10 de Tevet: el ayuno desconocido
Martín Kalenberg, TuMeser 25 de diciembre de 2020
Mientras el viernes 25 de diciembre de 2020 el mundo occidental, y no tan occidental, estará celebrando la Navidad, el pueblo judío (de hechouna ínfima porción de este) vivirá un día de duelo y ayuno por el comienzo del sitio al Primer Templo de Jerusalén, ordenando por el rey babilonio Nabucodonosor, que culminó con su destrucción -según la tradición judía- en el 586 antes de la Era Común.
También, desde el año 1950, el moderno Estado de Israel definió que el 10 de tevet de cada año sea considerado como el Día del Kadish General. El kadish es un rezo judío escrito en arameo que se pronuncia dentro de las diferentes oraciones, pero es particularmente conocido por su utilización como plegaria de recordación por los fallecidos. En este día, cada año y según el calendario judío, en Israel se recita el kadish por aquellos muertos en la Shoá (Holocausto del pueblo judío) cuya fecha de fallecimiento se desconoce y, agrego yo, que tampoco se sabe dónde están enterrados.
Me resulta particularmente conmovedor recordar en este día a los soldados del ejército de Israel desaparecidos en acción, en particular a Ron Arad, secuestrado en 1986 por el movimiento terrorista libanés Amal, y cuyo paradero aún se desconoce, aunque se presume muerto. Conocí la historia de Arad en 1994 cuando activaba en el movimiento juvenil sionista JazitHanoar. Aquel sábado de tarde nuestros líderes nos entregaron una especie de cartulina con la foto del joven Arad y un texto que decía: “Free Ron Arad”. Esta semana lo volví a recordar, y la emoción se volvió a apoderar de mí. Aún más emocionante fue que su hija, Iubal, haya participado activamente por la liberación de GiladShalit, soldado secuestrado por Hamas durante más de cinco años (2006-2011).
Además, según la tradición judía más raigal, el 10 de tevet se recuerda que durante el reinado helénico de Ptolomeo II rey de Egipto(283 al 246 AEC)este ordenó a 72 ancianos, doctores de la ley judía, traducir el Pentateuco al griego, mientras permanecían separados en habitaciones diferentes en la ciudad egipcia de Alejandría. La traducción de los 72 fue exactamente igual, y esta obra-posteriormente ampliada- pasó a denominarse Septuaginta o TargumHasheviim (La traducción de los setenta) en hebreo moderno. En diversas fuentes judías clásicas se concibe esta traducción como una tragedia. Luego de terminada, un 8 de tevet, “la oscuridad se apoderó del mundo durante tres días”, indica una de estas, mientras que otra compara el día n que los ancianos finalizaron su trabajo con la jornada en que el pueblo judío construyó el becerro de oro en el desierto, al pie del monte Sinaí, mientras Moisés seguía dialogando con Dios en las alturas.
¿Es la traducción del Pentateuco al griego antiguo un hecho tan trágico? Considero que no. Tarde o temprano iba a suceder, al igual que ocurrió con la impresión de las primeras biblias en la imprenta de Gutenberg. El desafío del pueblo judío es no temer a difundir sus conocimientos y fuentes entre los no judíos, sino que reflexionar acerca de cómo reapropiarse de estos, resignificarlos, aprehenderlos y aggiornarlos dentro de los marcos que nuestra amplia y diversa tradición nos propone.
Otro hecho luctuoso que se recuerda en el ayuno es el fallecimiento del escriba Esdras, uno de los líderes del retorno a Sión de los judíos exiliados en Babilonia (circa 516 AEC) luego de la destrucción del primer templo.
Este ayuno tiene la particularidad de que es el único, según la organización del calendario lunisolar judío, que puede ocurrir un viernes, con lo cual comparte con YomKipur (Día del Perdón) la peculiaridad de que parte del ayuno tiene lugar durante el Shabat (Sábado judío), puesto que este 10 de tevet terminará en la noche del viernes 25 de diciembre, luego de las plegarias nocturnas cuando llegue el momento del Kidush, santificando al vino, al pan y al séptimo día.
Un día de recuerdos, de tristeza, pero también de esperanza de que -aun simbólicamente- se reconstruya el Templo de Jerusalén mediante la aceptación del otro y de sus ideas.