Los Nuevos Récords

Lic. David Telias especial para TuMeser, 25 de julio de 2024

La guerra que enfrenta a Israel con Hamas desde el 7 de octubre de 2023 no para de romper récords en lo que a la historia del conflicto árabe israelí refiere.

El más importante y doloroso de todos es sin duda el de la pérdida de vidas humanas. Luego de la guerra de independencia de Israel en la que unos seis mil israelíes perdieron la vida, la actual escalada bélica entre Israel y Hamás está alcanzando la cifra de muertes israelíes que cayeron en la guerra de Iom Kipur en 1973 (poco más de 2500), y si como todo hace suponer en los próximos meses se incrementa el frente norte, segura y lamentablemente esa cifra se superará con creces.

Del lado palestino, si bien no tenemos cifras cien por ciento fiables, probablemente estemos en no menos de treinta mil, que es casi la mitad de víctimas que todo el conflicto árabe israelí (incluido el palestino israelí) había provocado hasta ahora desde 1936 hasta 2023.

Otro preocupante récord es el de la duración. Ninguna guerra árabe israelí, ni siquiera la de la independencia de Israel que fue la más larga, duró tanto tiempo ininterrumpido de combate y, a la luz de lo ocurrido entre ayer y hoy (20/7/2024), seguramente continúe por un tiempo más, aún si Hamás termina por aceptar un alto al fuego, que con suerte sería apenas una pausa humanitaria para luego retomar.

Es lógico y legítimo que Israel no cese el estado de guerra declarada contra Hamás hasta que Yahya Sinwar – su jefe máximo en Gaza –  se entregue o, lo que sería más probable, sea muerto por las IDF. No hacerlo sería no solo una derrota moral para Israel, sino reconocerle a Sinwar un carácter de jefe político, tal como si fuera un jefe de Estado, y no el jefe de un grupo de asesinos fanáticos integristas cuya única razón de existir es la destrucción del Estado judío y la eliminación de cualquier atisbo de modernidad liberal en el territorio que ellos puedan dominar.

Pero ayer, 19 de julio de 2024, amanecimos en el hemisferio sur con la noticia de que esta guerra había alcanzado un nuevo récord, el geográfico.

Nunca hasta ahora en la historia del conflicto árabe israelí las IDF debieron enfrentar un enemigo que se sitúa a más de 1700 kilómetros de distancia de su capital. Si bien los Hutíes le declararon la guerra a Israel en apoyo a Hamás el mismo 7 de octubre de 2023, hasta ahora su intervención se limitaba al ataque de buques mercantes que tuviesen rumbo a un puerto israelí o incluso a los propios buques de guerra norteamericanos y británicos que patrullan el golfo y, entre otras cosas, fueron claves para ayudar a Israel en la contención del ataque iraní del 14 de abril pasado (otro récord de esta guerra), e intentan mantener protegido de los propios Hutíes la zona de Golfo de Aqaba y el Mar Rojo por la que circula más de un quinto del comercio marítimo mundial, en camino al Canal de Suez.

El dron hutí que alcanzó ayer un edificio de Tel Aviv y mató a un ciudadano israelí e hirió otros diez, y la respuesta de esta tarde de las IDF, bombardeando el puerto de Hodeida con daños materiales de infraestructura económica y militar importantes y una cifra todavía no determinada de muertos y heridos yemeníes, abre un frente de combate directo ahora entre Israel y los Hutíes y le da a esta guerra una extensión geográfica récord en la historia del conflicto árabe israelí.

Cuáles y cuántos otros récords pueden romperse de aquí en más en esta guerra es muy difícil de predecir, pero es probable que seamos testigos de algunos más.

Suponiendo que Irán se mantenga en su política de no intervenir directamente en este conflicto y continúe haciéndolo a través de sus proxis, Israel estará enfrentando ahora una guerra en tres frentes directos, dos de los cuales tienen un poder de fuego probablemente muy superior a todo lo que ha enfrentado antes, por lo menos desde la guerra de Iom Kipur a la fecha.

Partiendo de la base que si bien militarmente Hamás parece estar casi derrotado, las IDF no pueden todavía dar por concluida su misión de Gaza, por los motivos ya expresados algunos párrafos atrás.

En el norte decenas de miles de israelíes están desplazados de sus hogares desde el 7 de octubre pasado por los constantes bombardeos de Hezbolá, que son respondidos por el ejército israelí pero que no cesan. Al parecer Israel ha estado intentando hasta ahora no abrir los dos frentes por completo, quizás apostando a destruir primero a Hamás para luego hacer lo propio con Hezbolá, o apostar a que, una vez la situación de Gaza sea irreversible, el propio Hezbolá se dé una pausa de un tiempo hasta encontrar un nuevo motivo para atacar a Israel y comenzar así un nuevo ciclo de desgaste psicológico (no suele haber víctimas mortales de los ataques de Hezbolá debido tanto a lo medido de los mismos como, principalmente, al sistema de defensa militar y civil de Israel).

Pero una vez que la situación en Gaza esté militarmente concluida, Israel no tendrá otra opción que invadir el sur de Líbano, enfrentar a Hezbolá por lo menos hasta hacerlo retroceder lo suficiente, tanto territorialmente como en su capacidad militar, como para que los israelíes del norte puedan volver a sus hogares. Más allá de lo que después de esta guerra ocurra con los territorios de Gaza y Cisjordania, Israel no puede, no debe ni hay derecho a pedirle, que ceda un kilómetro cuadrado de su suelo legítimo por la amenaza de este grupo chíita integrista islámico que se ha apoderado del Líbano luego de la guerra civil que lo ha transformado en un Estado fallido entre 1975 y 1990.

Nada es casual en esta guerra. Los Hutíes han estado lanzando ataques contra Israel desde hace tiempo, y los habían intensificado en estas últimas semanas, seguramente con la esperanza de que pasase lo que pasó ayer y abrirle así un nuevo frente a Israel.

Irán, a través de sus proxis Hamás, Hezbolá y los Hutíes no está dispuesto a que esta guerra concluya pronto, y ha abierto un nuevo frente a Israel, probablemente pensando que puede así retrasar la incursión de Israel en el Líbano, como quizás la firma del alto al fuego por parte de Hamás.

Si los Hutíes insisten en atacar Israel y alguno más de sus misiles pasa la barrera de las defensas norteamericanas y británicas del golfo y burla las defensas áreas de Israel, la respuesta de las IDF ya no podrá ser el bombardeo a un puerto comercial y militar como es el de Hodeida, sino que deberá pegar en el corazón de Saná, la capital de Yemen, un país que ya en la actualidad registra la mayor emergencia humanitaria del mundo, con casi 21 millones de personas (casi dos tercios de la población total), viviendo en la extrema pobreza. Si los líderes y combatientes de Hamás se escudan en los civiles palestinos, y la propaganda de la muerte y la miseria que las incursiones israelíes generan es su mejor arma para deslegitimar a Israel; las imágenes que podremos llegar a ver desde Yemen luego de un ataque israelí a Saná es probable que hieran la sensibilidad de todos, incluidos aquellos que creemos ya estar curados de espanto en estos tristes menesteres.

No olvidemos que la alianza liderada por Arabia Saudita (que integraron Bahréin, Emiratos Arábas, Qatar que se retiró en 2017 e implicó el bloqueo comercial que lo saudíes le impusieron por casi cuatro años, Kuwait, Egipto, Jordania, Marruecos y Sudán y que contó además con la ayuda de Estados Unidos, Inglaterra y Francia) que entre 2015 y 2022 atacó a los Hutíes en Yemen no logró derrotarlos a pesar de las casi 400.000 víctimas mortales y los varios millones de desplazados que provocó.

No soy de los que piensan que la existencia de Israel está en peligro, creo que ni Irán ni sus proxys tienen todavía la capacidad de hacer eso, pero sí pienso que habrá una nueva geopolítica en Medio Oriente después de esta guerra.

De extenderse el enfrentamiento entre Israel y los Hutíes, la participación de norteamericanos y británicos será inevitable, pues los intereses comerciales de occidente pueden soportar que el conflicto en Gaza se resuelva lentamente, pero no los costos que implica cerrar la navegación a más de la quinta parte del flujo comercial entre oriente y occidente.

¿Podrá Irán entonces mantener su política de no intervención directa? ¿Qué rol jugará la Rusia del guerrero Putin?

En este sentido, hace solo 2 días atrás, aun antes de que el dron hutí cayese sobre Israel, el canciller ruso Lavrov afirmó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de que es Israel quien quiere escalar el conflicto con Hezbolá en el Líbano y que Rusia asumirá su rol si esto ocurre, en una clara amenaza a Israel e indirectamente a la OTAN. Recordó además lo ocurrido en Siria durante la Primavera Árabe, cuando Rusia intervino a favor del régimen de Bashar al-Ásad y bloqueó con su veto en el mismo consejo de seguridad cualquier otro tipo de intervención en dicho conflicto. En la misma declaración deslindó a Irán de cualquier responsabilidad en este asunto.

Como sea, la entrada directa de los hutíes en el conflicto que se inició con el ataque de Hamás al sur de Israel el pasado 7 de octubre seguirá batiendo nuevos y tristes récords por un tiempo más sin duda.

El de las víctimas mortales sin duda para Israel y sus enemigos; y el de la extensión geográfica, si Rusia cumple sus amenazas, podría llegar a ser el conflicto bélico geográficamente más extendido desde la Segunda Guerra Mundial al presente.

En cualquier caso, lo que ya está claramente definido, es que lo que se inició hace casi diez meses con el ataque de Hamás a Israel no fue un incidente más de los que el conflicto palestino israelí nos tenía ya acostumbrados en lo que va del siglo XXI, luego de que Israel se retirase unilateralmente de la Franja de Gaza en 2005.

Es una guerra abierta, que no ha alcanzado todavía su mayor escalada, y que significará un parte aguas en la historia geopolítica del Medio Oriente y, probablemente del mundo entero.