Elul
Durante años, en este tiempo del calendario hebreo, he citado el poema de Natan Yonatan, inmortalizado por Zvika Pick: “Neesaf Tishrei”. Traducir poesía es todo un desafío, más aun cuando está llena de alusiones, imágenes, y asociaciones libres. Prosaicamente, refiere al encuentro de los meses de Av y Elul (los dos últimos del calendario) con el de Tishrei, el primer mes del año que se inicia en Rosh Hashaná; poéticamente, sin embargo, la imagen es de recogimiento: Av y Elul mueren y Tishrei elige morir con ellos. Por si no fuera suficiente, las imágenes intercaladas refieren inequívocamente al tema: el Rey David en su ancianidad, el Rey Saúl y su fatídico destino, el niño perdido que busca lo sublime…
Ahora Zvika Pick ha muerto hace menos de un mes. Entre sus grandes éxitos hay temas banales y hasta cursis, y algunas joyas poético-bíblicas. Zvika Pick musicalizó este “Neesaf Tishrei” que busca, como su niño protagonista, lo sublime. ¿Qué es Elul sino esa suerte de introducción, a fuerza de trompetazos del Shofar, a los días “sublimes”, los días de recogimiento y encuentro?
Elul debería ser un mes de re-encuentros. En especial con aquellos de quienes nos hemos alejado, queriendo o sin querer, pero a sabiendas. No se trata de aquellos de quienes la vida, en su devenir, nos ha separado; se trata de aquellos con quienes hemos cruzado palabras inoportunas en alguna oportunidad, palabras que en el espíritu de esta época del calendario hebreo pueden ser, literalmente, reparadas. Como dice el dicho, y como enseñó Maimónides acerca del perdón, para bailar el tango se precisan dos: el que quiere ser perdonado y el que tiene en su poder perdonar. Cualquiera puede estar en cualquiera de los roles.
Si el encuentro es RE-encuentro, el recogimiento supone un cierto grado de humildad y modestia. No tiene sentido el reencuentro predispuesto a la reivindicación, pasar cuentas, o explicar los errores del pasado. Más bien, se trata de rescatar ciertos valores, afinidades, complicidad, y hasta visión de mundo que alguna vez fue común, que alguna vez unió. En definitiva, aquello que subyace más allá de lo coyuntural, la anécdota, a los estilos de vida, las opciones y caminos tomados y que tienen que ver con una cierta afinidad que, muy de tarde en tarde, puede encontrarse entre semejantes.
La fuerte alusión a la muerte, el blanco de la mortaja, la anulación de nuestros errores, la búsqueda de lo sublime, todo se reduce a nuestra capacidad de conectar esencialmente con el otro más allá de aquello que el otro, o uno mismo, ha elegido representar.
Que tengamos un mes de Elul lleno de re-encuentros.