Discurso de Fania Oz-Salzberger en Haifa, 03-02-2024
También nosotros somos gente obstinada. No solo los nacionalistas, los mesiánicos y los racistas, sino también nosotros, los israelíes moderados, los judíos y los árabes, y nosotros, los sionistas, humanistas y no místicos, también somos obstinados. No nos moveremos un ápice ni cederemos hasta que el gobierno de la catástrofe y la masacre baje cada uno de los escalones hasta el sótano de los peores recuerdos del pueblo de Israel y un mejor gobierno se erija sobre sus ruinas. Hasta que el fatídico Netanyahu se convierta en historia.
También nosotros somos intransigentes, nosotros, los israelíes que exigimos la liberación de los rehenes en primer lugar y la derrota del monstruoso Hamas sólo después de que nuestros ciudadanos regresen sanos y salvos. Para eso se necesita un gobierno que realmente se preocupe por sus vidas y los sentimientos de sus familias.
Soy historiadora, y no puedo pensar en una sola democracia en la historia de la era moderna que haya estado envuelta en una guerra tan terrible bajo un gobierno tan nefasto. Un gobierno de división, un gobierno de negligencia, un gobierno de malas decisiones, un gobierno que socava la democracia y la justicia, un gobierno incompetente y poco efectivo, un gobierno de difamación, insultos y malicia a más de la mitad de sus ciudadanos. El gobierno del siete en octubre de 2023.
Soy una sionista humanista, por lo tanto, soy enemiga jurada del mesianismo fanático. El mesianismo fanático es diametralmente opuesto a la mejor versión del sionismo.
No tengo problema con los judíos religiosos, Dios me libre. Tampoco estoy atacando a toda el ala nacionalista. Ciertamente, no incluyo a cada persona que cree en Dios. Sí me opongo a aquellos que están tan obsesionados con la redención mesiánica y el fin de los tiempos que han olvidado al ser humano, al individuo, la moral de los profetas, la moral de la Declaración de Independencia de Israel.
El mesianismo político en el Israel de hoy es puro fanatismo, un peligro para la vida de todos nosotros. Es una vergüenza moral y cultural.
Herzl concibió para los judíos un estado judío secular y liberal con los mismos derechos para sus ciudadanos árabes; los mesiánicos fantasean con la supremacía judía desde el río al mar y una dictadura étnico-religiosa de hombres con kipot.
Herzl nos ofreció un punto de inflexión histórico generado por el hombre, los mesiánicos intentan destruirlo. Ben-Gurión y los padres y madres fundadores nos dieron la Declaración de Independencia, los mesiánicos la han pisoteado durante mucho tiempo. De hecho, desean poner a toda la humanidad en nuestra contra, incluidos nuestros mejores amigos y aliados.
La “nación eterna”, cantan, sin miedo a un largo, inconducente camino. En estos días se entusiasman con la vil esperanza de conquistar y vaciar Gaza para instalarse en ella. Sí, incluso sobre los cadáveres de los rehenes, sobre los cadáveres de las víctimas, sobre los cadáveres de los soldados que cayeron y caerán en esta batalla. El “plan divino”, un acuerdo imperialista y judocrático con un dios celoso y vengativo, y ellos como su mesías en la tierra, con el aplomo y arrogancia que siempre han caracterizado a los locos apocalípticos, es mucho más importante para ellos que un acuerdo realista y terrenal.
El Neguev occidental (la zona fronteriza con Gaza) no significa nada para ellos. Las personas retenidas en los túneles de Gaza, personas con nombre y rostro y padres y seres queridos que los esperan con el corazón roto no significan nada para ellos. Para los mesiánicos, ni el individuo, ni siquiera el colectivo, ciertamente no la comunidad israelí y la sociedad que vive, respira y sangra aquí ahora, son importantes, sino más bien una columna de humo sin rostro, cuyo nombre es Eternidad, viviendo para siempre por la espada, al tiempo que el no judío es un ser inferior como humano.
Pero nosotros, los israelíes diferentes, no somos menos obstinados. Nosotros creemos en el espíritu humano, no solo en el judío sino en todos los seres humanos. Aunque la paz todavía está lejos, en nuestros ojos hay una oportunidad para negociaciones, un acuerdo, una separación, un fin al terrorismo y la violencia.
Pero sobre todo: los secuestrados mantenidos por la escoria de Hamas deben regresar a sus hogares y a sus seres queridos. Sobre todo: una batalla decidida contra el mesianismo y el nacionalismo extremo.
Y antes de cualquier resurgimiento, restauración y reunificación y curación: el gobierno del siete de octubre de 2023 debe ser erradicado de estas negras páginas de la historia. ¡Elecciones ya!
Solo entonces se podrá dar vuelta la página. Nosotros, los israelíes moderados, judíos y árabes, nosotros los sionistas, humanistas y no místicos, ganaremos esta lucha no en nombre de la eternidad sino por el futuro. Por las víctimas y los secuestrados. Por los soldados y las familias. Por los inocentes en ambos lados de la guerra. Para que el Neguev sea restaurado y florezca la tierra baldía. Por el bien de los seres humanos y la Humanidad.
Traducción editada por Ianai Silberstein