Qaid

En relación a la liberación de Qaid Farhan Muhamad Alkadi (Qaid), luego de leer varios titulares, me surge una pregunta: ¿cómo ordenamos sus diversas identidades como beduino, musulmán, e israelí? No es una pregunta retórica, existen respuestas alternativas posibles.

Lo que me ocupa y preocupa hoy, sin embargo, es la obsesión que tenemos en explicarnos y justificarnos.

Durante el primer par de horas la noticia era que las FDI habían liberado otro rehén. Ahí mismo advertí @X sobre la tentación de deslizarnos hacia la propaganda sionista bravucona y estéril que insiste en explicar las virtudes de Israel. En especial, negar la acusación de ser un Estado que practica el apartheid. Mi advertencia, como era esperable, cayó en oídos sordos. Sucumbimos a la tentación.

¿Realmente creemos que la Corte Internacional en La Haya será convencida por una evidencia tan puntual cuando las hay cotidianas pero aun así son ignoradas? ¿Realmente creemos que un antisemita cambiará su postura por la foto de un médico con kipá al lado del convaleciente Qaid?

¿Somos tan ingenuos? ¿Alguien supone que la hasbará, tan subjetiva y partidaria como un informe de la sesgada BBC sobre Gaza, incidirá sobre nuestros enemigos o sobre quienes están adoctrinados por su basura prejuiciosa camuflada bajo una causa ‘noble’? Si es así, somos, efectivamente, tan ingenuos.

Así como nosotros como judíos no creemos, o nos resistimos a creer, todas las acusaciones que se nos hacen desde el origen del tiempo a la fecha, los antisemitas, hoy con la excusa de un Israel a la defensiva y reñido con algunos de sus valores tradicionales, tampoco creerán lo que nosotros porfiamos en demostrar: que nuestra causa es justa y que no es demoníaca ni imperialista.

El rescate de Qaid representa lo mejor de Israel, el ‘deber-ser’, nuestra concepción de la existencia. Qaid es el otro que vive entre nosotros y como tal nuestra obligación es velar por él. Porque esclavos fuimos en la tierra de Egipto. No es material de hasbará o propaganda sionista, es judaísmo en acción. Eso es lo que somos. Todo lo demás son calumnias. Si hacemos tanto hincapié en un rescate que es ético y moral por sí mismo, estamos dando a entender que tenemos cola de paja.

No tenemos nada que probar a un mundo que hoy, en gran medida, nos condena e injuria como en las peores épocas de la historia. Por el contrario, debemos ocuparnos de estar siempre a la altura de nuestras propias demandas, las que nos dieron la razón para existir sobre la faz de la tierra. Rescatar a Qaid es una mitzvá, porque quien que salva una vida salva al mundo entero.

El resto es prejuicio. A veces es más sano hacer oídos sordos a la opinión pública y escucharnos más entre nosotros.