Injusticia
Lic. David Telias, especial para TuMeser
Si todo marcha como está previsto, en menos de 24 horas del momento en que escribo esto comenzará el intercambio de rehenes israelíes secuestrados por Hamas el 7/10 por prisioneros palestinos en cárceles israelíes.
Por cada secuestrado Israel entregará entre 30 y 50 prisioneros. Algunos encarcelados por actos terroristas y criminales, otros capturados durante estos más de 15 meses de guerra en Gaza.
No es un trato justo, ni es un justo final para esta guerra. ¿Pero desde cuándo hay justicia en la guerra? ¿Y quién dijo que esta guerra terminó?
Las guerras siempre son injustas. La guerra es la injusticia materializada. Nunca hubo ni habrá en una guerra más que la imposición de quien es más fuerte en ese momento y lugar. Hamas prevaleció el 7 de octubre de 2023. Fue más fuerte en ese momento y lugar. Aprovechó una debilidad circunstancial del enemigo – algún día quizá sepamos debido a qué o por culpa de quién – y asestó un golpe durísimo e irreversible.
Israel es el más fuerte de la región y sin duda del conflicto bilateral entre israelíes y palestinos por lo menos desde octubre de 1973, y lo demostró con creces desde el 8 de octubre de 2023 hasta hoy, enfrentando por momentos hasta 7 frentes de guerra simultáneos con un éxito del que probablemente no haya parangón en la historia de las guerras modernas.
Luego del insólito yerro del 7/10, tanto la inteligencia militar como sin duda el Mosad y el Shin Bet demostraron estar en un nivel superlativo de capacidad de acción probablemente incluso superior al de las grandes potencias mundiales, como Rusia – que no termina de poder con Ucrania – los países europeos que están claramente un escalón por debajo en este aspecto por su dependencia de la OTAN, e incluso probablemente los Estados Unidos. De China sabemos muy poco en este sentido pues su participación en conflictos bélicos es siempre muy puntual y limitada. Imaginamos y especulamos mucho, no sabemos realmente de qué es capaz.
Desde el punto de vista bélico propiamente dicho, en lo defensivo la “cúpula de hierro” ha demostrado ser seguramente el mayor invento militar desde la revolución científico-tecnológica a la fecha, y se auto supera en cada momento. La Fuerza Área Israelí demostró una vez más como desde 1967 en adelante que es seguramente la más eficiente y eficaz del mundo, incluso para ataques a larga distancia. Las acciones de respuesta contra Irán y Yemen lo han dejado en evidencia.
Y la mayor fortaleza de las FDI es sin dudas su componente humano. Sus soldados no son mercenarios como los rusos, o individuos que ingresan al servicio militar para ganarse un sueldo o porque no tienen otra alternativa laboral. Son los ciudadanos israelíes que aman a su país y que van al servicio militar obligatorio para defenderlo de quienes, desde su independencia, lo quieren destruir y no han podido. Son sionistas que persiguen el sueño de ser un pueblo libre en su tierra ancestral. Son los jóvenes que al salir del servicio militar, estudiaran ingeniería, comunicación, administración o cualquier otra cosa, en una sociedad en la que el índice de graduados universitarios per cápita rankea en el top tres mundial. Y en eso el ejército tiene también mucho que ver.
Por todo esto es que Israel ganó la guerra que empezó el 8 de octubre de 2023 y que en menos de 24 horas tendrá un cese al fuego, no un final, apenas un descanso, un parate provisorio del intercambio de fuego mientras se desarrollan otras acciones injustas, igual que la guerra, como el intercambio de un niño que hoy debería estar festejando su segundo cumpleaños de vida y no sabemos si lo devolverán vivo o muerto, y por el que habrá que entregar por lo menos treinta criminales vivos a cambio.
Pero así es la guerra, injusta. Y aunque solo sea por recuperar el cuerpo sin vida de ese niño, es necesario entregar esos treinta o cincuenta criminales a cambio. Si está muerto, lo menos que merece es una sepultura digna y un lugar donde sus seres queridos y a esta altura todos a los que nos ha afectado el dolor de ver cómo lo secuestraron, podamos rendirle honores y pedirle disculpas por no haberlo protegido en su básico derecho a la vida.
Y porque ojalá sea él vivo creciendo a salvo en Israel, o su tumba si es que esto ya está decretado, el testimonio necesario y suficiente para que en el seno de la sociedad israelí en algún momento se aplique en algo la justicia con quienes, por el motivo que haya sido, fallaron y perdieron la guerra del 7 de octubre de 2023.
Nada devolverá la vida de Kfir si está muerto, y nada le compensará los casi 500 días de secuestro que vivió en sus primeros dos años de vida. Pero alguien deberá responsabilizarse por eso, y pagar el precio que se pueda cobrar por ello. Nunca será justo. La guerra es siempre, injusta.
Este parate de 42 días no es otra cosa que el retorno del conflicto al estadio de la política. Hace casi 200 años Clausewitz sentenció que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Después del período político que comienza mañana, 19 de enero de 2025, podrá estirarse el período de conflicto político si la presión internacional y principalmente la administración Trump que no por casualidad asume funciones formalmente al día siguiente de este comienzo, y sus aliados y los que pretenden serlo del mundo árabe es lo suficientemente fuerte como para presionar a Israel de no volver a la etapa bélica del conflicto y a Hamas y los palestinos de que continúen devolviendo a los secuestrados vivos o muertos para que esto no ocurra.
De hecho lo que pasó el 7 de octubre de 2023 fue que la política práctica había decidido ya no dar respuestas a un conflicto tan largo como triste y Hamás decidió pasar a la fase de guerra, sabiendo que sólo podía ganar esa batalla. Aunque probablemente también sabía que si lograba un mínimo de éxito se transformaría en indestructible, porque la inacción política de la comunidad internacional y los actores relevantes en este conflicto, transformaron a Hamas en una idea y un símbolo de la resistencia, y eso no se puede eliminar.
Así como el 8 de mayo de 1945 Alemania se rindió incondicionalmente, pero el nazismo sigue siendo hasta el día de hoy una idea y para muchos incluso un símbolo que sacó al país de las ruinas de los acuerdos deshonrosos de Versalles, Hamás seguirá siendo para gran parte del pueblo palestino, aquel que no aceptó la deshonra y no bajó los brazos e incluso ofrendó su vida terrenal en pos de lograr su libertad.
Los israelíes y palestinos que todavía crean en la cada vez más difícil y lejana solución de dos Estados para dos pueblos deberán aprender a convivir con esto. A saber que cualquier solución que se encuentre para que los palestinos tengan su independencia, convivirá con la idea de que Hamas ha sido un actor clave para conseguirlo, y aun que se le llegue a proscribir como partido, a prohibir su participación electoral, su presencia simbólica siempre estará. Como en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y la desnazificación de Alemania, Austria y las zonas que habían sido ocupadas,
El historiador británico Ian Kershaw, cuenta al inicio de su obra “The Nazi Dictatorship: Problems and Perspective of Interpretation”, que su interés en dedicar su doctorado al estudio del nazismo y la figura de Hitler, surgió cuando estando en Alemania justamente para eso a mediados de los años 70, un desconocido lo identificó como británico en una librería, y le comentó que lo que lamentaba era que los británicos en lugar de enfrentar al nazismo, no se hubiesen aliado a él, y juntos así toda la raza aria (que como bien sabemos los sajones eran considerados arios por los nazis), hubiese dominado el mundo.
Es probable que dentro de treinta años exista un Estado palestino, confinado a lo que los militar y físicamente derrotados palestinos reciban como dádiva por lo que en definitiva les corresponde por el derecho internacional. Al fin y al cabo, y aunque ellos no lo aceptaron, el 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU votó por tres quintos de sus miembros, la creación de dos Estados, un árabe y otro judío. Y seguramente en alguna librería de Gaza, Ramala o alguna otra ciudad que forme parte de ese Estado, dentro de treinta años, algún ciudadano añore los tiempos en que Gaza era gobernada por Hamas.
Y todo esto tampoco es justo, no debería ser así y cada pueblo debería tener el derecho a tener su Estado en convivencia armónica con el resto.
¿Pero quién dijo que la guerra es justa?