El modelo de un solo Estado

Alon Pinkas, Haaretz 23 de diciembre de 2021

En la última década, la posición convencional en Israel ha sido que la “solución de dos estados” al conflicto palestino-israelí ya no es una opción alcanzable o siquiera deseable. Tan es así que el tema casi se ha evaporado de la agenda internacional y del interés público, y en cuatro elecciones israelíes consecutivas de 2019 a 2021, el “problema palestino” estuvo notablemente ausente en casi todas las campañas de los diferentes partidos. Críticos y analistas, independientemente de que apoyen o no este modelo, han concluido que, por una confluencia de razones, el modelo de dos estados no es viable, ni factible ni sostenible. Según este análisis, Israel y los palestinos están tan entrelazados asimétricamente que simplemente no pueden desacoplarse en dos entidades políticas soberanas de una forma tal que satisfaga las preocupaciones de seguridad israelíes y las aspiraciones nacionales palestinas. No hay una contigüidad territorial que permita diseñar un estado palestino que funcione, tal estado no tendría sostenibilidad económica si se separara de Israel y además carecería de una gobernabilidad razonable.

La mentalidad israelí es que, bajo las condiciones existentes, un estado palestino sería un estado fallido desde el principio, y el costo de abordar la multiplicidad de problemas que inevitablemente surgirían superaría con creces los inconvenientes de mantener el statu quo. Desde 2014 y la diplomacia itinerante del entonces Secretario de Estado estadounidense John Kerry – la última gran iniciativa para relanzar un proceso de paz de dos estados basado en los así llamados Parámetros de Clinton – ha habido una larga pausa. Alegando que no existe un statu quo porque la ocupación es una realidad dinámica y en expansión, los palestinos amenazaron con “internacionalizar” el conflicto apelando a las Naciones Unidas y solicitando su reconocimiento como estado.

En Israel ocasionalmente aparecen ideas desarrolladas de forma incompleta sobre “manejar el conflicto”, “paz económica de abajo hacia arriba” o la más actual y de moda “achicar el conflicto” mediante la reducción de la fricción creada por la ocupación. Pero ninguna de las dos partes está pensando seriamente en un arreglo a largo plazo.

Veamos el concepto desalentador de la “solución de un solo estado binacional”. A primera vista, la idea es simple: dado que una división en dos estados soberanos parece impracticable, israelíes y palestinos compartirán un estado binacional. Esto se puede hacer de dos formas: por consentimiento mutuo o mediante una amarga confrontación política. La mayoría de los israelíes, y todos los gobiernos israelíes de todas las denominaciones políticas, se han apresurado a rechazar cualquier idea de un estado binacional. Israel es “democrático y judío”. Un estado binacional es el fin del emprendimiento sionista si los palestinos obtienen el derecho al voto. Pero si no lo obtienen, Israel deja de ser una democracia y se convierte efectivamente en un estado de apartheid. De hecho, el peor escenario en el pensamiento israelí es que la Autoridad Palestina se disuelva citando la falta de un futuro político y que Israel se convierta en el soberano de facto de Cisjordania y posiblemente también de Gaza. El siguiente paso natural sería que los palestinos exigieran la anexión y buscaran obtener el derecho de “una persona, un voto”.

Los políticos israelíes viven en una profunda negación acerca de este escenario. Los planificadores militares reconocen su plausibilidad en un futuro no muy lejano. Pero si el modelo de dos estados no es viable y el modelo de un solo estado binacional es inaceptable, ¿entonces qué? Hay tres opciones básicas.

1.- Una confederación tripartita palestino-jordana-israelí

En términos muy generales, Jordania tendría dos parlamentos: uno en Amman y otro para los palestinos, en Ramallah o en las afueras de Jerusalén oriental. Habría una economía integrada y un régimen de seguridad israelí en Cisjordania. Pero eso no es el estado independiente que quieren los palestinos y, lo que es más importante, no hay indicios de que el reino hachemita esté interesado en una estructura tan amenazante para su régimen.

2.- Un protectorado internacional

Cisjordania y Gaza serían administradas por un grupo internacional en el que participarían las Naciones Unidas y la OTAN, o se establecería uno específicamente para esta tarea. Alemania de posguerra y Japón, Guam y más recientemente Kosovo han estado bajo un régimen así. Los palestinos tendrían algo positivo: un estado que, digamos, durante 10 años sería administrado por una alianza internacional. Este sería un plan de construcción-operación-transferencia que permitiría a Israel seguir presente militarmente y desocupar cuadrantes de acuerdo con un cronograma. Si bien esto puede parecer atractivo para cualquiera que esté desilusionado con el modelo de dos estados y temeroso del modelo binacional, es difícil pensar en un mundo entre 2022 y 2025 que acompañe un emprendimiento de esta naturaleza.

3.- Un solo estado

Existen varios modelos para esto, pero ninguno de ellos ha sido explorado a fondo hasta ahora.

Pnina Sharvit Baruch, ex coronel del ejército, abogada internacional y asesora legal de los negociadores de Israel durante varias etapas del proceso de paz, ha publicado un estudio esclarecedor, metódico e imparcial sobre los diversos modelos de un solo estado. Analiza cuatro posibles estructuras de una fórmula de un solo estado: un estado unitario, un estado con autonomía territorial palestina, un estado federal o “federativo” y una confederación. Luego aplica 18 parámetros a cada modelo y examina su viabilidad.

El ángulo demográfico

Antes de revisar los pros y los contras de los cuatro modelos, es fundamental comprender la demografía judía-israelí y árabe-palestina. Es la base de cualquier acuerdo político, y basarse en cifras demográficas ilusorias o en la Biblia no tiene utilidad alguna. Una de las cosas hermosas de la demografía es que no es susceptible de ser sometida a manipulación política o a narrativas históricas. Es posible jugar con algunos números y manipular otros, pero solo se pueden manipular datos marginales. Las cifras siguientes son válidas para mediados de 2021 y se basan en datos de las oficinas de estadísticas israelíes y palestinas, la ONU y la CIA.

Desde el río Jordán en el este, hasta el mar Mediterráneo en el oeste, hay aproximadamente 14 millones de personas. Algunas estimaciones conservadoras sitúan la cifra en poco menos de 13 millones. La brecha se puede atribuir a que los palestinos cuentan convenientemente dos veces a los residentes de Jerusalén y no restan a los palestinos que se han ido a otros países. Pero eso es material para ser analizado en otro artículo. Lo que es crítico es que la brecha, aunque implica a alrededor de 500.000 personas, no afecta significativamente el equilibrio general. Hay 9,4 millones de personas en el lado israelí de la Línea Verde, la línea de demarcación del armisticio previo a la Guerra de los Seis Días de 1967 que separa a Israel de Cisjordania. Unos 6,9 millones, o el 74,2%, son judíos israelíes. Unos 1,93 millones de ciudadanos, o el 21%, son árabes palestinos, comúnmente conocidos como árabes israelíes, una referencia conveniente que omite la palabra “palestino”. La cifra de 1,9 millones incluye a los 350.000 palestinos que viven en Jerusalén oriental.

En Cisjordania – Judea y Samaria – hay 2,5 millones de palestinos. Entonces, a los efectos de comprender la demografía de los modelos de un solo estado, hay 4,43 millones de palestinos (2,5 millones en Cisjordania y 1,93 millones dentro de Israel) y 6,9 millones de judíos israelíes. El número combinado de habitantes es, por lo tanto, de 11,3 millones. Eso se traduce en un 60% de judíos y un 40% de palestinos. La relación 60-40 no es ideal, pero es manejable, ¿verdad? Pero no es así. Para nada.

Porque está Gaza. ¿Recuerdas a Gaza? Si tu respuesta es negativa, deberías tener en cuenta que Gaza tiene la mala costumbre de recordarle a Israel su existencia todos los años o, por lo menos, cada dos años. Gaza tiene entre 1,8 millones y 2 millones de habitantes. A los efectos de este análisis, digamos 1,9 millones. Entonces, la población total entre el río Jordán y el mar Mediterráneo ahora aumenta a 13,2 millones. Puede que no parezca mucho, pero el equilibrio demográfico cambia drásticamente. Agregando a Gaza, la proporción de judíos a árabes palestinos ahora es de aproximadamente 52,2% a 47%. En la realidad, esto significa un equilibrio demográfico entre dos comunidades étnicas-nacionales de tamaño similar, y que ya sufren más de 100 años de enemistad y conflicto.

¿El equilibrio demográfico excluye una solución de un solo estado? Eso obviamente depende de los acontecimientos políticos, pero seguramente genera incertidumbre sobre la viabilidad de este modelo. Y esto sugeriría un cierto grado de urgencia, particularmente por parte de Israel, que rechaza rotundamente este modelo. El enfoque complaciente de “no hay socio” no consagra el statu quo; más bien, acelera el modelo de un solo estado convirtiéndolo en la opción por defecto basada en la realidad.

El método está en las métricas.

El estudio aplica 18 parámetros a cada uno de los cuatro modelos de la fórmula de un solo estado. Algunos son cuantificables, como economía, geografía y demografía. Algunos se derivan de la experiencia de décadas de negociaciones fracasadas entre israelíes y palestinos. Otros se relacionan con el contexto histórico y los atributos ideológicos de dos movimientos de liberación nacional.

Juntos, evalúan la viabilidad de cada modelo. Estos son los parámetros:

  1. División territorial
  2. Estatus de los asentamientos
  3. Estatus de Jerusalén
  4. Aspectos de ciudadanía y residencia
  5. Autoridad gubernamental
  6. Participación palestina en el gobierno
  7. Libertad de circulación dentro del estado
  8. El problema de los refugiados
  9. Aspectos de seguridad
  10. Aspectos sociales
  11. Aspectos económicos y civiles
  12. Preservación del carácter judío del estado
  13. Mantención del carácter democrático y liberal del estado
  14. Implicaciones para los ciudadanos árabes de Israel
  15. Implicaciones para la Autoridad Palestina
  16. La Franja de Gaza
  17. Ejecución del modelo
  18. Viabilidad de éxito del modelo

¿Cuál es el resultado de la aplicación de estos parámetros en términos de los modelos? No es muy productivo.

Un estado unitario

Este es básicamente el estado binacional al que aludimos anteriormente. No es concebible que Israel pueda vivir con un 40% (excluyendo a Gaza) de una superminoría palestina, y ciertamente no en caso de que los palestinos puedan votar. Los palestinos no se integrarán voluntariamente a un estado que se define a sí mismo como un estado judío, o el estado de los judíos, o la patria nacional del pueblo judío. Las brechas económicas son enormes. Por lo tanto, la viabilidad de este modelo es nula.

Un estado con autonomía palestina

En la práctica, esto significa una incorporación de Cisjordania a Israel, con autonomía palestina en lo municipal, educativo y en materia de sistema de salud. Este modelo se basa en el consentimiento palestino, algo muy poco probable. Está muy por debajo de las aspiraciones nacionales palestinas, lo que conduciría a la resistencia y al disenso. Desde la perspectiva y los intereses de seguridad israelíes, perpetuaría la ocupación militar y no mitiga nada.

Un estado federal

La idea central es que la tierra y la población se dividen en dos unidades federativas (o cantones) sobre la base de una etnodemografía homogénea, en lugar de una frontera políticamente demarcada. Pero, ¿cómo se estructura el gobierno central federal? ¿Es 60-40? ¿Quién toma las decisiones de seguridad?Una división así crea numerosos puntos de fricción: políticos, económicos, administrativos, de seguridad, de transporte y presupuestarios. Por lo tanto, la viabilidad de esta opción es muy cuestionable y se basa en una gran dosis de confianza, buena voluntad y cooperación, productos básicos gravemente escasos.

Una confederación

A diferencia de la confederación tripartita con Jordania, este modelo se compone esencialmente de dos estados, una frontera claramente delimitada a lo largo de la Línea Verde, libertad de movimiento, sin reubicaciones de población y una sola economía. Este modelo no carece de problemas y posibles fisuras: fricciones entre los palestinos y los judíos de los asentamientos, seguridad fronteriza y Jerusalén. Pero es el más viable de los cuatro.

La paradoja es que es el más viable de los modelos de un solo estado precisamente porque se parece mucho al modelo de dos estados: máxima disociación y desconexión política. Entonces, ¿por qué no explorar esto como una primera fase de un futuro arreglo de dos estados?

La respuesta – trágica – es que los gobiernos solo toman la decisión correcta después de haber agotado cualquier otra posibilidad.

Traducción: Daniel Rosenthal