El dilema moral de la guerra (respuesta)

Algunos apuntes de Tal Becker en su conversación con Yehuda Kurtzer, Presidente del Shalom Hartman Institute, en el podcast ‘Identity Crisis’ del 27 de mayo de 2025. Traducción, edición, y negritas, del editor. 

Creo que estamos obligados, tanto como Estado judío y como país que desea tener socios en el mundo, a abordar estas cuestiones de la guerra de forma moral. A articular claramente cuál es el dilema moral y cómo estamos tratando de enfrentarlo. Un tipo de lenguaje claro que diga: esto es un verdadero desafío moral, estas son las preguntas morales que enfrentamos. Estar en contacto con cualquiera que esté dispuesto a tener una conversación moral me parece una obligación realmente importante. No abandonar esa conversación.

Por otro lado hay quienes critican a Israel sin importar lo que haga. Hay antisemitas. Hay quienes quieren ser deliberadamente ignorantes.

Parte de la aspiración del Sionismo era estar en comunidad con otros. Eso requiere enmarcar lo que estás haciendo en un lenguaje comprometido con tus valores. Existe cierta tensión porque el Sionismo también es un producto de un pueblo que se sintió abandonado por el mundo. Y el 7 de octubre, de alguna manera, eso llegó a un extremo, ese sentido de soledad: ¿Qué importa con quién estemos hablando? Nadie nos entiende. Los medios están en contra nuestra.

Esto refuerza la sensación de que estamos solos con nuestro propio trauma. Pero también es una traición a las aspiraciones del Sionismo. Eso nos obliga, por nuestra propia salud. Y en mi opinión, incluso para lograr una especie de victoria en esta guerra que no sea solo una victoria en el campo de batalla, sino una preservación de nuestra alma mientras luchamos contra este enemigo irreconciliablemente maligno, nos exigimos a nosotros mismos a usar ese lenguaje y entablar comunicación con otros en esos términos. Y creo que eso es posible a pesar de lo difíciles que son los dilemas.

Quiero añadir una forma distinta de pensar sobre esto que me ha estado preocupando últimamente. Basada en algo que leí sobre la diferencia entre Clausewitz y Sun Tzu en su definición de victoria en la guerra.

La visión de Clausewitz es que la victoria en la guerra consiste en la dominación física del enemigo hasta quitarle esencialmente tanto su capacidad como su voluntad de luchar. En ese modelo, la victoria en esta guerra significa derrotar físicamente a Hamás para que ya no sea una amenaza ni para los palestinos, ni para los israelíes, ni para la posibilidad de crear un futuro mejor, que es de lo que creo que trata en última instancia esta guerra: negarles a los enemigos de la paz la capacidad de dictar el futuro de Oriente Medio.

Por otro lado, Sun Tzu da una descripción muy distinta de la victoria. Él dice que en la guerra no estás luchando contra tu enemigo; estás luchando contra la estrategia de tu enemigo. Tu objetivo es desmantelar esa estrategia. Si puedes lograrlo sin usar demasiada fuerza, esa sería la forma suprema de victoria.

Una forma de ver esta guerra es legalista. Otra forma de pensarla es: ¿Cuál es la verdadera victoria en esta guerra y cuál es la calibración correcta entre la victoria física y esa victoria de narrativas o historias que haga posible crear una realidad post-Hamás en la mente de las personas, para que luego pueda concretarse en la realidad?

Si la narrativa al final de esta guerra es que Hamás no ha sido derrotado, los que están en el campo que piensan que todavía necesitamos un poco más de Clausewitz antes de pasar a Sun Tzu dirán: no, necesitamos más acción militar aquí, ¿verdad?

Yo personalmente creo que necesitamos mucho más a Sun Tzu en esta mezcla.

La razón por la que necesitamos asegurar el cumplimiento del estado de derecho y asegurar que haya rendición de cuentas por las malas acciones e investigaciones no es porque eso vaya a resolver los problemas internacionales de tipo diplomático. Puede que lo haga o puede que no. La razón es porque necesitamos ser una sociedad comprometida con el estado de derecho. Esa es la razón: quién queremos ser.

Ahora bien, en los hechos, tenemos un mecanismo de justicia militar muy sofisticado. La realidad de la guerra implica que esos mecanismos de justicia militar y el fiscal general militar han anunciado muchas investigaciones penales. Hay muchas cosas en curso. La realidad es que incluso en las mejores democracias occidentales —y el sistema israelí es tan bueno como el de cualquier otro país en este sentido—, existen verdaderos problemas para aplicar con rigor la rendición de cuentas legal en zonas de guerra.

Aquí tenemos que volver un poco de Sun Tzu: ¿Qué significaría la victoria en esta guerra? Una de las formas en que se manifestaría la victoria en esta guerra sería que Hamás no lograra arrebatarnos nuestro compromiso con el estado de derecho, con nuestros ideales, a pesar del intento de usar ese compromiso en nuestra contra. Esa sería una de las formas en que se expresaría. Esos mecanismos están en marcha.

Lo que no está en marcha es el tipo de discusión sobre esos mecanismos internos y su presentación de los mismos al mundo como una expresión de nuestros valores y de nuestro compromiso moral. Eso se debe al tipo de trauma en el que se encuentra la sociedad israelí y, también en parte, a la dinámica política en la que está Israel, donde se recompensa el lenguaje que se compromete con esta especie de gran victoria militar sobre Hamás, pero al mismo tiempo no se compromete con la preservación de nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro compromiso con nuestros valores.

Eso es lo que creo que quienes están comprometidos con el futuro de Israel y con la victoria de Israel en esta guerra en todos los frentes —uno de ellos siendo nuestro espíritu y nuestra alma— necesitan defender activamente y articular.