Multiplicidad de Voces II

Oscar Zwaig, Evento TuMeser 15 años, 16 de mayo de 2024, NCI Montevideo.

Antes que nada, quiero agradecer a Ianai Silberstein por el honor que me concedió al invitarme a este prestigioso panel y felicitarlo por su emprendimiento intelectual que está celebrando los 15 años y que tanto bien le hace a la discusión sana y al análisis profundo dentro de nuestra colectividad.

En segundo lugar, a la Nueva Congregación Israelita, por ser siempre un espacio abierto y receptivo para la realización de actividades enriquecedoras, que construyen comunidad día tras día.

En tercer lugar, felicitar a quien me precedió, el Lic. Martín Kalenberg, quien con sus conocimientos arroja luz sobre tantos aspectos concernientes al judaísmo con elegancia y referencias esclarecedoras.

No soy un erudito en temas relacionados a la tradición judía rabínica. No podría referirme a la exégesis ni a la hermenéutica en relación a los textos bíblicos; al Tanaj, a la Torá incluída en el mismo, al Talmud, a la Mishná o a la Guemará. Mis conocimientos sobre la Kabalá son limitados, y mucho menos sobre cuestiones atinentes a usos y costumbres que hacen a la vida diaria de un judío piadoso. No pretendo ser un jajám, ni mucho menos un gaón.

Prendo la luz en shabat, no como comida kasher, no me pongo los tfilim a diario, mis rezos son imperfectos y hasta para pronunciar el Kadish necesito leerlo en fonética española.

Pero puedo disfrutar, y suelo hacerlo en diferentes ámbitos, de quienes tienen como centralidad de su vida el dominio de estas temáticas. Escucho con interés y ánimo de expandir mis conocimientos a rabinos de distintas tendencias y procedencias; a Dolinsky, a Shem Tov, a Godet, en el ámbito local, o leo citas del Rab. Jonathan Sacks, análisis del Rab.Yeshayau Leibowitz, estudios filosóficos de Martin Buber, etc.

Parafraseando a Publio Terencio Africano pero circunscribiéndolo a nuestro origen común: “Nada de lo judío me es ajeno”.

Esa búsqueda constante, ese interés por tantas aristas diferentes me llevó a reflexionar sobre lo que es, en definitiva, el judaísmo.

Y en el camino me encontré con maestros que me dieron diferentes respuestas: “No es una religión, es una forma de vida”, “Es un pueblo”, “Es una nación”. Para la Real Academia Española es “Conjunto de creencias y preceptos que constituyen la religión que sigue la ley de Moisés”. Allí la centralidad es lo “religioso”. Para Wikipedia en tanto “El término judaísmo se refiere a la religión, tradición y cultura del pueblo judío. Históricamente, es la más antigua de las tres principales religiones abrahámicas, ​ grupo que tiene como base e incluye el cristianismo y el islam, originadas en Medio Oriente y tiene la tradición espiritual identificada con Abraham”. Aquí se amplía el espectro y a la religión se le añade tradición y cultura de un pueblo.

Convengamos que el concepto de Pueblo es complejo dado que se refiere a un conjunto de personas de un lugar, región o país. Salvo en sus orígenes, y luego, parcialmente, con la creación del Estado de Israel, podría caberle esa denominación. Si vamos a la etimología de Nación es aún más impreciso. La Nación es un conjunto de habitantes de un país regido por el mismo gobierno. Un druso en Israel pertenece a dicha nación, pero yo, judío uruguayo, no.

Acerca de una “forma de vida” se me hace más inverosímil. ¿En que se parece un judío etíope vestido con túnica blanca, un Falasha, a un judío ortodoxo de gorro de piel, peies y barba?¿ O a un estudiante de la Integral con el mate bajo el brazo?. Muchos judíos prefieren autodefinirse como tradicionalistas. Pero cada uno lleva “sus tradiciones” a cuestas que poco tienen que ver entre sí. Israel es la demostración de “kibutz galuiot” o “crisol de diásporas”. Presenciar una boda teimaní (yemenita) está en las antípodas de las realizadas en occidente.

Desde la perspectiva ortodoxa, un buen judío es quien cumple con las 613 mitzvot.

Desde que apareció internet, fundamentalmente, he intentado obtener la información de las mismas y clasificarlas para saber con cuantas realmente cumplía y con cuantas no. Pero me ha sido prácticamente imposible. Ni siquiera la información me la pudo procurar el Chat GPT. Wikipedia me permitió enterarme que esta tradición se registra por primera vez en el siglo III de nuestra era, mencionada en el Talmud por Rabí Simlai. Pude aprender que existen 365 mandamientos negativos y 248 positivos (coincidencia con números de días del año solar y de huesos y órganos del cuerpo humano respectivamente). Pero luego me entero que hoy en día hay solamente 77 positivos y 194 negativos que se pueden cumplir y que 26 solo se pueden aplicar dentro de la Tierra de Israel. Es decir, si ser judío completo es cumplir con las 613 mitzvot, ya nadie es judío verdaderamente (si esta fuera la vara para medir la identidad).

En conclusión, es tan complejo pretender pontificar sobre quien es judío o como se es judío, que toda discriminación intra comunitaria carece de validez.

Cuando hablamos de la dimensión cuantitativa del “pueblo” judío hoy debemos recurrir al demógrafo italo-israelí Sergio Della Pérgola. Café mediante me dijo que su método es muy simple; le pregunta a la persona si se considera judío y porqué… Algunas respuestas van desde “porque mis padres y abuelos lo son” o simplemente “porque soy hincha de Macabbi Tel Aviv”. Gran parte de los ciudadanos de Israel, que se sienten sabras orgullosos y pelean en el ejército consideran que no son judíos aunque provengan de familias enteramente judías. Gran parte de los israelíes identifican al judaísmo con la ortodoxia y prefieren abandonar desde la circuncisión de sus hijos hasta casarse por jupá. A ellos no los cuantifica.

Para mí el judaísmo es una colosal “Civilización Disruptiva”. En éste panel y en esta ocasión no voy a extenderme. Pero si considero que toda la trayectoria, en tiempo y espacio, de colectivos e individuos que han ofrendado sus vidas por mantener una identidad compleja y desafiante de poderes superiores, así como los aportes originales en tantos y diferentes planos de la vida lo constituyen como un activo a preservar.

Existen idiomas que solamente lo han hablado judíos; el arameo, el hebreo, el idish y el ladino.

Existen instrumentos que se identifican con lo judío como el violín o el clarinete que se fusionan para crear música judía como el Klezmer.

Existe el humor judío, un humor neurótico y auto referencial como el de Woody Allen o Seinfeld o, más cerca geográficamente, de Moldavsky.

Existen áreas del conocimiento donde lo judío ha sido fundamental para su desarrollo, como la psicología, la medicina o la economía.

Nadie puede negar la importancia de hombres y mujeres judías en el cine o en las actuales tecnologías de la información, así como en vanguardias culturales, sociales o políticas. El ser inquieto y la sed de conocimientos son características “muy judías”.

Es el pueblo del Libro, pero además de muchos libros; encontramos autores de todos los géneros y de todas las profesiones. Algunos orgullosos de su herencia, otros ocultando e incluso negando sus orígenes.

El retorno a la tierra de los antepasados, la construcción de una sociedad democrática y multicultural, la singularidad del kibutz, el desarrollo tecnológico de Israel, son también motivo de asombro que resume la experiencia histórica y conjuga la peripecia judaica.

La secularidad es no circunscribir lo judío a lo ritual, a lo asociado únicamente con el rezo, aceptar su devenir histórico y sus cambios sociales y culturales. La Haskalá, el iluminismo judío, ha dado al judaísmo la posibilidad de interactuar con el mundo y proyectar conocimientos y ciencia fuera de las estructuras religiosas. El sionismo fue un enorme movimiento secular que forjó el regreso a la Tierra Prometida previo a la llegada del Mashiaj. Luego se sumaron algunos movimientos “religiosos” (no Naturei Karta, ni los Lubavitch, por ejemplo).

Se deberían aceptar dentro del judaísmo a personajes históricos como Flavio Josefo (que nos legó una monumental obra) o Baruj Spinoza. No aplicar el Jerem a quien cuestiona o parte de premisas diferentes. El Baal Shem Tov y todos sus seguidores fueron excomulgados por el Gaón de Vilna. Dicho jerem tampoco se levantó. Para el judaísmo ortodoxo de Lituania, el movimiento jasídico cometía herejía al bailar y cantar en las sinagogas.

Aquí, en Uruguay, hay personas que no están dispuestas a aceptar que éste templo, este shil, irradia experiencias judaicas y por tanto no estarían dispuestas a participar de actividades como la que hoy nos congrega.

Hay que bregar por la expansión y no por generar compartimientos estancos que separen y empequeñezcan la riqueza de nuestra pertenencia colectiva.