Días de Juicio
En su edición del martes 12 de setiembre el diario israelí Haaretz titula: “Los días de juicio de Israel”. Ya quisiera uno poder ser tan simple y casi literalmente simbólico; con leer el titular la realidad adquiere dimensiones más profundas y complejas de las que la cotidianeidad permite.
Rosh Hashaná 5784 tendrá la particularidad de iniciar diez días de “teshuvá” personal, como sucede cada año; comunitaria, como sucede cada año; religiosa, como invocamos cada año; pero además, y ese es el mérito del titular, serán días de revisión y evaluación a nivel nacional.
Por “nacional” me refiero no sólo a Israel-Estado sino a Israel-Nación, la que nos incluye a todos, vivamos allí, seamos ciudadanos o no, votemos o no votemos. Si algo preservó al Judaísmo es que, en su diversidad y dispersión, el pueblo, la nación, mantuvo un criterio de unidad y unión que trasciende lo individual, lo comunitario, y lo religioso.
Creo que a esta altura de los acontecimientos se han revelado muchas verdades, aunque sigan siendo opinables. Lo que ya no cabe duda es que lo que sucede en Israel-Estado nos atañe a todos. El argumento de que es un asunto de los votantes israelíes está perimido. Tal vez ellos tengan la llave para destrabar la situación, pero los hechos nos suceden a todos. El destino es común.
La gran “teshuvá” nacional a la que Israel, Estado y Nación, se deben es regular mejor el marco jurídico con el cual laudar la compleja realidad que nos toca enfrentar hoy, y que con el paso del tiempo sólo puede tornarse más y más compleja. Si se tornara más simple sería señal que estamos desapareciendo.
La Reforma Judicial (o Constitucional) de Israel no puede procesarse entre gallos y medianoche como ha intentado este gobierno (el de Netanyahu v.2023), sino inscribiéndonos en el libro de la vida a través de la revisión, la reparación, y la expiación colectiva. Nadie cree que esta profunda crisis nacional se solucione, por ejemplo, sólo con un cambio de gobierno en Israel; ese es sólo el principio.
Desearíamos que los “días de juicio” que se inicien este Rosh Hashaná no sean días “terribles” (“noraim”) sino días “piadosos”. Como escribe Lea Goldberg en su poema “Caminaras por el campo”, “días de perdón y misericordia”, días en que recuperemos también la perdida inocencia de nuestra condición de eternos errantes a la que alude la canción.
No sé qué sucederá en Israel estos “días de juicio”: desconozco si se arriaran las banderas por unos días, si primará el recogimiento incluso antes del tradicional Iom Kipur israelí, silencioso y vacío. Sé que en las diásporas, en lugar de banderas enarbolaremos talitim sobre nuestras cabezas y escucharemos el Shofar. Quisiera creer que en esos momentos todos estaremos conscientes que el juicio divino y la pérdida de juicio humano, nos atañe a todos: todos somos protagonistas.
Hace cincuenta años, en Rosh Hashaná 5734, nadie esperaba una crisis existencial diez días más tarde bajo la forma de un ataque alevoso que tuvo a Israel en jaque por casi una quincena. Ahora la crisis existencial es interna y llegamos a estos días sin inocencia ni ignorancia. Israel volverá a prevalecer, pero está en nuestras manos minimizar las bajas. Las líneas de defensa se despliegan cada semana, y la pulseada es tenaz.
Que Rosh Hashaná abra un período que culmine en la expiación de nuestros errores no por medio de terceros, chivos expiatorios, sino mediante las palmas extendidas en forma de bendición unos hacia otros.
Shaná Tová Umetuká!