Un Pueblo que Mora Solo

Su pueblo será solitario y no se contará entre las demás gentes” (Números 23:9). “Am Levadad Ishkon uBaGoim Lo Itjashvu”, o, “Un pueblo que vivirá sólo y no pensará en sus vecinos”

Esta es la “maldición” de Bilam, el brujo o mago encargado por Balak para maldecir Israel. Sucede en la porción de la Torá que leíamos precisamente hace una semana. Todo el texto juega sobre la ambivalencia entre maldecir y bendecir, y en boca de Bilam quedan inmortalizadas algunas de las grandes, y a veces dolorosas, verdades sobre nuestra identidad.

En el seno de la comunidad judía uruguaya nos hemos sentido tremendamente solos al tiempo que sí hemos pensado en nuestros vecinos cuando esta semana la Fiscalía decidió archivar la denuncia del Comité Central Israelita contra el colectivo Our Voice por incitación al odio durante el 8M pasado. En otras palabras, la fiscalía no encontró delito por el cual acusar.

Esto contrasta con el vecino sanducero que en marzo de 2016 sacó un pizarrón a la calle donde ponía: “hoy soy judío”, al otro día del asesinato de David Fremd, de bendita memoria. Cuyo asesino, por otra parte, no fue condenado sino hospitalizado por razones psiquiátricas. En aquellos días todo Paysandú se alineó, literalmente, detrás de su comunidad judía; no la dejó sola.

Uruguay no es un país antisemita pero hay uruguayos antisemitas. Sus judíos no moran solos y se cuentan entre sus ciudadanos y valoran por sus aportes, prestigio, y reconocimiento. Pero al mismo tiempo, Uruguay no escapa al tsunami antisemita que se lleva puesto los mejores valores de cualquier sociedad. Inevitablemente, los judíos quedamos solos, como sucedió esta semana. Aunque más no sea por la decisión de un(a) fiscal. No se precisa más.

La paradoja es que, al contrario de lo que enuncia Bilam, a los judíos sí nos interesa lo que piensan nuestros vecinos. En lo personal, a veces creo que esa preocupación, legítima en un pueblo minoritario y esparcido entre las naciones, a veces llega a niveles obsesivos. Es correcto hacer la denuncia, todas las veces que sea necesario; no es verosímil pensar que llegaremos a un juicio. Nos gustaría que la denuncia siguiera su curso, pero el Poder Judicial no lo dispuso.

La regocijada declaración del colectivo Our Voice contrasta con nuestra desilusión. Duele más que encuentren el campo fértil para seguir sembrando odio y calumnias que la formalidad por la que optó la fiscalía. Tal vez el desafío para las autoridades comunitarias competentes esté en educar a los fiscales acerca de la naturaleza de los “crímenes de odio” definidos por ley. No es un desafío menor.

Mientras tanto la vida sigue su curso: la de todos los uruguayos y la de los uruguayos judíos. Octubre nos encontrará recibiendo un nuevo año hebreo, tiempo de introspección, y ejerciendo nuestro derecho como ciudadanos a incidir en el futuro del país. Son muchas más oportunidades y libertades de las que supieron gozar nuestros abuelos, sin ir más lejos. Visto cómo está el mundo, no es poca cosa. Hagámonos cargo.

A diferencia de la cita bíblica, en toda su complejidad, el hecho es que moramos solos cuando nos reunimos en torno a nuestro relato y tradiciones, pero no cuando asumimos nuestras responsabilidades. También es cierto que nos importa el vecino, nos importa su opinión, y mantenemos la mano extendida en aras del diálogo y la convivencia.

Esperemos que el próximo marzo traiga aires menos cargados de odio. Nosotros haremos nuestra parte para que así sea, como cada año.