El Buen Gerente

Gideon Levy, Haaretz 28 de agosto de 2021

El gerente de mantenimiento de Israel regresará a casa el domingo, después de haber alcanzado otro logro comprobable: la reunión en la Casa Blanca se desarrolló sin problemas, y hasta fue exitosa. Incluso después de “quitarle el IVA” por la absurda y exagerada importancia que la infantilidad de los corresponsales en Washington les atribuyó a los detalles más ínfimos: ¿fue en el comedor privado al costado de la Oficina Oval o en la kitchinette?, ¿duró 25 minutos o 30?, ¿ya se hizo amigo de Joe Biden o no? Después de todo eso, la conclusión es que Naftali Bennett se desempeñó bien. Nada salió mal, no hubo ni la más mínima incomodidad. Se emitieron los pronunciamientos esperables, se hicieron las grandes promesas y el primer ministro regresará a Israel sano y salvo, para disgusto de los fanáticos de Benjamin Netanyahu, que no se rinden ni por un momento.

Es probable que Bennett florezca en su nuevo puesto, pero ese puesto tiene una amplitud limitad: solo gerente de mantenimiento. Israel hoy quiere un gerente, no un líder. Después de la era de Netanyahu, lo único que quieren los opositores a Netanyahu es un poco de silencio. Y eso lo conseguirán. Bennett está hecho para el puesto. Quieren un gerente, porque un líder tiene que lidiar con los grandes, amenazantes y genuinos problemas, a los que tanto tememos. Un buen gerente se ocupa solo de lo que fue elegido para hacer: traer silencio. Silencio organizado, actualizado, mecanizado, no de aquí, parafraseando al poeta Yona Wallach. La reunión en Washington prometió silencio, al menos por ahora.

El buen gerente Bennett se está ocupando de la tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19, lo cual no es un asunto insignificante, porque podría traer un poco de silencio temporal al sector de la pandemia. No habrá otro lockdown y también puede que haya un año escolar normal. ¿Qué más podríamos pedir? Un buen gerente se esforzará por reducir los delitos violentos en las comunidades árabes de Israel. Eso también es bienvenido. Tendremos un presupuesto nacional; miembros del gabinete que son, en su mayor parte, honestos y diligentes; y tal vez la Franja de Gaza también se quede tranquila y no nos fastidie durante unos meses.

Bennett mantendrá la apariencia de ecuanimidad y realismo, de buenas relaciones con los ministros de su gabinete, quienes lo recompensarán sin reprocharle nada. Cuanto más dure el silencio, más crecerá la popularidad de Bennett. Cuanto más dure el silencio, más durará este gobierno y se tornará popular. Yair Lapid ocupará este puesto después de la rotación, que será honrada plenamente. Lapid también será un excelente jefe de mantenimiento, solo que un poco más cursi y patético que el actual.

Una proporción significativa de israelíes se enamorará del nuevo rol del primer ministro. Es casi un deseo nacional. Liderar es correr riesgos, poner en marcha grandes procesos, provocar disputas ruidosas. ¿Quién tiene paciencia para eso? Gerenciar es decir que estamos manejando la vida diaria de los ciudadanos: un primer ministro en el papel de alcalde. Para la mayoría de nosotros, eso es suficiente. Un poco más de saneamiento, un poco menos de monopatines eléctricos. Algo así. Detrás de este deseo de tener un gerente en lugar de un líder se esconde una pérdida de interés por la grandeza y un terror oculto a enfrentar los desafíos reales. Es por eso que el anhelo de tener un gerente se ha vuelto tan popular entre los israelíes judíos. Los israelíes judíos, cuyo statu quo es mayoritariamente excelente – entre los mejores del mundo – solo pueden beneficiarse de este rol de tendero. No hay nada como el statu quo para que un israelí se sienta más cómodo y mejore su capacidad de dormir. Eso encaja exquisitamente con el gobierno de Bennett-Lapid.

Netanyahu fue diferente, para bien y para mal. Es posible que las filas de sus muchos fanáticos pronto se reduzcan. Bennett ya no es un “estafador”, como lo llamaban los “bibiistas”, sino que fue debidamente elegido para la Knesset. Y el trabajo no le queda grande solo porque llamó por error al padre de un soldado herido por el nombre del hijo. Bennett encaja en el rol que le fue asignado, al igual que su variopinto gabinete. Su composición garantiza la tranquilidad durante el tiempo que el terror de Netanyahu esté dando vueltas.

Así que démosle la bienvenida al primer ministro cuando regrese de su primera visita de Estado con la aclamación que se merece. Como dice la vieja canción israelí: “Qué bueno que hayas vuelto a casa / qué bueno verte de nuevo / dinos cómo estás / dinos cómo te fue y por qué no enviaste una postal… Aquí todo sigue igual”.

Traducción: Daniel Rosenthal