Desde Chile, reflexiones sobre Antisemitismo

Hace unas semanas tuve dos encuentros muy interesantes, el primero con jóvenes de la comunidad judía, el segundo con jóvenes de la universidad. Los jóvenes de la comunidad judía me hicieron una entrevista para un curso y una de las preguntas era si Chile era un país antisemita. Mi respuesta fue clara, decir que Chile es un País antisemita significaría decir que el estado, el gobierno, la sociedad civil es antisemita, y no creo que sea correcta la definición. Por otro lado en Chile y en otros lugares del mundo estamos viendo un crecimiento de eventos y expresiones antisemitas que no dejan lugar a duda que el fenómeno está en ascenso.

Creo que en Chile, como en todos lados, hay dos tipos de antisemitismo: el que es producto de la ignorancia y un antisemitismo militante. Con el segundo hay poco que hacer, ningún argumento, ninguna evidencia va a hacer cambiar a quien es un activista de antisemitismo, sea de derecha o de izquierda. Él verá a los judíos culpables de las cosas más inverosímiles y diversas, ser todos de ultra derecha o ser todos izquierdistas, desde ser culpables de  la pandemia o ser culpables de  la vacuna contra la pandemia, desde la represión a los pueblos hasta la orquestación del levantamiento de los pueblos, desde la decadencia sexual hasta la discriminación de la diversidad sexual, sobre las acciones del estado de Israel o por culpa de las inacciones del estado de Israel, todo al mismo tiempo en el mismo tono sin molestarse por la incoherencia e incompatibilidad de estas ideas. ¿Por qué no hay mucho que hacer? Porque estos grupos no quieren que nosotros cambiemos en algo, o que Israel cambie en algo, solo la existencia de los judíos es lo que molesta y nada los hará cambiar de parecer.

En cambio con el primer tipo de antisemita hay mucho para hacer. Siempre cuento dos experiencias reales que me ocurrieron desde mi llegada a chile.La primera fue con un taxista, mi esposa siempre me acusa de hablar con los  taxistas en cualquier parte del mundo. Subí a un Taxi y después de hablar un largo rato, el conductor muy respetuoso, me dijo, Ud. no es de acá, ¿de dónde es? Le dije que era argentino, a lo que me preguntó qué hacía en Chile, le respondí que era Rabino, a lo que repreguntó ¿qué es rabino?  Me dejó helado. La segunda fue en el Aeropuerto de Pudahuel cuando viajaba a algún encuentro o conferencia y en la época en que había que llenar los documentos donde se ponía dirección, número de pasaporte, etc. Había un casillero que decía ocupación o profesión y anote obviamente ¨Rabino¨ y el funcionario me dijo: Ah Uds. leen el Corán ¿no?

En ningún caso fue una actitud antisemita sino producto del desconocimiento. Creo ese es uno de los caldos de cultivo para las actitudes discriminatorias. Lo que no conocemos, lo que es extraño puede causar temor y rechazo. En este grupo, en  cambio hay infinitas cosas que podemos hacer, desde lo institucional, hasta lo personal.

Un ejemplo de algo interesante; un miembro de mi comunidad en estos días me contó que está haciendo un proyecto de “Guemilut Jasadim”, está acompañando como consultor a personas que dejaron la actividad profesional y están en proceso de transición, lo está haciendo en una municipalidad, y me dijo que decidió hacerlo con su nombre, que claramente tiene un contenido judío, y no con su sobrenombre con el que lo conoce todo el mundo, para poder hacerlo desde los valores judíos de solidaridad y ayuda al prójimo.

La segunda experiencia con jóvenes es en un bloque de un curso que vengo dando hace unos siete u ocho años en una diplomatura en una de las universidades más prestigiosas de Chile. Indefectiblemente al final de la larga clase, que dura más de tres horas, siempre sale la pregunta por sionismo, de Israel, de si todos los judíos son sionistas, etc. Para mí siempre es una oportunidad para poder hablar de las cosas que forman parte de la cultura urbana llena de prejuicios y  que no tienen sustento. Muchas veces lo primero que me toca explicar es el sionismo, y como en Chile es casi un sinónimo de mala palabra, primero porque hay un total desconocimiento y segundo porque que los antisemitas militantes han logrado ponerlo en ese casillero. Es interesante que después de esas intervenciones las preguntas dejan de ser estereotipos y transcurren hacia temas más concretos y constructivos.

En definitiva como escribí un poco más arriba tenemos una tarea interesante que hacer, y hay que hacerla con pasión, con conocimiento, con mucho cariño. En este último tiempo el tema del antisemitismo en Chile estuvo presente en todos lados, en conversaciones en las casa, en las instituciones, en la TV, en los diarios, en la campañas  póliticas , en el congreso. Es muy importante que combatamos a este flagelo con todas las herramientas que una sociedad democrática tiene y por todos los medios legales vigentes. La diversidad cultural en un país enriquece a ese país, permitiendo que cada ciudadano, que cada grupo haga su aporte al colectivo desde su experiencia, desde su visión, desde su cultura.

La mejor forma de enfrentar el antisemitismo, ayer hoy y siempre es ser mejores judíos, que es un sinónimo de ser mejores personas. Al término de Iom Kipur de hace dos años, conté de un libro  que me había recomendado mi hijo mayor, de la escritora Bari Weiss quien  había ,en ese momento , renunciado al New York Times porque no se sentía que estaba siendo fiel al mandato de ser periodista en  contexto de ese diario. El libro se llama ¨mo combatir al antisemitismo¨ cuál es  la caracteristica de cada uno, cual es el mas violento etc. y en el último capítulo donde da las recomendaciones, comienza con este texto de otro autor  que ella incluye . Este texto es el que leí en  Iom Kipur .

Pregúntate a ti mismo «, escribió Zeev Maghen, y la pregunta se sintió dirigida directamente a mí, porque seguimos aquí ¿Cuál es la clave de nuestra supervivencia única, desafiante e incomparable contra todo pronóstico y pronóstico? Paulo de Tarso  predijo que nos «marchitaríamos», Hegel dijo que nuestra plantilla se había acabado, Spengler nos envió a la «temporada de invierno», Toynbee nos llamó fósiles.Equivocados. Entonces, ¿qué es, este ingrediente que nos convierte en los «judíos indestructibles»? ¿Cuál es, como pregunta Mark Twain, el secreto de nuestra inmortalidad? Seguramente ninguno de ustedes lo hará. Dime que durante cuatro milenios, y a través de las desgarradoras vicisitudes y las salvajes depredaciones del exilio, fueron nuestros llamamientos, protestas y gritos por un trato equitativo los que nos sostuvieron, nos mantuvieron en la vida y nos trajeron  a esta época. No, amigos míos, nuestra historia nos enseña una lección diferente: que aquellos que, en lugar de apelar y gritar, eligen construir, educar hacia un avivamiento cultural y nacional, desafiar el antisemitismo no con súplicas judías y prejuicios judíos, sino con el aprendizaje judío, la observancia judía, la fuerza judía y los logros judíos, tales son los que le brindan a nuestro pueblo supervivencia, salvación, un futuro.

Claramente hay mucho para hacer, participar en el desarrollo de una sociedad más justa, donde ninguna persona sea discriminada por ningún motivo, establecer puentes de entendimiento y comprensión luchar contra todos los estereotipos, defender nuestros derechos etc. Todo eso debemos hacerlo desde una identidad judía más profunda y más fuerte, con conocimiento de nuestras raíces, de nuestras fuentes, de nuestra historia, con prácticas compartidas que sostengan.

Rabino Alejandro Bloch, Comunidad NBI, Santiago de Chile