El Caballo de Troya de Smotrich
Yaakov (Mendy) Or, Haaretz 1 de junio de 2023
Bezalel Smotrich, un defensor de los asentamientos israelíes en los territorios palestinos y ahora Ministro de Finanzas, nunca se ha sentido inquieto por sus creencias e intenciones. En 2017, cuando era un defensor del partido Habayit Hayehudi, publicó lo que tituló el “Plan de Decisividad” para anexar y tomar el control de Cisjordania. Escribió: “Este objetivo… se logrará a través de un acto político-legal de imponer la soberanía en toda Judea y Samaria, y con actos concurrentes de asentamiento: el establecimiento de ciudades y pueblos… y el estímulo a decenas y cientos de miles de residentes para que vengan a vivir a Judea y Samaria. De esta manera, seremos capaces de crear una realidad clara e irreversible sobre el terreno”.
Con su ascenso al gabinete de Israel, Smotrich nunca ha estado más cerca de hace realidad este programa de anexión-apartheid. Se está moviendo a buen ritmo, fuera de la vista del público y sin la aprobación del Consejo de Seguridad Nacional y las agencias de defensa de Israel. Tres iniciativas, aparentemente separadas, apuntan a un proceso que conduce a un objetivo estratégico y deliberado para el futuro de Cisjordania.
Una de estas iniciativas quedó manifiesta cuando Smotrich ejerció su autoridad como Ministro de Finanzas e instruyó a las oficinas gubernamentales a prepararse para el asentamiento de otro medio millón de israelíes en Cisjordania. Estando en el Con su cartera en el Ministerio de Defensa, priorizó el control de la Administración Civil y el asesor legal del Ministerio de Defensa que maneja Cisjordania.
Esta iniciativa ya ha dado resultados. Nueve puestos de avanzada, ilegales según el derecho israelí e internacional, han recibido rápidamente autorización post-facto; se han aprobado planes para construir miles de unidades de viviendas en toda Cisjordania; la Ley de Separación que aseguró la retirada de los israelíes de Gaza y cinco asentamientos de Cisjordania fue parcialmente derogada; a pesar de las protestas de los Estados Unidos, el asentamiento de Homesh se ha restablecido efectivamente; y por último se han aprobado vastos presupuestos nuevos, por miles de millones de shekels, para mejorar la infraestructura de los asentamientos.
Otra iniciativa está encapsulada en la revisión judicial propuesta por el gobierno de Netanyahu, que dotaría al poder ejecutivo con poder ilimitado, incluida la autoridad necesaria para ejecutar el plan de Smotrich. Después de todo, como escribió en 2017, “podrían requerirse nuevas construcciones democráticas y legales para lograr esta situación”.
Un tercer aspecto se refleja en la Operación Escudo y Flecha, la reciente campaña militar de Israel en Gaza, que está en consonancia con una política deliberada de fortalecimiento de Hamas y socavamiento de la Autoridad Palestina, viciando lo que queda de la capacidad operativa de esta última. Una línea clara conecta el esfuerzo por expandir los asentamientos en las profundidades de Cisjordania con la política de eliminar a la Autoridad Palestina, generando así un caos que requeriría que las Fuerzas de Defensa de Israel restablecieran el control sobre toda la zona, con todo el derramamiento de sangre y otras consecuencias a largo plazo que eso conllevaría.
Tomadas en conjunto, estas tres iniciativas apuntan a un mismo resultado: harán que una solución política con los palestinos sea menos probable, mientras comprometen la seguridad, la economía y las relaciones exteriores de Israel en la región y más allá. Lo que sustenta todo esto es una creencia mesiánica de que, de alguna manera, todo terminará por acomodarse. El Plan de Decisividad de Smotrich es una expresión práctica de su forma de ver el mundo y de la visión extremista y mesiánica que se ha incrustado cada vez más profundamente en las últimas décadas. Él e Itamar Ben-Gvir pudieron asegurarse los puestos del gabinete que exigieron gracias a la irresponsabilidad y la voluntad del primer ministro Benjamín Netanyahu de hipotecar la seguridad israelí para su propia supervivencia política. Los políticos que respaldan el plan son notablemente arrogantes en su complacencia a medida que avanzan con esta política suicida.
Ben-Gvir recibió el Ministerio de Seguridad Interna, al que amplió proporcionándole un verdadero cóctel Molotov que puede lanzar a voluntad, y Smotrich recibió el Ministerio de Finanzas y una cartera en el Ministerio de Defensa, posiciones poderosas que le permiten promover su agenda.
En sí mismo, el plan de anexión ha logrado eludir el escrutinio público. Actuamos como si se tratara de otro negocio mundano de bienes raíces. El programa nuclear de Irán ha sido, justificadamente, objeto de una amplia discusión pública y un examen detallado por parte del establishment de seguridad. Por alguna razón, sin embargo, los israelíes han hecho la vista gorda ante la amenaza “nuclear” de acelerar los esfuerzos para restablecer el control israelí – y luego anexar – territorio en Cisjordania.
Según el plan de Smotrich, los “árabes de Cisjordania” pueden responder de tres maneras posibles: pueden aceptar su condición de súbditos de Israel, emigrar o resistir violentamente. En este último caso, las Fuerzas de Defensa de Israel tomarán medidas agresivas para reprimir la oposición y lograr un control militar decisivo. Claramente el análisis de Smotrich ignora por completo las opiniones de los principales expertos militares de Israel con respecto a los palestinos.
Para justificar el plan de anexión de Smotrich, es necesario engañar a la mayoría del público israelí para que crea que la anexión traerá beneficios militares, económicos y políticos; que las democracias occidentales lo entenderán; que los países de nuestra región lo aceptarán; y que todo esto solo profundizará los valores morales y democráticos sobre los que se basa la sociedad israelí. Esto es un acto fraudulento de engaño.
De forma deliberada y plenamente consciente, Netanyahu está llevando a Israel al abismo, todo para evitar ser juzgado por sus acciones. Él, y sólo él, tiene la responsabilidad general de lo que está a punto de suceder. Este no es un debate ideológico entre izquierda y la derecha, ni una romántica cuestión de altruismo. Lo que está en juego es la visión sionista que nos ha guiado durante los últimos 130 años y que está plasmada en la Declaración de Independencia de Israel. Si los difuntos rabinos Ovadia Yosef y Elazar Shach todavía estuvieran al frente de la comunidad haredí, lo esperable es que se habrían resistido ferozmente a una situación de esta naturaleza. Lamentablemente, los dirigentes haredíes actuales han dado prioridad a los logros políticos y económicos sectoriales por encima de la responsabilidad colectiva.
Los afiches colocados en las carteleras de los asentamientos de Cisjordania a principios de este mes, condenando al Comando Central de las Fuerzas de Defensa de Israel, fueron una clara advertencia para aquellos que se interpongan en el camino de la anexión o intenten hacer cumplir la ley en oposición a la visión mesiánica de los colonos. Es una visión que justifica cualquier precio, ya sea militar, social, político o económico. El paso entre la difamación de los oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel que adoptan una posición contra la ilegalidad y su proscripción absoluta como traidores es corto.
La anexión-apartheid significará el fin de Israel como sociedad democrática. En una palabra, sería un suicidio. El pueblo judío ya ha pagado por errores similares con 2000 años de exilio. Los errores de hoy amenazan la soberanía judía una vez más: no se debe permitir que los agentes del caos mesiánico le pongan fin. Esta es nuestra lucha de hoy en día, y estamos decididos a perseverar.
Traducción: Daniel Rosenthal
El Mayor General (r) Yaakov (Mendy) Or, es miembro de los Comandantes para la Seguridad de Israel y ex Coordinador de la Actividad del Gobierno en los Territorios (COGAT), además de ex Director General Adjunto de Inspección del Establishment de Defensa en la Oficina del Controlador del Estado.