Utopías y Realidades
Tengo guardado hace días el discurso de Yuval Noah Harari en un acto político de la Izquierda (ex campo de la Paz) israelí, difundido por Meretz Argentina en la red X el pasado 21 de junio (https://x.com/MeretzArgentina/status/1815144507329110111); pero en una semana, como viene sucediendo hace ya un tiempo (diez meses por lo menos), los acontecimientos se precipitan y vuelven obsoleto cualquier asunto. En especial si se trata de un discurso ideológico que imagina una utopía cada vez más distante de la realidad. Están todos invitados a escuchar a Harari, pero mal que nos pese los hechos nos confrontan. Los temas son otros.
Ayer amanecimos con la noticia del ataque de Hizbolá que mató once niños drusos (sí, un equipo de fútbol, literalmente) e hirió otras decenas de personas en la localidad de Migdal Shams, en las laderas del Monte Hermón, en la meseta del Golán en Israel.
Durante la semana, en medio de la conmoción política en los EEUU por la renuncia de Biden como candidato del Partido Demócrata, el PM Netanyahu se tomó una semana para visitar ese país, hablar en el Congreso (parte de su obsesión de romper records como “estadista”), entrevistarse con el actual Presidente y los dos candidatos en pugna, y visitar a su hijo auto-exiliado en Miami. ¿La guerra en Gaza? Pura incertidumbre.
También aparecieron los cadáveres de cinco víctimas israelíes más a raíz del pogromo del 7 de octubre de 2023; unos muertos en aquel ataque, otros rehenes, algunos muertos por fuego israelí, otros por Hamas u otros palestinos; no cambia el resultado. La negociación por los rehenes va cambiando cada día la proporción entre los vivos y los muertos a favor de estos últimos.
Por último, en este flashback progresivo de la semana, Israel atacó Yemen en represalia por el ataqué de los hutíes al centro de Tel Aviv. En una operación con connotaciones tipo 1967 o Entebe, la fuerza aérea israelí, esos mismos pilotos acusados de traidores cuando se negaban a volar en medio de la crisis institucional de 2023, lavaron un poco la vergüenza israelí por la impotencia ante el continuo ataque iraní a través de sus proxis Hamas, Hizbolá, y los hutíes. Pero no dio para celebraciones; no fue un triunfo, fue una obligación.
Ahora esperamos la reacción israelí al ataque que cobró la vida de los niños drusos. Leí @X que la Universidad de Haifa recomendó a su personal y estudiantes no usar su icónica torre sobre el monte Carmel más allá del quinto piso por los riesgos en juego. De modo que Israel está cada vez más jaqueado, su población cada vez más limitada y constreñida, y por más normalidad que se persiga (https://tumeser.com/2024/07/25/el-funcionamiento-general-de-las-cosas/), está cada vez más “sitiada” en sus opciones, en su geografía, en su demografía, y en la opinión pública.
Yo no vivo en Israel, pero como judío en la diáspora me siento cada día más acorralado por una realidad que me desvela y un relato que me niega. Yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa. (*)
Cuando pensaba en escribir sobre Harari en este nuevo rol político-partidario que ha asumido mi idea era precisamente confrontar sus aspiraciones con la realidad. Nadie puede dudar de su rigor histórico, aunque la manipulación de su relato sobre la Tierra de Israel me hizo acordar un poco a Eduardo Galeano en “Las venas Abiertas de América Latina”. Lo único cierto de sus afirmaciones, que ya Amos Oz Z’L había enunciado, es que tanto judíos como palestinos están allí para quedarse y ninguno tiene dónde ir. Al final de la semana, la propia realidad le respondió a Harari.
De modo que sí, la utopía es dos estados para dos pueblos. Pero como se dice en inglés, not today. O como dijera la Dra. Einat Wilf a La Nación, “soy pacifista a largo plazo”. O, parafraseando a Maimónides, sigo creyendo en la redención de Israel, y aunque demore, no dejo de esperarla. Porque de hecho, Sionismo mediante, creo que está en proceso. O, y concluyo, como dijera en su prédica en la NCI Hori Sherem: ante la muerte (que es siempre inminente), pensemos en un acto creativo más. Miremos los horizontes que se despliegan ante nuestros ojos como Moshé Rabenu pudo ver la tierra prometida (Números 27:12).
(*) “Romance Sonámbulo” de Federico García Lorca