¿Israel o ‘Bibi’?

Fania Oz-Salzberger, The Jewish Chronicle, 25 de noviembre de 2024

Esta es una súplica apasionada para que los lectores  opten entre respaldar al gobierno de Netanyahu o apoyar a la sociedad civil israelí.

La colisión entre estas dos entidades, estos dos Israel, que ha estado creciendo durante años, dio un giro horrendo el 7 de octubre de 2023 y ahora ha alcanzado un nadir irreversible. Una división del camino tan relevante entre el gobierno y una gran parte de la sociedad israelí es una tragedia para Israel, pero es algo a lo que nos hemos estado enfrentando durante años. Ha llegado el momento, por más desafortunado y peligroso que sea, de que los partidarios de Netanyahu en el exterior del país también lo enfrenten.

Soy una sionista de centroizquierda, nacida y criada como kibutznik. Mi sionismo se basa en el legado humanista de Theodor Herzl y en la magistral Declaración de Independencia de Israel. Creo en defender a Israel sabia y poderosamente desde dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente y trabajar con cautela en pro de una solución de dos estados que no engendre un estado terrorista como nuestro vecino.

Antes de que me descarten como una izquierdista anti-Bibi obsesiva, les ruego que tengan en cuenta que la mayoría de los numerosos israelíes que actualmente consideran que Netanyahu es uno de los peores problemas de Israel son políticamente de línea más dura que yo. Ya no se trata de cuestiones de seguridad y ni siquiera de un estado palestino. Se trata de corrupción personal y pública, encubrimiento criminal y un golpe constitucional.

La sociedad israelí no se está desmoronando en virtud de desacuerdos políticos, sino por la campaña orquestada por los compinches políticos y mediáticos de Netanyahu contra el poder judicial, el estado de derecho y el público secular y liberal. Esta campaña implica mentir al público sobre asuntos cruciales. Netanyahu tiene actualmente dos grandes temores: una comisión de investigación estatal sobre el 7 de octubre y el fin de la guerra de Gaza. Enredado en una red de falsedades, se ha puesto en contra del ejército, el Shin Bet y la Fiscal General con la misma ponzoña anteriormente reservada para la Corte Suprema (desde su acusación en tres casos de corrupción) y la izquierda y los liberales. El descarado maltrato del Primer Ministro a las familias de los rehenes y a los kibutzim destruidos, al borde de la sicopatía emocional, es parte integral de esta campaña.

Durante la última quincena, periodistas de alto nivel han hecho varias revelaciones asombrosas acerca de las fantochadas de la oficina del Primer Ministro. Dos miembros del equipo de Netanyahu habrían trabajado en una campaña de relaciones públicas en las redes sociales a favor de Qatar durante el tiempo que este país financió a Hamás ¡con la aprobación de Netanyahu! Los mismos asesores cercanos, junto con un empleado subalterno, ahora son sospechosos de divulgar inteligencia militar, con contenido posiblemente distorsionado, a medios de comunicación extranjeros como parte de una campaña contra las familias de los rehenes. Netanyahu no solo abandonó a los 101 rehenes restantes a su suerte, sino que su equipo trabajó duramente para engañar al público israelí al plantar pruebas falsas del rechazo de Hamás a un acuerdo.

Al principio, Netanyahu negó cualquier relación con el empleado subalterno bajo investigación, Eli Feldstein. Luego, el sábado, grabó en video una diatriba de nueve minutos y medio a la nación describiendo a este hombre como un mártir patriótico de las malvadas maquinaciones de las FDI y el Shin Bet. Nunca antes un líder israelí había atacado públicamente a las fuerzas de seguridad, y mucho menos de manera tan contundente, en medio de una guerra. En su discurso no dijo nada sobre los últimos y mortíferos cohetes de Hezbolá, los soldados recientemente caídos o la rehén que Hamás informó que había asesinado apenas unas horas antes. El objetivo de la actuación fue destruir la reputación de los más altos funcionarios judiciales y de la defensa de Israel. Se asume ampliamente que se está preparando el terreno para despedir tanto a la Fiscal General, Gali Baharav-Miara, como al jefe del Shin Bet, Ronen Bar, reemplazándolos con los títeres del primer ministro, como se ha hecho recientemente en el Ministerio de Defensa. La policía israelí ya refleja la ideología y las políticas extremistas de Itamar Ben Gvir.

Paralelamente, la nueva legislación de la Knesset promovida por el ministro de comunicaciones Shlomo Karhi está en marcha para destruir la independencia de la corporación de radiodifusión pública israelí. Cuando se le acusó de debilitar la democracia, Karhi no lo negó. «Fuimos elegidos por el público», replicó, «y podemos cambiar la forma del régimen si así lo queremos». Y lo dice en serio. En se está preparando la legislación que prohíbe ciertos partidos y políticos árabes israelíes. Sin ellos, la centroizquierda, e incluso la centroderecha, nunca volverán a ganar unas elecciones.

No menos alarmante es un proyecto de ley que bloquea la comisión de investigación que debió formarse ya hace tiempo sobre el desastre del 7 de octubre y, en su lugar, forma una comisión nombrada por políticos. Netanyahu pronto estará listo para asignar toda la culpa al ejército y a los servicios de seguridad, distanciándose impunemente del mayor horror en la historia de Israel.

Una comisión estatal encabezada por un juez superior no le sirve para este propósito. Y esa es la razón de la renovada arremetida contra el poder judicial y la Fiscal General. Es muy posible que el poder judicial de Israel necesite una reforma, pero no del tipo que la coalición de Netanyahu está volviendo a proponer: no solo no modificará la independencia judicial y ni siquiera la contendrá, sino que la aniquilará por completo.

Mientras tanto, la guerra en Gaza continuará derramando ríos de sangre sin objetivos establecidos y sin un plan político (y mucho menos internacionalmente aceptable) para el día después, porque Netanyahu está complaciendo la fantasía de la extrema derecha de volver a crear asentamientos en la Franja, y porque la guerra es lo que mantiene vivo a este gobierno. Maquiavelo y Orwell combinados.

Exhorto a los amigos decentes de Israel a mirar de cerca las noticias más recientes y ver lo que ya hemos visto: el gobierno de Israel ya no dirige el país como una democracia. Los acontecimientos de las últimas semanas sugieren que, independientemente de sus políticas, Netanyahu ya no es apto para gobernar.

¿Qué significará esta admisión para Israel y la diáspora judía? Regocijo por parte de los antisemitas y los que odian a Israel, con toda seguridad. Pero a la larga, decirnos la verdad a nosotros mismos y al mundo es una condición de supervivencia, el comienzo de la recuperación y la única opción moral. Y también es la forma judía de hacer las cosas.

Traducción: Daniel Rosenthal