Carta a Semanario Búsqueda

Al momento de publicarse esta carta, si usted amablemente dispone de ello, los judíos en todo el mundo estaremos celebrando el primer día del Año Nuevo Judío, Rosh Hashaná 5785; también estaremos a cuatro días del 7 de octubre, en que se cumple un año de la invasión y el pogromo de Hamas en la frontera de Israel con Gaza.

Calendario hebreo o gregoriano, ambas fechas nos resultan intensamente conmovedoras. La aleatoria dinámica de los calendarios nos ubica frente a una significativa ‘coincidencia’: en medio de los días de reflexión y arrepentimiento que van de Rosh Hashaná al Día del Perdón, Iom Kipur, se nos impone un nuevo eslabón de memoria colectiva que ya no olvidaremos jamás.

Al mismo tiempo, el mes de setiembre ha visto a Israel reaccionar frente a la amenaza de Hizbolá en el Líbano en forma fulminante. Una vez ‘controlada’ Gaza a costos altísimos para unos y otros, las operaciones en el Líbano buscan impedir un nuevo 7 de octubre, devolver decenas de miles de desplazados a sus hogares, y reconstruir sus vidas. Setiembre coincidió con el mes hebreo de Elul, un mes que nos prepara con humildad para un nuevo ciclo. Los sonidos del Shofar (cuerno) que tocamos cada día del mes y durante Rosh Hashaná representan ese estado del alma.

Como judíos, nuestro mayor deseo para este nuevo año es que el tradicional ‘año redondo y dulce’ no se vea quebrado y afligido por más hechos como los del 7 de octubre de 2023.

Nadie realmente sabe cómo se desarrollarán los acontecimientos de aquí en más, sea a nivel local, regional, o global; el mundo ha entrado en una etapa compleja con múltiples narrativas que se superponen e inciden unas en otras. Eso es tema para periodistas, analistas, y sobre todo, políticos. A los hombres de a pie, judíos o no, los hechos nos afectan e inciden en nuestras vidas cotidianas. Por eso no podemos ser ajenos a ellos; mucho menos ignorarlos, y menos aún ser meros espectadores.

Uno de los valores de los diez días que se inician hoy en el calendario hebreo es precisamente lo contrario: que cada uno, en forma individual pero en el marco de su colectivo, se haga cargo. Que cada uno sea protagonista en ese cruce de tiempo y espacio que le toca ocupar. Rosh Hashaná no conmemora La Creación del mundo sino la creación del Hombre. Dios creó el mundo en cinco días; para el resto de la tarea creó a su ‘socio’ el sexto día. En el 7o, descansó.

Hagamos votos por seguir siendo ‘socios de Dios en la creación’ en lugar de sus saboteadores.

El mundo está abrumado por conflictos bélicos, luchas de poder, y en el caso del pueblo judío y el Estado de Israel, un deseo más viejo que el tiempo de su exterminio de la faz de la tierra. En términos teológicos, el antisemitismo es la manifestación más extrema del instinto destructivo del hombre ante una obra de inspiración divina, la Creación: hubo #Shoá, ahora hubo #Oct7.

Que el año 5785 nos encuentre reparando lo que se quebró hace un año; endulzando y consolando la vida de las víctimas; reconociendo la fragilidad de la existencia; y cerrando el círculo de la vida que, año a año, nos conduce al futuro y a un tiempo mejor.

Que seamos inscriptos en el libro de la vida.

3 de octubre de 2024, 1 Tishrei 5785