Jeshbon Nefesh
Estas líneas son escritas asumiendo que estarán on-line el 7 de enero de 2025: 459 días, 15 meses desde el 7 de octubre de 2023. Estas líneas son escritas en memoria de todos los caídos y por todos los sobrevivientes, especialmente aquellos aún en cautiverio.
Si yo fuese cabalista o apasionado de la guematria comenzaría señalando que la suma de los números que componen el 459 es nada más ni menos que 18; o sea, Jai, que quiere decir vida.
Pero no lo soy. No podría ubicarme más lejos de ninguna de esas disciplinas. No preciso significados ocultos ni místicos para conmoverme: un año y cuarto, 15 meses, 66 semanas, 459 días, son todos números fríos y contundentes. Lo mismo los 100 rehenes, vivos o muertos, que yacen en los túneles de Gaza y para quienes no hubo milagro este Janucá.
Creo que este 7 de enero de 2025 es una fecha apropiada para detenernos y pensar despojados de ideologías e ilusiones. ‘Am Israel Jai’ no es sólo un slogan, es un hecho: Israel-Estado e Israel-Nación seguiremos en pie. También es momento de admitir que estamos grave y profundamente heridos como Estado y como Nación.
Estar convencido que no podemos conformarnos con el triunfalismo tecnológico, empresarial, cultural, y militar que viene, como la Torá, de Jerusalém, ni mucho menos hacer culto a la personalidad (de Netanyahu) cuando la Torá la evitó respecto a Moshé, me ha costado epítetos dolorosos y por demás injustos. Sin embargo, insisto, en forma casi obsesiva.
Creo que debemos auto-exigirnos un nivel moral y ético, especialmente en tiempos de supervivencia; es intrínseco a nuestra razón de ser. No surgimos entre los grandes imperios de la Antigüedad para subyugar a nadie, sino para ser ‘luz entre las naciones’, ‘un reino de sacerdotes’. Se nos mandata sobrevivir, pero nuestro lema, nuestra Torá, es ‘no hagas al otro lo que no quieras que te hagan a ti’.
Este 7 de enero de 2025 nos encuentra en una coyuntura que, a pesar de los grandes triunfos militares del año 2024, no mejora nuestro estatus existencial y moral; mucho menos nuestro estado de ánimo: 100 rehenes siguen en cautiverio, el gobierno de Netanyahu sigue empeñado en su agenda, los desplazados israelíes siguen desplazados, los hutíes no dejan descansar a los habitantes de Israel dos noches seguidas, y no hay perspectivas ciertas que el fracaso de seguridad de #Oct7 sea revisado y juzgado.
Israel hoy no se parece en nada a aquel cuya Declaración de Independencia declara que se guiará por los ‘principios de los profetas de Israel’. Con todas sus carencias y su vaguedad, el texto fundacional del Estado Judío dejó las puertas abiertas a dos aspiraciones, entre tantas; hoy ambas están bajo fuerte cuestionamiento: diversidad y valores (éticos). Lo que en un principio fue llamado ‘pragmatismo’ hoy deja espacio al fanatismo. Para muestra, dos botones: la reforma judicial y la exención militar de la juventud ultra-ortodoxa.
Desde que cayó el gobierno liderado por Bennet en 2022 y Netanyahu formó ‘su’ gobierno de ultra-derecha vengo lamentándome por el destino del ‘hogar que no habito’ y del pueblo que me constituye.
Las proezas del sistema de seguridad de Israel (FDI, Mossad), los beepers, los asesinatos selectivos, ni las recientes operaciones tipo ‘Seis Días’ en Siria compensan el desacierto general cuyo punto culminante fue #Oct7. La guerra no está ganada no sólo porque el enemigo es tenaz sino porque se ha convertido en una forma de vida para Israel. Sirve a ciertos intereses y desprecia la vida de las mayorías: rehenes, soldados, reservistas, y los ciudadanos en general. El pueblo judío nació para la paz, no la guerra. No somos esto.
Cualquier día, cualquier hora, es buena para hacer ‘jeshbon nefesh’: llamémoslo balance, auto-evaluación de nuestras acciones o nuestra situación, o simplemente introspección. Un aniversario de una fecha tan fatídica es especialmente apropiado para ello: no en vano tenemos Iom Kipur o instituimos Tisha Be’Av. En algún momento del devenir de la vida, hacemos una pausa.
En medio de esta pausa estival en que nos sumergimos en el hemisferio sur, al tiempo que la oscuridad (la real y la simbólica) se cierne sobre Israel y sus diez millones de habitantes, creí oportuno mirar alrededor y ubicarnos donde realmente estamos parados. Como dicen tantos posteos en redes: la fecha es 7 de enero de 2025, pero el tiempo se detuvo el 7 de octubre de 2023. En términos judíos, tiempo es memoria y esperanza. Veamos de cuidar ambas.
Mejor año gregoriano 2025 para todos.