La Caja de Pandora
Ari Shavit, marzo de 2023
El Ministro de Justicia Iariv Levin no sabía qué caja de Pandora abría cuando presentó a la nación su reforma judicial a principios de enero de 2023. Pensó que iniciaba una guerra relámpago dirigida y que el triunfo estaba asegurado. Como Ariel Sharon en vísperas de la 1ª Guerra del Líbano, le prometió al Primer Ministro que una operación específica terminaría rápidamente con el enemigo, sentaría las bases de un nuevo orden, y les otorgaría a ambos la gloria eterna. Como Putin en vísperas de la invasión a Ucrania, estimó que las fuerzas opositoras no tienen identidad ni determinación, y que por lo tanto en pocas semanas se desmoronarían. El bochornoso y fatal error en la lectura de la situación causó que el ministro más cercano a Netanyahu fuera quien lo incitó y lo llevó a cometer el error de su vida. La guerra fratricida israelí que Levin desató sin necesidad ni lógica alguna pone en peligro el 3er Templo más que cualquier guerra desde 1948.
Pudo haber sido de otra manera. La necesidad real de ordenar las relaciones en el sistema entre la autoridad jurídica y la autoridad legislativa y ejecutiva pudo haber avanzado en forma gradual, cuidadosa y acordada. La voluntad justificada de corregir las fallas del sistema legal se podía traducir en una serie de pasos mesurados y pensados. Una gran mayoría en Israel hubiera recibido con bendiciones un proceso crítico y ponderado que hubiera separado la paja del trigo, el criterio legal del criterio ideológico, en apoyo a la Corte Suprema. Pero Iariv Levin hizo el mismo error que hizo el juez Aharon Barak en los años noventa del siglo pasado. En lugar de elegir el camino de la evolución eligió el de la revolución; y en lugar de intentar un consenso amplio, intentó una definición fulminante. No eligió el camino consensuado sino la confrontación. Todo o nada.
Las consecuencias están a la vista. El oso hibernante, el campo liberal, se despertó. Tres o cuatro millones de israelíes sienten de pronto que Levin y sus socios en la coalición tocaron su Santo Santorum: la libertad. Por eso mismo la reacción de los liberales es tan extrema y carece de precedentes. Si Uds. no respetan nuestro santuario, no respetaremos el vuestro. Si Uds. nos estafan, caerá sobre Uds. todo nuestro poder. A la turbulencia y la agresividad responderán de igual modo. No pretendemos ser hermanos. No ofreceremos la otra mejilla. Si pretenden revolver en nuestros bolsos al entrar en los hospitales, abriremos todos vuestros bolsos y expondremos todos los sórdidos acuerdos impuestos sobre nosotros durante decenios.
No se puede subestimar la magnitud de las energías que Levin liberó. Después de dos generaciones en que los liberales israelíes de hecho aceptaron el triunfo del Likud, del Sionismo Religioso, y de los Ultra-Ortodoxos, ellos, los liberales, no están dispuestos a soportar un día más. Después de años en que el Estado del High-Tech financió a los religiosos, no están dispuestos a perpetuar esta ecuación. Después de años que La Derecha defendiera una Tierra de Israel Completa tanto en Europa como en EEUU, los liberales dicen: hasta acá. El contrato venció. El pacto se rompió. El asno del Mashiaj no quiere ser más el asno del Mashiaj. Por eso echa coces en las plazas como nunca había pateado antes. Ante nuestros ojos el campo liberal se transforma de burro dócil y obediente en oso herido, rugiente, y peleador.
De modo que ahora la lucha ya no sólo es sobre la reforma judicial y el cambio de régimen. Todos los demonios salieron de la botella. Todos los traumas salieron de su cuna. Porque lo que entendieron los liberales israelíes es que el único lenguaje que La Nueva Derecha israelí entiende es el de la fuerza. Por eso esta Nueva Derecha se encontrará con fuerza. ¿Iariv Levin eligió el camino de la revolución? Tendrá revolución. ¿Eligió guerra? Tendrá guerra.
Traducción del Hebreo: Ianai Silberstein