Comparaciones No Forzadas

Una cosa poco tiene que ver con la otra pero con fines retóricos permítanme la comparación.

Amanecimos ayer lunes con la noticia de que en Uruguay había triunfado la fórmula Orsi-Cosse. Siempre fue una posibilidad, y según las encuestas, la más posible. Sin embargo, mi ‘mundo twitter’, algoritmos mediante, me decía otra cosa. El triunfalismo coalicionista desbordaba y yo elegí creer que era posible. Noventa mil votos de diferencia demuestran inexorablemente mi error y la fuerza de los algoritmos: nos inducen a creer lo que no es.

De modo que la mitad del Uruguay con la que menos me identifico será la que paute no sólo el gobierno, las leyes, el sistema judicial, sino el entramado y el discurso social predominantes en el país. Tengo el privilegio de estar retirado y vivo más o menos en mi burbuja, como muchos, de modo que seré más un espectador que una víctima. Pero me gustaba mucho más el país que se perfilaba con la herencia de Lacalle Pou que el que se perfila con la herencia de Mujica.

Lo mismo sucede con Israel, al que he denominado ‘el hogar que no habito’. Tal vez no en forma tan extrema, pero tiendo a recibir e intercambiar posteos con gentes más o menos afines a mi percepción de cómo quisiera que fuera este país: soberano, democrático, humanista, liberal, pluralmente judío, y con una fuerte vocación de ‘paz’, esa palabra a esta altura tan vacía de contenidos reales y pragmáticos, pero que como ideal funciona.

Anoche canal 11 me muestra el otro Israel, el que sostiene esta coalición de gobierno a quien atribuyo todos los males. En una extensa nota periodística de tipo documental documenta, valga la redundancia, la estrategia y los preparativos de los colonos de Samaria para colonizar Gaza en la medida que se vayan dando las oportunidades. ¿Cuáles son? Que el ejército israelí controle la Franja en el futuro, generando así infraestructura y protección, y que los palestinos desplazados no vuelvan a sus lugares de origen. Por razones obvias y geográficas, la idea es empezar por el norte. Ya están generando campamentos de caravanas sobre el límite para avanzar apenas surja la oportunidad.

Sostienen que colonizar Gaza es la única forma de evitar un próximo #Oct7. Los líderes políticos de estos movimientos de masas no menores son Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, pero la Rosa Luxemburgo o La Pasionaria judía es una tal Daniella Weiss, de 79 años, descripta en Wikipedia como ‘colona ortodoxa israelí y supremacista judía, miembro del movimiento extremista de colonos sionistas israelíes’. Su CV es más extenso. Su energía y determinación, temibles. Su astucia, aterradora. Tanto ella como otros entrevistados, cuando se les pregunta por los palestinos de Gaza, simplemente contestan: ‘serán desplazados’.

Estos, entre otros con matices acaso menos combativos, son los votos que sostienen las últimas coaliciones de Netanyahu. No importa que escuchemos a Yair Lapid o esperemos a Bennet como si fuera el Mesías; hay una realidad incontrastable queramos verla o no, nos lo muestre X (twitter) o no. Lo que en redes es denuncia, en el terreno es estrategia y acción. El Israel del futuro dependerá de cómo seamos capaces de minimizar a estos ‘hermanos’.

Seguramente cuando haya nuevas elecciones el único capaz de formar gobierno en Israel sea Netanyahu con sus aliados mesiánicos. Así como Uruguay es el hogar que habito y por lo tanto acato el veredicto del sistema electoral, tendré que aprender a convivir con esa mayoría que rechazo en mi otro hogar. Que no lo habite no cambia mi deseo de que sea distinto de lo que es.

La comparación, entonces, es entre realidad y voluntarismo. Entre los hechos y la especulación.