Reforma Judicial, 2a Parte
Suzie Navot, The Times of Israel, 18 de diciembre de 2024
Tras una sentencia de la Suprema Corte que ordena al Ministro de Justicia Yariv Levin que convoque al Comité de Selección Judicial para designar al presidente de la Suprema Corte, el Ministro Levin escribió en un posteo en Facebook: “La Suprema Corte no les deja a la Knesset y al gobierno otra opción en este momento que actuar para restablecer sus poderes a los niveles normales… No nos dejaron otra opción; no puede continuar así…”
El mensaje del Ministro Levin podría haberse formulado de forma mucho más breve y clara. Algo así como: “Si no soy yo el que decide, cambiaremos las reglas del juego”.
De hecho, esta frase es aplicable a su conducta durante ya casi dos años y a una variedad de tareas clave: designar al presidente de la Suprema Corte, a sus magistrados y al ombudsman de los jueces.
Lo que tienen en común estos nombramientos es que, si el candidato del ministro no es aceptado, entonces no se nombra a nadie. ¿Y si esto es contrario a la ley? La cambiaremos.
Por primera vez en la historia de la Suprema Corte, y durante más de catorce meses, no ha habido un presidente permanente. ¿Por qué? Porque los candidatos del Ministro de Justicia para los puestos de magistrados de la Suprema Corte no cuentan con una mayoría en el Comité de Selección Judicial. Por lo tanto, en lugar de aceptar la decisión del comité, simplemente no se convocó al comité para elegir a un presidente.
En setiembre, la Suprema Corte ordenó al ministro que cumpliera con su deber de convocar al comité porque el sistema no se puede paralizar. Es así de simple. La Suprema Corte dictaminó lo obvio: que el ministro tiene la facultad de decidir cuándo convocar al comité y también de intentar llegar a un consenso, pero que esa no puede ser la única consideración. Por ello, se determinó que el ministro debe publicar los nombres de los candidatos en los registros oficiales y convocar al comité con el fin de elegir a un presidente.
Desde entonces, el ministro ha abusado sistemáticamente de su posición como jefe del comité.
Se han dado innumerables tácticas dilatorias y excusas para no elegir al presidente de la Suprema Corte: primero, publicar todos los nombres de los jueces como candidatos, miles de “objeciones” presentadas contra los candidatos, establecer la agenda según la cual se elegiría al vicepresidente antes que al presidente, solicitar una transmisión en vivo de las reuniones del comité y negarse rotundamente a someter a votación la elección del presidente.
Incluso se invitó a expertos a la última reunión para que dieran su opinión sobre el principio de antigüedad, como si se tratara de un comité de la Knesset y no del Comité de Selección Judicial, al que nunca antes se había invitado a expertos externos.
Estas tácticas no parecen haber funcionado. De hecho, la Suprema Corte dictaminó el jueves pasado que:
“Habiendo observado que las acciones del Ministro de Justicia hasta ahora no han cumplido con el objetivo de la sentencia, es decir la obligación de someter a votación de los miembros del Comité de Selección Judicial la elección del presidente de la Suprema Corte… ordenamos que el Ministro de Justicia someta a votación de los miembros del Comité de Selección Judicial la elección del presidente de la Suprema Corte antes del 16 de enero de 2025”.
Esta vez hay una sentencia judicial clara que ordena al Ministro ejercer su autoridad como lo exige la ley. Todo ciudadano debe respetar una sentencia judicial, incluso si no le gusta. Este es el principio básico del estado de derecho.
En su posteo de anoche, el Ministro Levin volvió a hablar de un “compromiso”: “La propuesta de compromiso justo que propuse a los jueces todavía está sobre la mesa”, y en sus palabras, “el camino del acuerdo y el diálogo fue y sigue siendo el camino correcto y preferible”.
Pero ¿exactamente qué tipo de compromiso es este? Que el representante del Ministro servirá como juez en la Suprema Corte. Y esto mientras se ignora por completo la tarea del comité.
Esto no es un compromiso. Esto es control. Y esto no tiene nada que ver con candidatos conservadores o liberales. Actualmente ya hay una mayoría conservadora en la Suprema Corte. Levin quiere nombrar a “su” gente. Una vez más: “Si no soy yo el que decide, cambiaremos las reglas”.
Los titulares de los medios anunciaron esta mañana que “la reforma judicial está regresando”. Como si al gobierno le faltaran otras áreas que requieren urgentemente su atención.
La verdad es que la reforma nunca se detuvo. Está aquí, caminando entre nosotros a diario y semanalmente, en un bombardeo de docenas de proyectos de ley, todos con un solo objetivo: consolidar el poder sobre instituciones clave que son percibidas como neutrales y profesionales, que sirven al público o que limitan los poderes del gobierno, ya sea el sistema judicial, los medios de comunicación u otros guardianes y mecanismos de control y equilibrio.
Ahora también vuelve a estar sobre la mesa la propuesta de cambiar la composición del Comité de Selección Judicial, quizás el componente más controvertido de las iniciativas de reforma judicial de 2023.
En este punto debemos recordar que, por encima de todo, se trata de una modificación a una Ley Básica, leyes de estatus cuasi constitucional en Israel. Un cambio en las reglas del juego mientras se juega. Un intento de un funcionario electo de utilizar la legislación para evitar la implementación de una sentencia de la Suprema Corte.
Hay una sola forma de nombrar esto: abuso de autoridad. No permitamos que se vuelva a tomar este camino peligroso.
Traducción: Daniel Rosenthal