Momento-Entebe

Desde el 7 de octubre pasado (EL 7 de Octubre) he citado repetidas veces el concepto acuñado por el intelectual y escritor Yossi Klein- Halevi: “el momento Entebe”. Hasta hace un mes, la frase venía al caso por la negativa, por todo lo que no era un “momento-Entebe”. A partir de este último mes hemos vivido algunos momentos, si bien no iguales, de esa naturaleza.

Por si hace falta aclarar, la frase refiere a la acción de rescate de rehenes en Uganda en 1976 llevado a cabo por un comando y la fuerza aérea de las FDI con un éxito rotundo y un solo muerto, Ioni Netanyahu Z’L, hermano del actual PM de Israel. Refiere, en un sentido amplio y metafórico, a acciones a larga distancia, pero sobre todo contundentes y finales.

Cuando Klein-Halevi usó esta frase lo hizo para disipar la esperanza de alguna acción fulminante que pusiera fin a una pesadilla de la cual, por un buen tiempo, esperábamos despertar, probablemente por medio de una acción militar de esa naturaleza. El uso del concepto fue precisamente para descartar esa opción; hoy sabemos que así fue. Nada ha cambiado demasiado en diez meses, y en todo caso la situación se complejiza y empeora.

Sin embargo, las acciones militares, explícitas o no, llevadas a cabo en las últimas semanas han devuelto por lo menos aquella sensación, casi nostálgica, de que cuando Israel se lo propone, puede actuar fiel a su filosofía política y militar: atestar golpes terminantes y volver a sus fronteras. El ataque sobre el puerto de Hudayda en Yemen, el ataque quirúrgico en el sur de Beirut, la eliminación de Hanyieh, son señales diferentes en una guerra trágica y perdidosa.

La canción de Rajel Shapira inmortalizada por Java Alberstein “Hablaré contigo” dice, entre otros versos: “en la hora en que tus pesadillas persiguen tus sueños, me quedaré contigo” (https://open.spotify.com/track/6fKgcZSjt4Maw7CAzRQ3Zy?si=COeea0ANQRGVGYQsr7xfPg). Pocos momentos en la historia de Israel pueden describirse de esta manera: las pesadillas de la realidad que persiguen los sueños suspendidos, acaso irrecuperables. Otro éxito de Java Alberstein, “Mirdaf” (Persecusión), nos dice que todavía estamos persiguiendo los sueños (https://open.spotify.com/track/1sP730kXECETCNAnl0SDJz?si=gHAHV5tTSIC1o7xvAovltA).

En términos realistas estas acciones tipo Entebe no cambian sustancialmente la situación. Según la opinión pública, aumentan los riesgos militares y existenciales para Israel al tiempo que congelan, o anulan, toda posibilidad de un alto el fuego en Gaza y la recuperación de los rehenes, vivos o muertos. Israel no ha solucionado nada, pero ha demostrado su poderío, largamente desdibujado en estos diez meses en Gaza.

Si este no es un “momento-Entebe” aunque se le parezca, por cierto no es un “momento-6días” ni un “momento-IK1973”: en forma fulminante o en forma trabajosa, Israel revirtió entonces una situación y generó una nueva realidad. Esto nunca más sucedió. La Guerra del Líbano en 1982 inauguró esta modalidad tipo Vietnam que nos atrapó ahora en Gaza. Estamos entrampados y no hay buenas opciones.

La primera causa de esta situación son los hechos mismos del 7 de octubre de 2023. La segunda causa comienza a gestarse el 8 de octubre cuando Israel se toma dos semanas para planificar la operación, alinear a sus aliados, y recién entonces comenzar la operación; lo que nunca se ha dicho, hasta ahora, es con qué fin, el famoso “día después”. El problema de Israel no es tanto militar sino político.

Tenemos el peor gobierno posible en la peor coyuntura histórica del Estado. Las visiones que fijan las metas no condicen con la naturaleza judía ni con la razón de ser el Estado de Israel. Si Moshé Dayan supo decir en 1967 que no se toque el Monte del Templo, hoy Ben-Gvir quiere “reparar” ese error a cualquier precio. Si Sharon admitió que estar en Gaza no era bueno para Israel, hoy hay quienes quieren volver atrás veinte años y ocupar la Franja. ¡Es la política, estúpidos! diría, parafraseando a Pérez-Reverte en su cruel ironía.

Los “momentos-Entebe” me devolvieron, como judío y sionista, un cierto alivio y orgullo, una tímida certeza de que nuestras tradicionales capacidades, nuestro auto-conocimiento, nuestra ubicuidad, todavía están intactas. Pero sólo eso. Sigo espantado ante el liderazgo de Netanyahu, su coalición, y sobre todo ante la perspectiva que nada se mueva hasta que termine su mandato. Con el profundo temor de que vuelva a ser el único capaz de formar gobierno. Cuando sea que esto suceda.