La distopia de Trump
Donniel Hartman, Blogs The Times of Israel, 6 de febrero de 2025
Es tentador fantasear con que los israelíes pronto despertaremos en una nueva realidad, liberados de la amenaza de una sociedad en nuestra frontera a cuyos integrantes se les ha enseñado a glorificar la muerte de los judíos. Los medios de comunicación israelíes ahora están llenos de análisis que identifican posibles destinos para la gente de Gaza, con evaluaciones “de expertos” sobre la viabilidad de cada uno de ellos.
La mayoría de los observadores ahora están de acuerdo en que la propuesta de Trump de un nuevo resort vacacional en el Medio Oriente es irrealizable. No se destinarán tropas ni financiación estadounidenses para implementar su plan distópico.
Pero la cuestión de la implementación desvía el discurso del tema verdaderamente fundamental. La pregunta no es qué es posible, sino qué es digno de Israel y del pueblo judío.
Me resulta extraño, como judío e israelí, defender el derecho y la capacidad de los palestinos de permanecer en Gaza a pesar de la amenaza que representan para nosotros. No tengo compasión por Hamás, cuya mayor aspiración es asesinar a tantos judíos como sea posible.
Sin embargo, incluso cuando nos enfrentamos a un enemigo brutal, tenemos prohibido emular su brutalidad. La búsqueda de la seguridad y de la autodefensa es un deber moral. Pero la moralidad también exige que las guerras justas se libren de manera justa, tanto durante la lucha en sí como después de ella. La idea de un traslado masivo del pueblo palestino que vive en Gaza no es meramente contraria al derecho internacional. Es una abominación moral. Es un escenario que Israel y los judíos de todo el mundo deberían rechazar inequívocamente.
Encontrar un sitio empobrecido en África recuerda la búsqueda desesperada de una patria para el pueblo judío hace un siglo atrás. Sin embargo, cuando los británicos ofrecieron su colonia de Uganda como refugio para los judíos de Europa del Este, el movimiento sionista lo rechazó con vehemencia. Ese plan, como otros, ignoraba el hecho de que el pueblo judío ya tenía una patria. Y los gazatíes también la tienen.
La guerra en Gaza ha creado una oportunidad para implementar un nuevo orden en Gaza y expandir la paz a gran parte del Medio Oriente. Esta oportunidad está siendo suprimida por nuestro gobierno, no porque sea imposible de llevar a la práctica, sino porque la coalición actual no la tomará en cuenta. Ese plan reemplazaría a Hamás con una policía y una fuerza gobernante de estados árabes moderados comprometidos con la paz con Israel. El problema es que esos países entrarán en la zona de desastre de Gaza solamente si Israel acepta un papel activo de la Autoridad Palestina, algo que los socios de la coalición de extrema derecha de Netanyahu han vetado.
El resultado es que muchos israelíes están recibiendo con los brazos abiertos la distopía de Trump, con todas sus fallas morales, al tiempo que permiten que se esfume la oportunidad de una paz regional.
A pesar de todos los peligros e incertidumbres que implica un Medio Oriente realineado, ese escenario es más realista que el negocio inmobiliario de Trump en Gaza y encarna un estándar moral digno del estado judío.
La paz no se logra erradicando al enemigo. Implica neutralizar su capacidad de dictar las condiciones de la realidad y causar daño, para luego tener la valentía de reconocer los derechos de cada una de las partes en pugna y comenzar a construir un futuro nuevo y mejor.
El éxito de Israel en esta guerra ha sido lograr esa primera etapa. Celebremos la victoria y aprovechemos las oportunidades que ha generado.
Traducción: Daniel Rosenthal