia mesiánica.
Se trata de un retorno a los principios básicos del sionismo: gente que asume la responsabilidad de su destino sin esperar a que el Mesías o Dios resuelvan sus problemas. Se trata del cumplimiento de la tradición sionista, de la integración de una visión estimulante y de una política pragmática, siguiendo el conocido refrán: “El que mucho abarca poco aprieta”.
Traducción: Daniel Rosenthal